Palabras de presentación del libro
Palabras de presentación del libro Junio de 1959: Desembarco a la gloria, de Juan Deláncer pronunciadas por el Dr. Frank Moya Pons en la Biblioteca Nacional el 17 de junio del 2014
Señoras y señores :
Me da mucho gusto comparecer ante ustedes para conversar acerca de esta edición de la obra Junio 1959 : Desembarco a la Gloria, del conocido periodista Juan Deláncer, publicada por primera vez en 1979 con el título Primavera 1959 : Constanza, Maimón y Estero Hondo, y en segunda ocasión, en 1997, con el título que lleva también esta tercera edición.
Creo que Juan Deláncer nos dirá más tarde las razones que le movieron a cambiarle el título a este interesante libro que describe en lenguaje llano los preparativos de las expediciones antitrujillistas que salieron de Cuba en junio de 1959, así como muchos detalles que explican el fracaso de aquella aventura militar que culminó en la muerte de todos, menos cinco, de sus participantes, pero que abrió la compuerta que dio paso al torrente de oposición nacional e internacional que terminó derrocando la dictadura de Trujillo.
Una de las características más importantes de este libro es haber sido pionero en el estudio de las expediciones de 1959, y haber creado el marco descriptivo para la reconstrucción de aquellos eventos. Juan Deláncer abrió el camino que también siguieron otros destacados investigadores del período, como Armando Lora (1979), Hugo Ysálguez (1980), Anselmo Brache Batista (1985), José Rafael Vargas (1985), Eugenio Guerrero Pou (1996), Roberto Cassá (1999), José Abreu Cardet (2003), Rafael Chaljub Mejía (2006) y Tony Raful (2007).
Varios de estos autores amplían los datos recogidos por Juan Deláncer, algunos muy detalladamente, como es el caso de Anselmo Brache Batista, y otros añaden interpretaciones políticas y personales a los mismos, pero en general no cambian la objetividad de la historia contada inicialmente por Deláncer.
Y no lo hacen, porque Deláncer cuenta los acontecimientos en forma de un reportaje periodístico que busca ante todo presentar una introducción a la historia de las expediciones, organizando sus datos en orden cronológico, combinando testimonios escritos con declaraciones orales de algunos testigos y de los pocos sobrevivientes.
El libro nos presenta esta trágica historia con una frescura de estilo que nos lleva a revivir aquellos dramáticos episodios. Puedo decirlo de esta manera, porque recuerdo bien, aunque yo era entonces un joven adolescente, como llegaron a mi pueblo natal, La Vega, las noticias del desembarco en Constanza y como aquella corta guerra de guerrillas que apenas duró 27 días, desató en la población un gran entusiasmo en todas las clases sociales, abonando la esperanza de que pronto sería posible el derrocamiento de la dictadura trujillista.
A partir de entonces, todos, jóvenes y viejos, pueblitas y campesinos, profesionales y gente común, hombres y mujeres, empezamos a vivir una nueva etapa en la que cada día crecían el rumor político y la indignación moral, cada vez con menos miedo, con el que cada cual abonaba el anti/trujillismo social con una noticia, un plan, un esquema político, una fantasía militar y así por el estilo.
Se han dicho repetidas veces, y es verdad, que las expediciones de junio pusieron en marcha las energías de una nación cansada de tiranía y estimularon a docenas de hombre y mujeres a organizarse para derrocarla, formando el movimiento patriótico 14 de junio. Este movimiento, como todos sabemos, fue descubierto. Sus líderes fueron encarcelados, torturados y muchos fueron asesinados, pero la lucha no se detuvo y, finalmente, Trujillo fue ajusticiado.
La mayoría de los patriotas que desataron esas fuerzas históricas no pudieron ver con ojos físicos el fruto de su sacrificio. Juan Deláncer nos narra en qué consistió ese sacrificio, y nos cuenta como se organizó el primer campamento de exiliados que viajaron a Cuba de numerosos paises para recibir entrenamiento militar en Cuba.
En este libro nos enteramos de la vida cotidiana y política en ese campamento ubicado en Mil Cumbres, en la provincia de Pinar del Río, organizados por órdenes de Fidel Castro para cumplir con su compromiso hecho a los exiliados dominicanos de que tan pronto triunfara la revolución de Cuba, el paso siguiente sería el derrocamiento de Trujillo.
También nos enteramos del enorme entusiasmo que generó la noticia entre los exiliados dominicanos y sus amigos anti/trujillistas en Cuba, Venezuela y los Estados Unidos la noticia de que ese campamento sería organizado inmediatamente después de la toma de La Habana, ocurrida el 1 de enero de 1959.
Deláncer nos lleva de la mano mostrándonos a docenas de hombres, así como a cuatro mujeres, que viajaron desde esos países a Cuba para inscribirse como futuros expedicionarios contra Trujillo. Las mujeres residían en Nueva York, y allí fueron reclutadas.
Nos habla también de los esfuerzos que hizo el liderazgo del exilio para unir voluntades políticas, y construir un frente patriótico sin distinciones partidistas. Este frente se llamó Movimiento de Liberación Dominicana, y estuvo encabezada por un Comité Central Ejecutivo compuesto por Juan Isidro Jiménez Grullón, Luis Aquiles Mejía, Francisco Castellanos, Francisco Canto, Cecilio Grullón y Enrique Jiménez Moya, este ultimo como jefe del Ejército de la Liberación Dominicana.
Es igualmente reveladora la historia recogida por Deláncer acerca de los incidentes que procedieron el embarque de los expedicionarios, y las dificultades que confrontó uno de los grupos que debió desembarcar en la costa norte del país, entre Maimón y Estero Hondo, viéndose obligado este grupo a devolverse a Cuba, al dañársele la nave en que venían.
Impresiona la historia de la valentía de un jovencito de trece años, protegido del comandante cubano Delio Gómez Ochoa, quien, al decir de Deláncer, se metió en el avión que venía de Constanza, aún sin estar debidamente autorizado para ello.
Es igualmente impresionante las muchas historias de valentía personal y generosidad patriótica de los demás expedicionarios, entre los cuales habían varios que se enrolaron en la expedición, a pesar de estar convencidos de que no lograrían vencer la maquinaria militar trujillista, y morirían en el intento. Uno de ellos, llamado Miguel Saviñón, al ser preguntársele por qué se había inscrito tan tarde en el campamento, respondió, quitándole importancia, que: "Con entrenamiento, o sin entrenamiento, a nosotros nadie nos salva. Todos vamos a morir".
Deláncer recoge también numerosos detalles de los esfuerzos que hizo el régimen de Trujillo para rechazar militarmente las expediciones. Sus espías en Cuba le mantenían informado, de los preparativos guerrilleros y por ello el dictador pidió al Congreso Nacional declarar un estado de emergencia el 21 de abril de 1959, al tiempo que actuaba rápidamente para comprar armas y equipos militares en el extranjero.
Además, el gobierno creó una llamada Legión Extranjera Anticomunista con mercenarios reclutados en varios países europeos, en tanto que Petán Trujillo, el hermano del dictador residente en Bonao, organizó un ejército de campesinos llamado "Los Cocuyos de la Cordillera".
De manera que las expediciones no tomaron el régimen por sorpresa, sino todo lo contrario. Deláncer aporta muchos datos inmediatamente posterior al primer desembarco en Constanza, que explican la pérdida de ventaja de los guerrilleros y la rápida reacción del ejército dominicano, así como la implacable persecución de los patriotas por las montañas de la Cordillera Central.
Esta persecución, que no dejó ni un momento de ventaja a los guerrilleros, y culminó en la muerte en combate de muchos de ellos en la detención y posterior tortura y asesinato de la mayoría.
