Debemos recordar a El Príncipe de Maquiavelo, como el primer libro sobre el poder considerado como aspecto central en el estudio de los fenómenos políticos, texto a veces elogiado y a veces anatematizado desde la perspectiva unilateral del finalismo perverso en las actuaciones políticas.
En el caso puntual de la dictadura militar del breve período 1953 – 1957, más allá del relato histórico y de lo sui géneris de su inicio el 13 de junio cuando tres gobernantes detentaron el poder el mismo día (Urdaneta Arbeláez – Laureano Gómez y Rojas Pinilla), lo que nos enseñan los hechos tiene que ver con los fenómenos de la ubicuidad del poder, de su condición cambiante y con la forma como las instituciones políticas respondieron a ese momento histórico que las determinaba. A estas condiciones nos referimos en las notas que siguen a continuación:
El qué y el cómo del poder
Michel Foucault, uno de los grandes filósofos de nuestro tiempo, en numerosos ensayos y en su libro Microfísica del poder nos ilustra sobre cinco postulados que nosotros seguimos en nuestro análisis político. Ellos son: (a) El poder no es propiedad de una institución, aunque su ejercicio sea una estrategia de gobierno; (b) El poder no está localizado en el Estado, más bien constituye una relación (relación de relaciones) que manifiesta sus efectos en el transcurrir de la vida política; (c) El poder político no constituye un espacio que pueda ser representado como un símbolo piramidal, sino que se asimila a una suma de segmentos ordenados dentro de la estructura social (retículas o cuadrículas de la que Alvin Tofler distingue como sociedad configurativa); (d) El poder no actúa como medio de represión o de imposición ideológica, por el contrario, el poder produce, transforma, “normaliza” a los individuos (poder – control: en términos de Pierre Bourdieu quienes detentan el “capital político” son quienes manejan el control social); (e) Finalmente, el poder relaciona a las personas con el Estado, constituye un principio de fuerza en movimiento continuo que a través de sus propias estrategias determina lo legal o lo ilegal.
En síntesis, Foucault nos ilustra sobre los vaivenes y desplazamientos del poder a través de las relaciones que se descubren en el orden social. Por su parte, el marxismo reconoce un origen primigenio de las relaciones de poder al postular a la economía como estructura profunda o infraestructura que subordina a las instituciones políticas (superestructuras).
La dialéctica del poder y la fuerza.
Bajo el poder (potestas) existe una fuerza (potentia). La fuerza puede estar representada por una institución (la Asamblea, o la Presidencia), por una persona (el caudillo), por un colectivo anónimo (el Pueblo), o por una idea política (la representación democrática). La dinámica política consiste en continuos cambios de fuerza en el seno del poder (Marcel Prelot). El poder que se desgasta debe tender a renovarse y a conservar su fuerza.
El poder desgastado pierde su legitimidad y abre el camino a otra fuerza reemplazante. Las revoluciones cancelan la debilidad y paren la fuerza, nos dice Georges Sorel. El momento histórico crucial es aquella instancia en la cual la fuerza se halla de un lado y el poder de otro. El nacimiento, auge y caída de la dictadura del General Rojas Pinilla nos permiten ilustrar estas nociones de la política como ciencia del poder.
Nacimiento de la dictadura rojista
El origen de la dictadura militar del General Rojas Pinilla no fue un golpe de Estado como había ocurrido con Perón en la Argentina y Getulio Vargas en el Brasil, sino, por el contrario, puede apreciarse como un recurso del método de la clase dominante y con el cual el extenuado poder civil de ese momento se obligó a un parto de fuerza para afrontar su propia crisis de debilidad. En efecto, los avances de la violencia guerrillera y la imposibilidad de su control hicieron que la hegemonía liberal – conservadora en el gobierno acudiera al poder de los militares y depositara en ellos el dominio del Estado. El mismo General Rojas Pinilla, antes de aceptar, expresó sus reticencias ante la opción que se le ofrecía. En estas condiciones lo que se instauró fue una dictadura militar atípica bajo la tutela civil. Se produjo, como lo calificó Darío Echandía, un “golpe de opinión” antes que un “golpe de Estado”. En esta instancia el poder militar (la fuerza) inició un proceso de crecimiento a fin de consolidarse como poder político.
