Los amigos del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina que conspiraron contra él aprovecharon que su hijo mayor, Rafael Leónidas (Ramfis) Trujillo Martínez estuviera fuera del país, pues al ser el heredero natural se produciría un vacío de poder. Y así los conjurados planeaban ejecutar la segunda fase del plan: tomar el poder.
Todo se truncó. 1ro: el gobierno norteamericano abandonó a los conspiradores, luego de que les dio armas para matar a Trujillo, y prometió apoyo después de muerto.
2do: el secretario de las Fuerzas Armadas, Pupo Román, se metió en miedo (se les escondió, mientras ellos lo buscaban), a pesar de su promesa de que para continuar con el plan tenía que ver el cadáver del dictador.
3ro: el asesinato fue el 30 de mayo de 1961 y el 31 (al día siguiente en la mañana) Ramfis estaba en el país “hablándole” al cadáver de su padre, gritando venganza y movilizando la eficiente maquinaria represiva. Él prometió venganza dos veces: cuando recién llega y se postró frente al cadáver y la segunda cuando consiguió el arma personal de su padre, un revólver cacha blanca que le regalaron los norteamericanos, al ingresar a la Policía. Clamó que con su arma lo iba a vengar.
Era sádico, pero al enterarse que los asesinos eran amigos de su papá, Ramfis multiplicó por 100 su sed de sangre: a Pupo lo mató de 28 disparos, según testimonios que recoge Víctor Gómez Bergés, en su libro “Balaguer y yo”. Torturó tanto a Román, que sólo se compara a los suplicios a que fue sometido Juan de Dios Ventura Simó, de la expedición guerrillera del 14 de Junio.
Al apresar al general Juan Tomás Díaz, ya herido, le dio un golpe con la mano y gruñó: “Mira este mierda, decía que mi papi era su hermano y lo traicionó”. Ramfis le reprochó a Johnny Abbes: “Te pedí que cuidara mi papá”. El jefe del Servicio de Inteligencia respondió: “Mi general, usted me dijo que lo cuidara de sus enemigos, no de sus amigos”.
Desde que regresó de París, Francia, hasta que abandonó el país (murió en el exilio), Ramfis andaba con el revólver cacha blanca de su padre: torturaba, mataba. La última masacre (el 18 de noviembre de 1961) fueron seis presos, miembros del complot contra su papá: Pedro Livio, Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Tunti Cáceres, Salvador Estrella. Para iniciar la matanza, los amigos intentaron disparar. Ramfis les dijo: “No, los que mataron a mi papá los mato yo”.
Los amigos del dictador Rafael Leónidas Trujillo Molina que conspiraron contra él aprovecharon que su hijo mayor, Rafael Leónidas (Ramfis) Trujillo Martínez estuviera fuera del país, pues al ser el heredero natural se produciría un vacío de poder. Y así los conjurados planeaban ejecutar la segunda fase del plan: tomar el poder.
Todo se truncó. 1ro: el gobierno norteamericano abandonó a los conspiradores, luego de que les dio armas para matar a Trujillo, y prometió apoyo después de muerto.
2do: el secretario de las Fuerzas Armadas, Pupo Román, se metió en miedo (se les escondió, mientras ellos lo buscaban), a pesar de su promesa de que para continuar con el plan tenía que ver el cadáver del dictador.
3ro: el asesinato fue el 30 de mayo de 1961 y el 31 (al día siguiente en la mañana) Ramfis estaba en el país “hablándole” al cadáver de su padre, gritando venganza y movilizando la eficiente maquinaria represiva. Él prometió venganza dos veces: cuando recién llega y se postró frente al cadáver y la segunda cuando consiguió el arma personal de su padre, un revólver cacha blanca que le regalaron los norteamericanos, al ingresar a la Policía. Clamó que con su arma lo iba a vengar.
Era sádico, pero al enterarse que los asesinos eran amigos de su papá, Ramfis multiplicó por 100 su sed de sangre: a Pupo lo mató de 28 disparos, según testimonios que recoge Víctor Gómez Bergés, en su libro “Balaguer y yo”. Torturó tanto a Román, que sólo se compara a los suplicios a que fue sometido Juan de Dios Ventura Simó, de la expedición guerrillera del 14 de Junio.
Al apresar al general Juan Tomás Díaz, ya herido, le dio un golpe con la mano y gruñó: “Mira este mierda, decía que mi papi era su hermano y lo traicionó”. Ramfis le reprochó a Johnny Abbes: “Te pedí que cuidara mi papá”. El jefe del Servicio de Inteligencia respondió: “Mi general, usted me dijo que lo cuidara de sus enemigos, no de sus amigos”.
Desde que regresó de París, Francia, hasta que abandonó el país (murió en el exilio), Ramfis andaba con el revólver cacha blanca de su padre: torturaba, mataba. La última masacre (el 18 de noviembre de 1961) fueron seis presos, miembros del complot contra su papá: Pedro Livio, Huáscar Tejeda, Modesto Díaz, Roberto Pastoriza, Tunti Cáceres, Salvador Estrella. Para iniciar la matanza, los amigos intentaron disparar. Ramfis les dijo: “No, los que mataron a mi papá los mato yo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario