Por Pablo Rodriguez.
“Fue la trágica fiesta del plomo y de la sangre.
Y la rubia mazorca se desgranó en silencio sobre la tierra
triste, triste hasta la desesperación y hasta la muerte.
El plomo hendió las carnes y las llenó de rosas rojas y desoladas.
Y era la carne florecida pasto de la bestia en furia.
Y era David con las manos atadas contra Goliat soberbio cabalgando
sobre un carro blindado.
Sangre de valientes. Sangre de héroes.
Sangre de Costa Rica libre de cadenas. Sangre de
Nicaragua encadenada. Sangre de Santo Domingo clavado en el martirio.”
(Carmen Natalia Martinez Bonilla)
Esta vez, no quiero hacer referencia al relato histórico de los acontecimientos ligados al 19 de junio de 1949. Quiero más bien, desempolvar algunos valores que se entremezclan con los hechos de entonces, y que son portadores de un espíritu de emulación que mucho habrán de servir a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Servirán a nuestros niños y jóvenes, para que sepan madurar su juventud sin marchitarla, y puedan colocarse en su vida y pensamiento, al lado de la disidencia y la rebeldía, acentuar la indignación ante la injusticia y el egoísmo, y colocarse al lado de los valores morales más elevados de la especie humana. Y valor es lo que vale. Valor es todo aquello que nos permite vivir juntos, que nos permite juntar la palabra “Nos” con la palabra “Otros”, para hacer el “Nosotros”.
Tenemos la obligación de asumir lo que está plasmado en los gestos de los héroes del 19 de junio: Los que cayeron en Luperón, en Puerto Plata y otros puntos de la provincia.
PRIMERO: “Hacer la solidaridad de los miserables”, como decía José Maria Argueda, el escritor peruano. Esto es promover la sensibilidad y el amor por el otro, orientar la vida desde el interés colectivo. Romper las mallas de las fronteras de cualquier tipo y producir un camino de encuentro. Juntarnos todos los jodidos de la tierra para avanzar juntos. Alrededor del 19 de junio, se juntaron unos que eran perseguidos por dos emisarios de la barbarie, Trujillo y por Somoza; y otros, que se unieron a la lucha en solidaridad con los que habían hecho del exilio su almohada. Cito a Alberto Ramírez, Alejandro Selva y José Félix Córdova Boniche, eran nicaragüenses; Alfonso Leiton, de Costa Rica; John, Habet y George, norteamericanos; los demás eran dominicanos.
Aprender que la solidaridad es la actitud primera de quien quiere ser hombre y graduarse de hombre, como decía el Che. La solidaridad insisto será la única forma que tienen los pequeños para sobrevivir; ella será nuestro sello en el presente y en el futuro.
SEGUNDO: Los héroes de junio, nos enseñaron a elegir entre el privilegio y prestigio o ser fiel a la libertad y la justicia. Vimos el ejemplo de Gugú Henríquez, un veterano de la 2da Guerra Mundial; Tulio H. Arvelo, quien renunció a su cargo de Vicecónsul en San Juan, Puerto Rico; Horacio Ornes y Alfonso Leiton, quienes participaron en la toma de Puerto Limón, en Costa Rica.
TERCERO: No medir el valor del sacrificio; asumir el sacrificio con todas las consecuencias cuando se trata de la Patria. Y la patria comienza cuando sentimos la necesidad del sacrificio por el otro. Hasta que no lleguemos ahí, sólo existe un territorio. Patria es no dar valor a las cosas, sino a las funciones de esas cosas al servicio del hombre, de la historia, de la humanidad. Ya sabemos que Patria es Humanidad, decía José martí. Ya sabemos de Hugo Kunhardt, graduado en las Universidades de Santo Domingo y Harvard, E.U; Manuel calderón, estudiante de medicina en la Habana ; Salvador Reyes, estudiante de medicina en la universidad de Santo Domingo y México. No vamos a mencionar el sacrifico de dejar sus bienes y familias.
CUARTO: Padecer el desprecio de los allegados en primer lugar. Todos sabemos que en la Era de Trujillo, y no tan lejos, los 12 años macabros de Balaguer, cuando alguien era vinculado a algún proceso revolucionario, la familia completa era vista como enemiga del régimen, y estaba expuesta también a correr la misma suerte: las injurias, las burlas, la represión y la espalda de familiares y amigos. Mahatma Gandhi, nos lo recuerda con lucidez: “Mi tarea habrá terminado si logro convencer a la humanidad de que cada hombre o cada mujer, sea cual fuere su fuerza física, es el guardián de su dignidad y de su libertad. Esta protección es posible, aun cuando el mundo entero se vuelva contra aquél que es el único en resistir”.
QUINTO: La resistencia, lo ha dicho Gandhi, contra todas las maldades conjugadas en un sistema. Hacer de la reciedumbre humana una virtud propia de los espíritus que luchan por un ideal noble, no negociable frente a la tentación de salidas fáciles. Lo supieron bien los cinco que sobrevivieron: Horacio, Tulio, Miguel, José Córdova y José Rolando. Pero también aquellos que fueron vendidos y traicionados en el Frente Interno, Fernando Suárez y a Fernando Spignolio, y los demás fusilados en las capturas de Luperón.
Sobre estos cinco aspectos quiero llamar la atención, y antes, sobre la fecha que conmemoramos, una fecha que ha sido marginada dentro de la historiografía nacional. A veces la confunden con malsana intención con la gesta valiosa de Constanza, Maimón y Estero Hondo. Quieren hacernos olvidar que por Luperón comenzó la cosa; fuimos el escenario privilegiado para comenzar la lucha armada contra el Sátrapa. No vamos a culpar a las autoridades nacionales de este desliz malicioso, sino a nosotros, los hombres y mujeres de aquí, que no hemos tenido el valor de arrancarle esta fecha de las manos. Volquemos las miradas sobre nuestra historia local y los valores que ella porta. Es la única forma de rescatar nuestra identidad y ser fuertes frente a los que globalizándonos pretenden anular nuestras particularidades, que son nuestro espejo y la fuente de la resistencia frente a la maldad y el olvido.
Está pendiente la tarea. Ahí está la historia y los valores, ya no necesitamos más héroes, ha sido suficiente; necesitamos hombres y mujeres que asuman la responsabilidad de ser héroes cada día.
Loor a los héroes del 19 de junio de 1949! ¡Loor a los héroes del 59! ¡Loor a los héroes de todos los hechos emancipadores de los pueblos de América! ¡Un aplauso a José Rolando, Horacio, Tulio, Gugú, Alejandro, Alberto, Alfonso, Hugo, Manuel, Salvador, José Felix, Miguel, Habet, John, George, a los dos Fernando y otros.
“Mientras quede una gota de honor americano y la voz del amor
puedan decir: Hermano,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.
Si un puñado de tierra recuerda el heroísmo y el
valor se adelanta sobre el último abismo,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.
Mientras quede una flor, una
lágrima, un día;
mientras el hombre luche envuelto en la agonía,
nombrad los que cayeron un día en Luperón.”
(Alberto Baeza Flores, Poeta, periodista, crítico, novelista, dramaturgo, ensayista, biógrafo chileno)
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