Naturaleza del poder dictatorial
Metamorfoseado el poder civil en poder militar se siguió un proceso de autorreconocimiento y autoidentificación, a fin de consolidarse como fuerza de gobierno. Los modelos – espejo de ese momento fueron las dictaduras contemporáneas de la época con sus similares comportamientos de gobierno: la de Vargas en Brasil ilustró sobre la función política de las Fuerzas Armadas y sobre el control estatal del movimiento obrero; el Peronismo argentino proporcionó las bases estructurales para la formación de un partido único de gobierno y de una Confederación Nacional de Trabajadores, homogéneos ideológicamente con el régimen, lo mismo que las prácticas mediáticas del culto a la personalidad del dictador; la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo en República Dominicana proporcionó el modelo de una satrapía gobernada en función y al servicio de un clan familiar (como lo narra con toda propiedad Mario Vargas Llosa en La Fiesta del Chivo). Los medios de acercamiento popular como las medidas de alivio económico con los subsidios al consumo fueron en este caso y han sido desde siempre comunes en las dictaduras latinoamericanas. En la obra La novela de Perón Tomás Eloy Martínez idea una especie de suprahistoria, una imagen aureolada del dictador para ejemplificarnos la inflación imagológica de la figura del gobernante, o sea como la imagen crea la realidad política.
Auge de la dictadura rojista
A finales de 1954 el dictador en el ejercicio de sus funciones aún no había agrietado sus relaciones políticas con los tutores del poder civil. Para definir su propio poder se decidió por una prueba de fuerza. Carlos H. Urán en su libro Rojas o la manipulación del poder se refiere así a la situación: “Rojas en ese momento definió su poder y, sobre todo, lo identificó: el poder era él mismo”. Se seguía el cómo consolidarlo. La solución era obvia: debían crearse organismos e instituciones legitimadoras y sustentadoras, entre ellas una fuerza sindical y un partido de gobierno. Se discernía así la tesis de Bertrand de Jouvenel quien propone que la fuerza de los poderosos sólo es posible cuando se apoya en el consentimiento de los humildes. Al lado de las campañas mediáticas para este efecto, se diseñaron así una Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) y un Movimiento Amplio Nacional (MAN).
La fórmula política de la dictadura populista había sido concientizada en Estado > Gobierno > Dictador > Sindicato > Partido Unico. La dirigencia liberal - conservadora ante esta amenaza procedió en consecuencia y estableció una comparación con el gobierno peronista de Argentina, a fin de execrar de la dictadura militar. “Los tutores liberales y conservadores, al mismo tiempo, habían tomado conciencia de que al darle el poder al General habían calculado mal” (Carlos H. Urán). Restaba, entonces, enmendar el error y tornar las aguas contrarias de la dictadura al cauce normal del dominio burgués. Lo que se siguió fue el acto del 10 de mayo de 1957.
Caída de la dictadura
La caída del régimen se realizó a través de un insólito paro patronal que comandaron los gremios de la producción, acompañados de fuerzas cívicas y estudiantiles, orquestadas desde la cúspide del dominio burgués. El poder volvió a los mismos que lo habían detentado secularmente y que durante el breve interregno rojista lo tutelaron desde la sombra. Caído el telón, Colombia había vivido una dictadura militar sin comparación en el continente y había abortado una criatura política no homogénea políticamente con el orden burgués dominante. La fuerza del poder, luego del intermedio del gobierno que representó la Junta Militar, se convirtió en el llamado Frente Nacional. El trance político se había superado y los mismos actores de siempre volvieron a dominar el escenario político colombiano.
Por Nodier Botero J.
No hay comentarios:
Publicar un comentario