Esos episodios forman el núcleo central de esta obra. En este núcleo, Deláncer también describe las causas del aparatoso fracaso de los desembarcos por Maimón y Estero Hondo, amparándose en testimonios de soldados, oficiales y campesinos dominicos que combatieron y persiguieron a los expedicionarios anti/trujillistas a partir del 19 de junio.
Para escribir esta obra Deláncer ha hecho uso de numerosas fuentes: del diario de Johnny Puigsubirá, de correspondencia oficial del ministerio de Relaciones Exteriores, de correspondencia diplomática de los Estados Unidos, de las memorias de Ponsio Pou Saleta, Delio Gómez Ochoa y Mayobanex Vargas, así como de declaraciones tomadas de entrevistas a oficiales, soldados y campesinos.
Utilizando esos testimonios, Deláncer cuestiona la cifra de muertos y heridos en combates publicitadas por el régimen como parte de su guerra psicológica y de amedrentamiento de la población campesina que no se atrevía, salvo en poquísimos casos, a dar apoyo o abrigo a los guerrilleros por miedo a ser castigados por el gobierno.
Impresionan los episodios en que Deláncer cuenta como algunas familias campesinas fueron exterminadas por bombas incendiarias cuando el alto mando militar se enteró de que en sus chozas se habían refugiado uno que otros guerrillero.
También impresionan los numerosos detalles de las torturas fusilamiento de los guerrilleros capturados luego de ser llevados a la base aérea de San Isidro, en donde Ramfis, el hijo del dictador, dirigía las operaciones, y actuaba como un sádico sediento de sangre.
Esos pasajes de la obra son aterradores, y sirven de ejemplo de los extremos a los que llegó el régimen de Trujillo en sus postrimerías.
Deláncer menciona con nombre y apellido a los altos oficiales más sanguinarios que se cebaron en los guerrilleros, infligiéndoles crudelísimas torturas, como ocurrió con Mayobanex Vargas cuando fue recibido "con golpes de todos los rangos" y fue castigado por su torturador con un bastón eléctrico en la boca, mientras "sujetaba con su pie mi pescuezo... luego me puso el bastón en los testículos, en los oídos, en la nariz..."
De la lectura de esta obra se sacan fácilmente algunas lecciones. Una de ellas es que los guerrilleros vinieron al país con muy escasa preparación y entrenamiento. Vinieron como dice el himno, "llenos de patriotismo enamorados de un puro ideal", creyendo que su sola presencia bastaría para que el pueblo dominicano se alzara contra Trujillo. Primer gran error.
Segundo gran error fue aterrizar en el corazón de la Cordillera Central e internarse en bosque de pino y otras zonas donde no había ni solo árbol frutal ni, mucho menos, cultivos que pudieran satisfacer el hambre. Un error similar lo cometió otro grupo de guerrilleros llegado al país en febrero de 1973, encabezado por Francisco Caamaño.
Este libro describe una y otra vez las miserias de los guerrilleros a medida que pasaban los días, y se les terminaban sus alimentos entrando en un espiral de hambre, sed y falta de sueño que llego al extremo de hacer que algunos deliraran, según se lee en el diario de Johnny Puigsubirá.
Esos dos grandes errores, así como otras fallas tácticas, como dispersarse en grupos cada vez más pequeños hicieron inefectiva la acción guerrillera que en pocos días vio mermada su capacidad de combate hasta terminar sucumbiendo, uno tras otro, los sobrevivientes.
Al final de la obra Deláncer concluye con varios apéndices que contienen los nombres de los expedicionarios. Desembarcaron por Constanza 34 hombres, que inicialmente se dividieron en dos grupos, uno comandado por Jiménez Moya y el otro por Gómez Ochoa. De éstos sobrevivieron cinco para contarlo. Por Maimón y Estero Hondo llegaron 144 hombres, de los cuales ni uno solo quedó vivo. Otro grupo que no llegó a playas dominicanas logró sobrevivir porque su lancha se averió, y tuvieron que devolverse a Cuba. Este grupo estaba compuesto de 22 guerrilleros.
