Maommar al-Gaddafi de Libia, por ejemplo, era un paranoico narcisista, hambriento de poder y vanidoso. Alexander Lukashenko de Bielorrusia, que está catalogado como uno de los dictadores más peligrosos de la historia, atacaba a sus opositores con señales claras de psicopatías malignas de megalomanía casi imposibles de controlar. El más reciente, el norcoreano Kim Jong-Un que, a pesar de haber sido criado en un ambiente próspero en los mejores colegios de occidente, ha terminado siendo uno de los peores dictadores.
Estar al mando de un país, sin embargo, no es un requisito indispensable para tener las características que hacen de alguien un dictador. Lo que sí tienen en común es un alto grado de narcisismo, explica el Doctor Seth Davin Norrholm de la Universidad de Emory.
Lo que las personas dictatoriales tienen en común es un alto grado de narcisismo”
Se trata de personas que rebosan de confianza e independencia en sí mismos y desprenden mucha energía sexual. Pero también suelen estar muy absortos, son mentirosos profesionales, sin compasión, suelen ser sádicos y poseen un apetito insaciable de poder. Estos solo son algunos de los principales rasgos de los psicópatas, según Norrholm.
Las características de los dictadores
En el lóbulo frontal inferior del cerebro encontramos el circuito que probablemente se haya dañado en los dictadores psicópatas, donde se inhiben los impulsos agresivos creados en las amígdalas. Las personas con baja actividad en esta zona están especialmente predispuestos a comportamientos impulsivos o psicopáticos.
Cuando nos enfrentamos a dilemas morales, cuando nos debatimos entre el ángel y el demonio que llevamos dentro, esta parte del cerebro se activa. De cualquier forma, cuando el centro del lóbulo frontal está malformado o dañado, fracasa en activarse y la amígdala del lóbulo temporal se apodera de los controles de comportamiento.
La amígdala es el centro principal de los circuitos donde se regulan el miedo, la rabia, el deseo sexual y la memoria emocional entre otras cosas. Esta parte del cerebro está directamente conectada al hipotálamo, cuyo funcionamiento se desregula en personas con problemas emocionales. Esto puede pasar durante el desarrollo fetal, afectado por los genes y por el entorno. Esa lucha la puede ganar o la moralidad, el mecanismo de control de impulsos del lóbulo frontal inferior que tenemos, o la amígdala más salvaje.
“Las personas con baja actividad en el lóbulo frontal inferior del cerebro están predispuestos a comportamientos psicopáticos”
Por lo tanto, actividades que satisfacen a la mayor parte de personas - como puede ser leer un libro o ver una puesta de sol- no tiene ningún impacto en una persona con amígdalas subdesarrolladas, escribe el Dr. James Fallon en Psychology Today. Para algunas personas, esto implica que la tendencia a las adicciones de alcohol y drogas sea mayor, mientras que los dictadores buscan colocarse en el poder.
Otras características comunes entre las personas con tendencias dictatoriales es haber sufrido graves abusos en su infancia y haber sufrido la pérdida de familiares muy cercanos, como los padres.
Esta combinación de factores no es una garantía absoluta de que una persona vaya a convertirse en un dictador -o lo sea-. Un cierto grado de estos factores están presentes en todos y cada uno de nosotros, lo importante es el nivel de implicación que tengan estos factores en nuestra personalidad.
Todas estas características también las suelen compartir otros perfiles como los de los soldados que encargados combatir a los dictadores, que se eligen según propiedades de su personalidad como -frialdad y agresividad combinadas calidez y moralidad- para tener cierta garantía de que hará bien su trabajo.
“Al final lo que diferencia a un soldado de un dictador, un psicópata o un asesino es el equilibrio de sus emociones, impulsos, instintos y compases morales en un contexto apropiado”, asegura Fallon.
Lo que satisface a una persona normal no tiene ningún impacto en una persona con amígdalas subdesarrolladas
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