La crisis política venezolana
El presidente Maduro está cerrado a entender razones y se obstina en desconocer los derechos constitucionales que tiene la oposición en Venezuela y procura cerrarle las puertas y ventanas, ya que ellos representan a millones de ciudadanos que sufren hambre, dolencias y una infinita tristeza al saber que su país cae poco a poco por el despeñadero de la anarquía y una violencia que preconizan los agentes del mismo Estado.
En este reclamo nacional de parte de una mayoría no despreciable de madres, padres e hijos venezolanos, sólo han recibido un rotundo No al diálogo y, en consecuencia, mano muy dura para detener las pacíficas manifestaciones de un pueblo enardecido que ya le perdió el miedo a la represión y hasta el momento ha puesto 29 muertos.
Echemos una mirada al panorama mundial y observemos que los dictadores al final de sus gobiernos terminan mal y el pueblo cobra su obstinación y el mal causado a un pueblo que esperaba de su gobernante un trato digno y que trabajara para hacer más grande y próspero el país.
Por allá en el país de Uganda, en el continente africano, se tomó el poder a sangre y fuego un dictador que comía carne humana, llamado Idi Amin Dadá. En Italia subió al poder Benito Mussolini, y casi endiosado quiso reinar por mucho tiempo, pero por su mal gobierno y sus decisiones dictatoriales cayó y pagó con su vida su osadía de irrespetar al pueblo y desconocer sus derechos. En Alemania, con mucha astucia se levantó un hombre en el cual millones de alemanes pusieron su mirada y sus esperanzas, y este líder se convirtió en un formidable dictador que llevó a esta inmensa nación a la ruina y a la destrucción total. Hablamos de Adolfo Hitler, que también pagó con su vida, al querer fundar un imperio que perdurara 1.000 años, cimentado en miles y millones de cadáveres.
No olvidemos al dictador Sadam Husein, en el país árabe de Irak. Pagó con su vida al querer perpetuarse en el poder, después de eliminar a miles de sus opositores, teniendo como elemento vital de su dictadura horrorosas torturas. Recordemos cómo terminó el dictador de Libia, Muamar Gadafi, después de oprimir a su pueblo en nombre de un socialismo excluyente y mentiroso. Y, finalmente, recordemos, porque lo tenemos bien presente, al dictador de Siria, donde se cuentan por millones los muertos y exiliados.
Luis Castellanos García.
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