El dictador venezolano Nicolás Maduro dijo en Nueva York este martes, que su colega norteamericano es “el nuevo Hitler” y tal vez tenga razón, porque es autoritario, racista, gritón y bastante rudo, pero le falta un detalle.
Al jefe de la Casa Blanca no se le atribuye ninguna muerte y en eso el autócrata caribeño le lleva algo así como 150 cabezas de ventaja, un hecho que no debería pasar desapercibido, como lamentablemente ha sucedido a lo largo de la historia. Todos recuerdan a Hitler porque Hollywood ha sido prolífico a la hora de retratarlo, pero nadie se acuerda, por ejemplo de Mao Tse-Tung, ese venerable chinito con cara de bueno a quien se le atribuyen más de 78 millones de muertos durante su “Revolución Cultural”. Otro comunista, Joseph Stalin, cometió 23 millones de asesinatos, casi todos compatriotas suyos como en el caso anterior y seis millones arriba de Hitler. De hecho, en la lista de los diez dictadores más mortíferos de la historia, la mayoría son líderes populistas, socialistas y revolucionarios que buscaron imponer sus ideas a la fuerza y muy pocos son -para hablar en términos muy de moda- “de derecha”, “vendepatrias”, “neoliberales” o “imperialistas” de la calaña de Trump.
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