En total, las expediciones que tocaron suelo dominicano sumaron 178 guerrilleros, de los cuales 22 eran cubanos, 13 venezolanos, cinco puertorriqueños, dos españoles y dos norteamericanos. En total : 44 extranjeros y 134 dominicanos. 15 de ellos eran comunistas declarados. El resto eran creyentes en la democracia liberal de estilo estadounidense o europeo.
Además de la lista que arrojan esos números, Deláncer también recoge un análisis elaborado por Emilio Cordero para desmentir la propaganda del régimen que en aquellos momentos quiso vender la idea de que los guerrilleros habían muerto en combate y no habían sido asesinados.
Deláncer cita a Cordero Michel, diciendo que "sólo 58 de los guerrilleros cayeron combate, de tal modo que un total de 192 patriotas fueron mayormente asesinados y los menos cayeron en enfrentamientos, habiendo quedado sólo cinco de ellos vivos. Del exterminio fríamente calculado por el régimen, 33 resultaron heridos, 78 maltratados y ejecutados como prisionero en la base aérea de San Isidro, u 72 torturados y ejecutados en la cárcel de la 40 y el kilometro 9, en la cercanía del cuartel general de la fuerza aérea".
Como se ve, este es un libro riquísimo en informaciones, extraordinariamente bien escrito, que se lee con suma facilidad, gracias al impecable estilo literario de su autor.
Una vez que uno comienza su lectura, no quiere interrumpirla. Este es uno de los grandes méritos de esta historia, pues si usted no quisiera leerla como historia, puede hacerlo como pura literatura, pues está escrita en una prosa clara y sin rebuscamiento artificioso del lenguaje, una prosa manejada para informar objetivamente, sin especulaciones ni fantasías, ateniéndose a lo que el escritor encontró en los documentos y recibió en los testimonios de aquellos a quien entrevistó.
Felicito por todo ello a Juan Deláncer por haber escrito esta importante obra que seguirá siendo por muchos años la primera introducción a la gesta patriótica de junio de 1959.
Señoras y señores :
Me da mucho gusto comparecer ante ustedes para conversar acerca de esta edición de la obra Junio 1959 : Desembarco a la Gloria, del conocido periodista Juan Deláncer, publicada por primera vez en 1979 con el título Primavera 1959 : Constanza, Maimón y Estero Hondo, y en segunda ocasión, en 1997, con el título que lleva también esta tercera edición.
Creo que Juan Deláncer nos dirá más tarde las razones que le movieron a cambiarle el título a este interesante libro que describe en lenguaje llano los preparativos de las expediciones antitrujillistas que salieron de Cuba en junio de 1959, así como muchos detalles que explican el fracaso de aquella aventura militar que culminó en la muerte de todos, menos cinco, de sus participantes, pero que abrió la compuerta que dio paso al torrente de oposición nacional e internacional que terminó derrocando la dictadura de Trujillo.
Una de las características más importantes de este libro es haber sido pionero en el estudio de las expediciones de 1959, y haber creado el marco descriptivo para la reconstrucción de aquellos eventos. Juan Deláncer abrió el camino que también siguieron otros destacados investigadores del período, como Armando Lora (1979), Hugo Ysálguez (1980), Anselmo Brache Batista (1985), José Rafael Vargas (1985), Eugenio Guerrero Pou (1996), Roberto Cassá (1999), José Abreu Cardet (2003), Rafael Chaljub Mejía (2006) y Tony Raful (2007).
Varios de estos autores amplían los datos recogidos por Juan Deláncer, algunos muy detalladamente, como es el caso de Anselmo Brache Batista, y otros añaden interpretaciones políticas y personales a los mismos, pero en general no cambian la objetividad de la historia contada inicialmente por Deláncer.
