Publicado el: 3 mayo, 2017
e-mail: eralmodovar@hotmail.comNo todos los cerebros están preparados para grandes cambios. Afortunadamente la llamada “suerte”, casualidad o sorpresa que provoca sensacionales y repentinos cambios en el modus vivendi de personas que pueden afectar a cientos o miles de otros seres humanos, se produce en forma excepcional y los grandes premios de lotería casi siempre caen en poder de individuos con escaso protagonismo social y no afectan positiva o negativamente a todo un pueblo.
Pero la política y el azar en ocasiones son realmente ominosos; es lo que pasa en Venezuela producto de la muerte de Chávez y el ascenso al poder de Nicolás Maduro, quien ha devenido en un gobernante incapaz, que ensaya la opción de mantenerse en el poder a través de una tiranía y ha iniciado el manoseado proceso de apoyarse en las fuerzas armadas para imponer sus designios, olvidando que los militares (y Chávez fue un excelente ejemplo) no son robots o marionetas sin sentimientos familiares y patrióticos y que muchos de ellos, aún utilizando las migajas que Maduro reparte, en algún momento comprenderán dónde está realmente su corazón y adónde debe ir su lealtad y no mancharán sus uniformes ni sus armas con sangre de sus hermanos por mandato de un trastornado emborrachado de un poder que nunca mereció.
Nuestra historia está llena de anónimos y reconocidos héroes militares que se rebelaron contra la dictadura trujillista y los que como Francisco Alberto Caamaño lucharon por el respeto a la Constitución. Hay muchos ejemplos en la historia sobre rebeliones militares favoreciendo conquistas populares. Se aplica aquí el principio de que la historia debe repetirse cada vez que las circunstancias lo hagan necesario.
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