Buenos Aires
El caso del último desaparecido argentino, Santiago Maldonado, empieza a seguir el mismo camino que el de Alberto Nisman, el fiscal que apareció muerto poco después de denunciar a Cristina Fernández de Kirchner, un caso envuelto en el misterio casi tres años después. La última prueba de ADN realizada en el caso Maldonado, la más importante, lejos de aclarar las cosas, aumenta el misterio. Los restos encontrados en los vehículos policiales, después de analizar más de 80 muestras entre pelos y sudor, no coinciden con los de Maldonado.
Un resultado positivo habría sido la prueba definitiva de que la Gendarmería era la responsable de la desaparición. Uno de los mapuches que estuvieron con Maldonado ese día en las tierras de Benetton en la Patagonia donde la gendarmería reprimió una protesta el pasado 1 de agosto asegura haber visto como lo metían en un vehículo ya malherido, como si fuera un bulto. Los agentes aseguran que no se llevaron a nadie. Por eso la prueba de ADN de los vehículos era fundamental.
Pero ha sido negativa. La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, dijo, visiblemente satisfecha, que el resultado "despeja muy fuertemente las acusaciones de una desaparición forzada, como fue acusado el gobierno desde algunos sectores". "Lo más importante de la causa Maldonado es que la prueba de ADN dio negativa en las camionetas. Eso aleja la hipótesis de un plan sistemático y abre otras nuevas", agregó, aunque sin aclarar a cuales.
Así que el misterio crece. Las pruebas señalan que muchas de las muestras recabadas “no son cotejables”, esto es no tienen suficiente perfil genético para ser comparadas. Pero en otras sí se ha podido comprobar con certeza que no pertenecen a Maldonado. El juez del caso, Guido Otranto, que está haciendo un trabajo detallado y respetado por todas las partes, ha descartado también que los vehículos hubieran sido lavados, como sugerían los mapuches.
El misterio crece pero la principal hipótesis sigue siendo la de que el culpable fue algún gendarme que acabó con la vida del desaparecido durante la represión. El Gobierno, que durante las primeras semanas defendió con firmeza a la Gendarmería y rechazó su responsabilidad, ahora ha girado por completo al comprobar que el asunto le había provocado un serio problema político con un deterioro de su imagen. Ahora hasta la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich,que se negó a relevar a los responsables del operativo, admite que las investigaciones se están centrando en un grupo de siete agentes que estuvieron cerca del río donde pudo haberse ahogado Maldonado.
El Gobierno ya no protege a los agentes y trata de limitar daños con la idea de que alguno de ellos pudo haberse “excedido” pero sin una orden política detrás. Pero el misterio está lejos de resolverse. El problema es que el cuerpo no aparece pese a que el río no es muy profundo y decenas de agentes están rastrillando sus 800 kilómetros hasta el mar.
La versión de la gendarmería, que negaba cualquier participación en la desaparición de Maldonado, se ha ido debilitando con el paso del tiempo. Un agente, que se había tomado una baja precisamente al día siguiente de los incidentes y no había declarado hasta ahora, ha admitido que le tiró una piedra a los mapuches como respuesta a las piedras que les estaban lanzando a ellos, un procedimiento absolutamente fuera de las normas policiales. Y admite que golpeó “en la espalda” a uno de ellos con una piedra grande. Los agentes llevaban casco, los mapuches no.
Ninguno de los agentes, en una investigación interna, había confesado hasta ahora que se hubiera podido herir a los manifestantes. Pero este sí lo ha hecho, lo que muestra las contradicciones de las primeras versiones exculpatorias. Pero lo cierto es que la prueba definitiva para incriminarlos, que era esta del ADN, ha sido negativa. Con lo cual ahora solo se puede confiar en que el cuerpo aparezca o algún agente confiese, ambas hipótesis improbables a estas alturas, aunque el caso no deja de ofrecer novedades cada semana.
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