Y no lo hacen, porque Deláncer cuenta los acontecimientos en forma de un reportaje periodístico que busca ante todo presentar una introducción a la historia de las expediciones, organizando sus datos en orden cronológico, combinando testimonios escritos con declaraciones orales de algunos testigos y de los pocos sobrevivientes.
El libro nos presenta esta trágica historia con una frescura de estilo que nos lleva a revivir aquellos dramáticos episodios. Puedo decirlo de esta manera, porque recuerdo bien, aunque yo era entonces un joven adolescente, como llegaron a mi pueblo natal, La Vega, las noticias del desembarco en Constanza y como aquella corta guerra de guerrillas que apenas duró 27 días, desató en la población un gran entusiasmo en todas las clases sociales, abonando la esperanza de que pronto sería posible el derrocamiento de la dictadura trujillista.
A partir de entonces, todos, jóvenes y viejos, pueblitas y campesinos, profesionales y gente común, hombres y mujeres, empezamos a vivir una nueva etapa en la que cada día crecían el rumor político y la indignación moral, cada vez con menos miedo, con el que cada cual abonaba el anti/trujillismo social con una noticia, un plan, un esquema político, una fantasía militar y así por el estilo.
Se han dicho repetidas veces, y es verdad, que las expediciones de junio pusieron en marcha las energías de una nación cansada de tiranía y estimularon a docenas de hombre y mujeres a organizarse para derrocarla, formando el movimiento patriótico 14 de junio. Este movimiento, como todos sabemos, fue descubierto. Sus líderes fueron encarcelados, torturados y muchos fueron asesinados, pero la lucha no se detuvo y, finalmente, Trujillo fue ajusticiado.
La mayoría de los patriotas que desataron esas fuerzas históricas no pudieron ver con ojos físicos el fruto de su sacrificio. Juan Deláncer nos narra en qué consistió ese sacrificio, y nos cuenta como se organizó el primer campamento de exiliados que viajaron a Cuba de numerosos paises para recibir entrenamiento militar en Cuba.
En este libro nos enteramos de la vida cotidiana y política en ese campamento ubicado en Mil Cumbres, en la provincia de Pinar del Río, organizados por órdenes de Fidel Castro para cumplir con su compromiso hecho a los exiliados dominicanos de que tan pronto triunfara la revolución de Cuba, el paso siguiente sería el derrocamiento de Trujillo.
También nos enteramos del enorme entusiasmo que generó la noticia entre los exiliados dominicanos y sus amigos anti/trujillistas en Cuba, Venezuela y los Estados Unidos la noticia de que ese campamento sería organizado inmediatamente después de la toma de La Habana, ocurrida el 1 de enero de 1959.
Deláncer nos lleva de la mano mostrándonos a docenas de hombres, así como a cuatro mujeres, que viajaron desde esos países a Cuba para inscribirse como futuros expedicionarios contra Trujillo. Las mujeres residían en Nueva York, y allí fueron reclutadas.
Nos habla también de los esfuerzos que hizo el liderazgo del exilio para unir voluntades políticas, y construir un frente patriótico sin distinciones partidistas. Este frente se llamó Movimiento de Liberación Dominicana, y estuvo encabezada por un Comité Central Ejecutivo compuesto por Juan Isidro Jiménez Grullón, Luis Aquiles Mejía, Francisco Castellanos, Francisco Canto, Cecilio Grullón y Enrique Jiménez Moya, este ultimo como jefe del Ejército de la Liberación Dominicana.
Es igualmente reveladora la historia recogida por Deláncer acerca de los incidentes que procedieron el embarque de los expedicionarios, y las dificultades que confrontó uno de los grupos que debió desembarcar en la costa norte del país, entre Maimón y Estero Hondo, viéndose obligado este grupo a devolverse a Cuba, al dañársele la nave en que venían.
Impresiona la historia de la valentía de un jovencito de trece años, protegido del comandante cubano Delio Gómez Ochoa, quien, al decir de Deláncer, se metió en el avión que venía de Constanza, aún sin estar debidamente autorizado para ello.
