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martes, 9 de junio de 2015

Dejaron atrás la tiranía en Corea del Sur


Desde su creación en 1953, el país ha padecido dos gobiernos dictatoriales, aunque en uno de ellos se sentaron las bases para el desarrollo económico

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04/06/2015 01:12 José Carreño Figueras / Enviado
Soldados de Estados Unidos y Corea del Sur durante la ceremonia de activación de una división combinada, realizada ayer en Uijeongbu. Fotos: AP
Soldados de Estados Unidos y Corea del Sur durante la ceremonia de activación de una división combinada, realizada ayer en Uijeongbu. Fotos: AP
SEÚL, 4 de junio.– La transición de Corea del Sur hacia la democracia “ha sido una larga jornada a través de periodos de regímenes autoritarios”, afirma un reporte de la Universidad de Oxford.
El señalamiento no es gratuito. Desde su literal creación en 1953 tras la guerra que consagró la división determinada en 1948 por la ocupación de las potencias vencedoras en la Segunda Guerra Mundial, la República de Corea (del Sur) ha pasado por al menos dos gobiernos considerados como dictatoriales.
Pero al mismo tiempo, ha crecido a un ritmo de 7% anual en promedio, impulsada por una combinación de factores que van de una fanática conciencia anticomunista y una continuidad de políticas de desarrollo iniciadas a mediados de los años 60 por el entonces presidente Park Chung-Hee.
El de Park fue considerado como un régimen por lo menos autoritario, iniciado al abrigo de un golpe de Estado militar en marzo de 1962 y que concluyó el 26 de octubre de 1979 con su asesinato por el entonces director de la Agencia Central de Inteligencia Sudcoreana, Kim
Jae-Kyu.
El rápido crecimiento inicial de Corea del Sur se caracterizó tanto por autoritarismo político y extensiva intervención del Estado en la economía”, señaló la influyente revista estadunidense Foreign Affairs.
En los años 1970 y 1980 Seúl canalizó masivos montos de capital a través de subsidios y préstamos estatales de bajo interés a conglomerados familiares confiables, o chaebols” que disfrutaron ademas de preferencias comerciales y derechos monopólicos, agregó.
Los imperios resultantes tienen vínculos literalmente con toda la economía y la sociedad coreanas y han sido determinantes en el acenso del país, pero también tienen un lado oscuro: la falta de transparencia en los manejos empresariales, según la investigadora Charlotte Marguerite Powers, de la Universidad de Georgetown, al tiempo que “sus lazos históricos con los primeros dictadores del país alimentaron resentimiento entre muchos sudcoreanos, que creen que los negocios alcanzaron predominio de forma injusta”.
De acuerdo con el reporte de Victor Cha y Ji-Young Lee para la Universidad de Oxford, “los 19 años de dictadura significaron un retraso político a pesar del rápido crecimiento económico”. Pero “la cómoda asociación” entre gobierno, bancos y grandes negocios es considerada como responsable de la crisis monetaria de 1997 y entre otras cosas, de la casi catastrófica quiebra de uno de los mayores conglomerados, Daewoo, en lo que se calificó entonces como uno de los mayores fraudes contables de la historia, por más de 15 mil millones de dólares.
La ambigüedad de las visiones sobre los gobiernos autoritarios y en particular el de Park Chung-Hee se refleja en el gobierno de su hija, la actual presidenta Park Jeun-Hye, que hoy enfrenta cuestionamientos –pero no división abierta– en su partido conservador.
En ese marco, según el reporte de Victor Cha y Ji-Young Lee, “para entender la política de Sudcorea es necesario recordar cuatro temas: la cuestión de la Unificación con Corea del Norte, el rápido desarrollo económico, la democratización, y la alianza con Estados Unidos”.
Según algunos analistas habría que agregar un quinto facto: Japón. Hoy en día y tal vez hace más de un año, casi no hay día que los medios de comunicación sudcoreanos no consignen de una u otra forma la necesidad de que el gobierno japonés se disculpe por el uso de mujeres coreanas como prostitutas obligadas durante la Segunda Guerra Mundial.
Y si se suma el resentimiento creado por los 35 años de ocupación japonesa de Corea, de 1910 a 1945 cuando trató de incorporar al país por la fuerza y trató de eliminar la cultura coreana, se tiene un coctel que por lo pronto lleva a la abierta inclinación de los sudcoreanos por una mayor cercanía económica con China, aunque mantengan sus lazos de seguridad con Estados Unidos.
Ese conjunto tiene incidencia ahora, especialmente. Cuando Corea del Sur inició su transición a la democracia en 1987, abrió la puerta no sólo a elecciones presidenciales directas, control civil de los militares y el crecimiento de la sociedad civil, sino también a un debate formidable sobre el papel de los chaebol, la unificación con Corea del Norte y la relación con Estados Unidos.
Después de todo, si bien la vinculación coreana con Estados Unidos ayudó y ayuda al país, creó también resentimiento sobre todo en la generación que hoy tiene 40 a 50 años, que de acuerdo con una reciente encuesta del Instituto ASAN de Estudios Políticos, es la que menos respaldo siente por la vinculación con Estados Unidos.
Los chaebol, incluso Hyundai y Samsung, figuran entre las mayores empresas mundiales, pero aún se debaten detalles en torno a su gobernanza y la falta de transparencia. La crisis económico-monetaria del 97 abrió el camino a nuevas regulaciones e intentos por reducir su poder político.
La relación con Corea del Norte es complicada, tanto por el delicado balance que los sudcoreanos deben buscar dentro de su país y en los tratos con Pyongyang al ofrecer asistencia económica, como por la hipersensibilidad del gobierno norcoreano a los intentos de presionarlo por esa vía.
El tema incluye cuestiones de seguridad. Los dos países sostienen lo que es el armisticio formal más largo de la historia y están técnicamente en guerra. El conflicto surge de tiempo en tiempo con choques armados en los que al menos aparentemente los sudcoreanos llevan habitualmente la peor parte.
Pero cada muerto sudcoreano es un refuerzo al rechazo al gobierno de Kim Jong-Un, que al igual que sus gemelos del sur habla de reunificación, pero bajo sus propios términos.
Desde 1948, Corea del Sur ha tenido 14 presidentes o jefes de gobierno –incluso los autores de dos golpes de Estado–, pero al mismo tiempo, su economía creció durante años a un ritmo de 7% anual en promedio, una tasa que recuperó los últimos años.
Si fuera posible definir a Corea del Sur habría que hacerlo como una economía absolutamente abierta –excepto en lo que se refiere a la agricultura–, de innovación tecnológica y un centro de comercio, como el país con más acuerdos de libre comercio en el mundo.
Por lo pronto, Corea del Sur comienza a prepararse para las elecciones presidenciales de 2017 y aunque el partido Saenuri (Nueva Frontera, conservador) de la presidenta Park parece tener ventaja, las divergencias entre ella y su dirigencia pueden complicarle las cosas.
Pero eso no será necesariamente una tragedia para este país.

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