El cinismo del gobierno venezolano es tal, que hay que bucear mucho en la historia para encontrar algo semejante. Si bien Maduro todavía no se comió el hígado de un ministro, ni nombró cónsul a un caballo, en lo grotesco está a la altura de Idi Amín Dadá o de Calígula. El desprecio total por, siquiera, disimular la diaria inconsistencia entre lo que predica y lo que practica es insuperable.
Un caso digno de estudio que lleva a preguntarse por el origen de semejante conducta. ¿Será el cálculo político del frío manipulador inescrupuloso? O, en su defecto, una suerte de psicopatía latente que se dispara cuando se tiene la suma del poder. Hitler, Stalin, Castro, Nerón, Robespierre pontificaban como convencidos de la verdad de sus propias mentiras.
¿Qué habilita a que un sujeto exponga altiva y públicamente su indecencia? Acusar a los opositores de fascistas y reaccionarios mientras los encarcela y les niega elecciones es caradurismo ... Hitler era más sutil! La cacareada revolución bolivariana no es más que ese mamarracho que ha logrado el "milagro" de fundir al país con más reservas de petróleo del mundo. "Milagro", que el oneroso aparato de difamación -el canal estatal de televisión (TELESUR) manejado por la inteligencia cubana- no alcanza a disimular. Cada vez es más difícil para los Víctor Hugo Morales, las Carlotto y los Maradona defender a los mafiosos sin hacer el ridículo. Es que defender a un régimen que ha criminalizado a la oposición y a la que le ha infringido más de cien muertos, tiene su costo. De allí que sea auspicioso que Macri, Peña Nieto, Bachelet, Temer o el secretario general de la OEA condenen la dictadura de Maduro; lo incomprensible es que no observen idéntica actitud con el régimen criminal de Cuba que, desde su llegada al poder en 1959, no hizo más que alentar la insurrección marxista en todos los países de América Latina (excluyendo México, según Fidel Castro). Ahí tienen a la izquierda revolucionaria en acción. Venezuela es el mejor escenario en tiempo real para evaluar el tránsito de la dictadura populista pseudo-democrática al totalitarismo más crudo. El régimen ha perdido el 80% del apoyo interno y externo, pero tiene las armas, y está dispuesto a usarlas. No hay solución electoral ni pacífica. La chance previsible, y seguramente menos cruenta es que una parte de las FF.AA. derroque al dictador y avance hacia un gobierno republicano. Un golpe de Estado que primero se celebrará y que (también, en nombre de la democracia) luego maldecirán.
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