Es igualmente impresionante las muchas historias de valentía personal y generosidad patriótica de los demás expedicionarios, entre los cuales habían varios que se enrolaron en la expedición, a pesar de estar convencidos de que no lograrían vencer la maquinaria militar trujillista, y morirían en el intento. Uno de ellos, llamado Miguel Saviñón, al ser preguntársele por qué se había inscrito tan tarde en el campamento, respondió, quitándole importancia, que: "Con entrenamiento, o sin entrenamiento, a nosotros nadie nos salva. Todos vamos a morir".
Deláncer recoge también numerosos detalles de los esfuerzos que hizo el régimen de Trujillo para rechazar militarmente las expediciones. Sus espías en Cuba le mantenían informado, de los preparativos guerrilleros y por ello el dictador pidió al Congreso Nacional declarar un estado de emergencia el 21 de abril de 1959, al tiempo que actuaba rápidamente para comprar armas y equipos militares en el extranjero.
Además, el gobierno creó una llamada Legión Extranjera Anticomunista con mercenarios reclutados en varios países europeos, en tanto que Petán Trujillo, el hermano del dictador residente en Bonao, organizó un ejército de campesinos llamado "Los Cocuyos de la Cordillera".
De manera que las expediciones no tomaron el régimen por sorpresa, sino todo lo contrario. Deláncer aporta muchos datos inmediatamente posterior al primer desembarco en Constanza, que explican la pérdida de ventaja de los guerrilleros y la rápida reacción del ejército dominicano, así como la implacable persecución de los patriotas por las montañas de la Cordillera Central.
Esta persecución, que no dejó ni un momento de ventaja a los guerrilleros, y culminó en la muerte en combate de muchos de ellos en la detención y posterior tortura y asesinato de la mayoría.
Esos episodios forman el núcleo central de esta obra. En este núcleo, Deláncer también describe las causas del aparatoso fracaso de los desembarcos por Maimón y Estero Hondo, amparándose en testimonios de soldados, oficiales y campesinos dominicos que combatieron y persiguieron a los expedicionarios anti/trujillistas a partir del 19 de junio.
Para escribir esta obra Deláncer ha hecho uso de numerosas fuentes: del diario de Johnny Puigsubirá, de correspondencia oficial del ministerio de Relaciones Exteriores, de correspondencia diplomática de los Estados Unidos, de las memorias de Ponsio Pou Saleta, Delio Gómez Ochoa y Mayobanex Vargas, así como de declaraciones tomadas de entrevistas a oficiales, soldados y campesinos.
Utilizando esos testimonios, Deláncer cuestiona la cifra de muertos y heridos en combates publicitadas por el régimen como parte de su guerra psicológica y de amedrentamiento de la población campesina que no se atrevía, salvo en poquísimos casos, a dar apoyo o abrigo a los guerrilleros por miedo a ser castigados por el gobierno.
Impresionan los episodios en que Deláncer cuenta como algunas familias campesinas fueron exterminadas por bombas incendiarias cuando el alto mando militar se enteró de que en sus chozas se habían refugiado uno que otros guerrillero.
También impresionan los numerosos detalles de las torturas fusilamiento de los guerrilleros capturados luego de ser llevados a la base aérea de San Isidro, en donde Ramfis, el hijo del dictador, dirigía las operaciones, y actuaba como un sádico sediento de sangre.
Esos pasajes de la obra son aterradores, y sirven de ejemplo de los extremos a los que llegó el régimen de Trujillo en sus postrimerías.
Deláncer menciona con nombre y apellido a los altos oficiales más sanguinarios que se cebaron en los guerrilleros, infligiéndoles crudelísimas torturas, como ocurrió con Mayobanex Vargas cuando fue recibido "con golpes de todos los rangos" y fue castigado por su torturador con un bastón eléctrico en la boca, mientras "sujetaba con su pie mi pescuezo... luego me puso el bastón en los testículos, en los oídos, en la nariz..."
