19 DE SEPTIEMBRE DE 2017 8:03 PM
En uno de los mejores discursos preparados y presentados por el presidente Donald Trump habló por más de una hora sobre la importancia que tenía que las 193 naciones del mundo buscaran la forma de mejorar la vida de sus ciudadanos.
El discurso de Trump fue por lo general genérico. Habló menos de cinco minutos del peligro que Corea del Norte presentaba con su armamentismo de misiles y bombas nucleares. Ya han dado prueba que tienen la capacidad de lanzar cohetes que sobrevuelan Japón y pueden llegar a Guam, protectorado de los Estados Unidos en el medio del Océano Pacífico.
También habló del tratado multinacional con Irán.
Todo el resto del discurso Trump lo dedicó a hablar de la imperiosa necesidad que las naciones del mundo buscaran la forma de mejorar la vida de sus ciudadanos.
En general, salvo los dos comentarios sobre Corea del Norte e Irán, fue un discurso medido. Con cuidado y sin insultos a ningún otro país.
Los comentaristas de la televisión no vieron así el discurso de Trump. Ellos dijeron que el discurso de Trump había sido una diatriba militarista. Dijeron que Trump buscaba la guerra con Corea del Norte. Nadie dijo que Corea del Norte era quien amenazaba a Estados Unidos con sus múltiples lanzamientos de misiles; que cada uno de ellos tenía un alcance mayor. Que han dicho claramente que pronto podrán lanzar cohetes que alcancen a cualquier ciudad de Estado Unidos – de norte a sur, de este a oeste.
A estos periodistas de izquierda nada de lo que hace Trump le parece bien y todo lo ven con malas intenciones.
Pero nada de esta es nuevo. Los pacifistas norteamericanos antes de la Segunda Guerra Mundial estaban en contra de ir a la guerra en Europa. Charles Lindbergh, el primer aviador en cruzar el Atlántico solo, sin copiloto, fue uno de los más fuertes pacifistas. Impidió que el presidente Franklin Delano Roosevelt mandara más ayuda a los europeos que luchaban en desventaja contra las tropas nazis de Hitler.
Estados Unidos no entró en la guerra hasta después del traicionero ataque de los japoneses a Pearl Harbor el 7 de diciembre de 1941. Japón y Hitler llegaron a un acuerdo y a Estados Unidos no le quedó otra alternativa que entrar en una guerra que ellos nunca habían buscado.
Ojalá esté equivocado, pero me temo que la historia se repita. Estados Unidos no busca la guerra con Corea del Norte, pero si no se preparan, cualquier día Corea del Norte decide declararle la guerra a los americanos y a pesar del enorme desbalance en armamentos que tiene Estados Unidos no debemos olvidar que el que da el primer golpe a veces da el segundo, y el tercero.
Eso no le conviene a Estados Unidos ni al mundo. Hay que buscar la forma de desarmar a Corea del Norte sin desatar una nueva guerra nuclear de consecuencias catastróficas.
Guillermo I. Martínez reside en el sur de la Florida.
Guimar123agmail.com
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