De la lectura de esta obra se sacan fácilmente algunas lecciones. Una de ellas es que los guerrilleros vinieron al país con muy escasa preparación y entrenamiento. Vinieron como dice el himno, "llenos de patriotismo enamorados de un puro ideal", creyendo que su sola presencia bastaría para que el pueblo dominicano se alzara contra Trujillo. Primer gran error.
Segundo gran error fue aterrizar en el corazón de la Cordillera Central e internarse en bosque de pino y otras zonas donde no había ni solo árbol frutal ni, mucho menos, cultivos que pudieran satisfacer el hambre. Un error similar lo cometió otro grupo de guerrilleros llegado al país en febrero de 1973, encabezado por Francisco Caamaño.
Este libro describe una y otra vez las miserias de los guerrilleros a medida que pasaban los días, y se les terminaban sus alimentos entrando en un espiral de hambre, sed y falta de sueño que llego al extremo de hacer que algunos deliraran, según se lee en el diario de Johnny Puigsubirá.
Esos dos grandes errores, así como otras fallas tácticas, como dispersarse en grupos cada vez más pequeños hicieron inefectiva la acción guerrillera que en pocos días vio mermada su capacidad de combate hasta terminar sucumbiendo, uno tras otro, los sobrevivientes.
Al final de la obra Deláncer concluye con varios apéndices que contienen los nombres de los expedicionarios. Desembarcaron por Constanza 34 hombres, que inicialmente se dividieron en dos grupos, uno comandado por Jiménez Moya y el otro por Gómez Ochoa. De éstos sobrevivieron cinco para contarlo. Por Maimón y Estero Hondo llegaron 144 hombres, de los cuales ni uno solo quedó vivo. Otro grupo que no llegó a playas dominicanas logró sobrevivir porque su lancha se averió, y tuvieron que devolverse a Cuba. Este grupo estaba compuesto de 22 guerrilleros.
En total, las expediciones que tocaron suelo dominicano sumaron 178 guerrilleros, de los cuales 22 eran cubanos, 13 venezolanos, cinco puertorriqueños, dos españoles y dos norteamericanos. En total : 44 extranjeros y 134 dominicanos. 15 de ellos eran comunistas declarados. El resto eran creyentes en la democracia liberal de estilo estadounidense o europeo.
Además de la lista que arrojan esos números, Deláncer también recoge un análisis elaborado por Emilio Cordero para desmentir la propaganda del régimen que en aquellos momentos quiso vender la idea de que los guerrilleros habían muerto en combate y no habían sido asesinados.
Deláncer cita a Cordero Michel, diciendo que "sólo 58 de los guerrilleros cayeron combate, de tal modo que un total de 192 patriotas fueron mayormente asesinados y los menos cayeron en enfrentamientos, habiendo quedado sólo cinco de ellos vivos. Del exterminio fríamente calculado por el régimen, 33 resultaron heridos, 78 maltratados y ejecutados como prisionero en la base aérea de San Isidro, u 72 torturados y ejecutados en la cárcel de la 40 y el kilometro 9, en la cercanía del cuartel general de la fuerza aérea".
Como se ve, este es un libro riquísimo en informaciones, extraordinariamente bien escrito, que se lee con suma facilidad, gracias al impecable estilo literario de su autor.
Una vez que uno comienza su lectura, no quiere interrumpirla. Este es uno de los grandes méritos de esta historia, pues si usted no quisiera leerla como historia, puede hacerlo como pura literatura, pues está escrita en una prosa clara y sin rebuscamiento artificioso del lenguaje, una prosa manejada para informar objetivamente, sin especulaciones ni fantasías, ateniéndose a lo que el escritor encontró en los documentos y recibió en los testimonios de aquellos a quien entrevistó.
Felicito por todo ello a Juan Deláncer por haber escrito esta importante obra que seguirá siendo por muchos años la primera introducción a la gesta patriótica de junio de 1959.
No hay comentarios:
Publicar un comentario