Wojtyla viajó a Chile, Uruguay y la Argentina en 1987, años después de su mediación por el Beagle; su imagen junto al dictador frente a una multitud despertó la reacción del Vaticano, que habló de un "engaño"; Francisco llegará al país vecino el próximo lunes.
VIERNES 12 DE ENERO DE 2018 • 12:24
Un Chile convulsionado recibió a Juan Pablo II en la primera -y hasta el próximo lunes, la única- visita papal a ese país. La dictadura de Augusto Pinochet estaba por cumplir 15 años, período en el que llevó a esa nación al borde de la guerra con la Argentina y la sumió en la peor crisis económica de las últimas décadas. Karol Wojtyla aterrizó en Santiago el 1° de abril de 1987, en un viaje de 6 días que despertó intereses políticos, expectativa social y protestas.
"Hubo una tensión entre los que consideraban que era un espaldarazo para el régimen y aquellos que consideraban que el Papa pudiera alumbrar las zonas oscuras y presionarlo para que el gobierno se abriera y tomara el camino que tomó", señaló a LA NACION Cristóbal Bellolio, profesor de la la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile y doctor en Filosofía Política, especializado en el pensamiento liberal y sus relaciones con la ciencia y la religión. "No sé si habrá influido la visita, pero la historia dice que el año siguiente hubo plebiscito", que abrió la transición democrática en Chile, agregó.
Durante esa gira del "papa peregrino", que incluyó ocho ciudades, hubo escenas y palabras que quedaron en el recuerdo de los chilenos. Pero hay una foto que pasó a la historia: aquella que muestra al pontífice en uno de los balcones del Palacio de la Moneda impartiendo una bendición junto al dictador Augusto Pinochet ante una multitud.
Pasaron 22 años para que desde el Vaticano se conociera la versión oficial de lo que pasó ese jueves en el corazón de Santiago. El cardenal italiano Roberto Tucci, encargado durante años de organizar los viajes papales, contó en 2009 que esa escena se montó "contra la voluntad" del pontífice.
"Wojtyla era muy crítico con el dictador chileno y no quería aparecer junto a él. Sin embargo, con una acción estudiada, lo hicieron salir [a Juan Pablo II] por otra puerta. Pasaron delante de una gran cortina negra, que estaba cerrada, y Pinochet, según me contó después el Papa furioso, lo detuvo para mostrarle algo. La cortina se abrió de golpe y el pontífice se encontró ante un balcón abierto, que daba a la plaza, repleta de gente", contó el cardenal, que murió en 2015, al diario L'Osservatore Romano.
Era el segundo día de estadía de Juan Pablo II en Chile, después de su paso por Uruguay y antes de llegar a la Argentina, en un viaje en el que cerró simbólicamente la mediación de 1980 para evitar que el conflicto por la soberanía del Beagle escalara a una guerra. El pontífice, al frente de la Iglesia católica desde 1978, mantuvo con Pinochet, vestido de traje y no con el uniforme militar, una reunión bilateral en la Casa de la Moneda que se extendió más de lo previsto -unos 40 minutos-, fue transmitida por cadena nacional y seguida desde el exterior del edificio por miles de personas que esperaban verlos. Y los vieron. Después de esa bendición pública, el Santo Padre compartió con el presidente de facto una oración en la capilla del edificio gubernamental.
"El Papa apareció en los balcones de la Casa de la Moneda, por una invitación imprevista de Pinochet, efectuada ante las cámaras de televisión que transmitían el encuentro en cadena y en directo, pero permaneció en el lugar apenas un minuto y tomó la iniciativa de regresar al interior del palacio", relató LA NACION en su crónica sobre el evento, en la edición del día siguiente. Sin información oficial sobre el contenido de la conversación o el origen de esa foto, el diario citó a un vocero del Vaticano que señaló: "Conociendo al Papa, ha aprovechado este momento para discutir importantes principios éticos".
El secretario privado de Juan Pablo II, el cardenal Estanislao Dziwisz, también recordó en 2009 esa reunión y mencionó que ese día el pontífice le dijo a Pinochet: "Si usted es católico, acá hay que construir un gobierno democrático".
Para Patricio Bernedo, decano de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile (que Francisco visitará el próximo miércoles) la salida al balcón de ambos líderes fue un hecho "casi anecdótico". "Fue fuera de protocolo. Lo sacó engañado, algo que nadie desmintió. Quizás alguien podría haber esperado una reprimenda directa a Pinochet. No era aconsejable y no lo podía hacer, porque un papa es un jefe de Estado. Hizo muy bien en criticar la dictadura pero no de manera directa, que podría haber dejado a Pinochet en el papel de víctima", expresó.
Mensajes hacia el régimen
Fuera de aquella cita en La Moneda, Juan Pablo II se encargó de enviarle mensajes al régimen de Pinochet durante distintas actividades. Llamó a la restauración de la democracia y se reunió con sacerdotes y las autoridades de la Vicaría de la Solidaridad, que daba protección a las víctimas de la dictadura, y con personas que habían sufrido la violencia del régimen, que según se supo después, dejó más de 3000 muertos y desaparecidos.
El 3 de abril, el Papa celebró una eucaristía en el Parque O'Higgins -donde Francisco dará una misa el próximo martes- que comenzó con un llamado a la reconciliación nacional y el restablecimiento de la democracia y terminó en violencia. Manifestantes se enfrentaron a la policía con consignas contra del régimen y fueron respondidos con represión. El Papa se quedó en silencio ante esta situación y después de unos minutos, retomó sus palabras, para cerrar: "El amor es más fuerte".
"Creo que la oposición ganó más -opinó Bellolio- con esa visita. La Democracia Cristiana [partido opositor al régimen] ocupó la agenda papal: aquellos que habían sido exiliados, se mostraron rehabilitados en público. Y Pinochet tuvo que aceptarlo. Viéndolo en perspectiva, no fue necesariamente oxígeno para la dictadura sino más bien una especie de presión moral a abrir un poco el régimen. Fue importante que Wojtyla le diera esta credibilidad a los sectores reprimidos".
Por su parte, Bernedo consideró que Juan Pablo II superó las expectativas que había generado en el país, al llevar "una voz de esperanza". "Hubo hitos importantes: el encuentro con jóvenes en el Estadio Nacional, teatro de violaciones atroces a los derechos humanos; la misa en el parque O'Higgins; su visita a poblaciones (villas), donde habló de la pobreza en términos muy críticos; y sus encuentros con personas de la oposición que habían sido torturadas", enumeró.
Francisco, sin balcón
El viaje de Juan Pablo II a Chile es el único antecedente que encuentra Francisco en su visita a Chile, en su tercera gira por la región, y será un recuerdo que estará vivo durante sus cuatro días en el país.
Francisco se reunirá el próximo lunes con la presidenta saliente, Michelle Bachelet , y con el mandatario electo, Sebastián Piñera , en La Moneda. Pero esta vez no habrá foto en el balcón. "Ya desde la primera avanzada de la Gendarmería Vaticana, es decir, de la seguridad del Papa, con quien anduvimos viendo los diversos lugares que visitará el Santo Padre, quedó descartada la idea del balcón, sin que hubiera explicaciones al respecto", dijo al diario El Mercurio el coordinador del Estado chileno en la visita, Benito Baranda.
Por otro lado, según se supo ayer, Francisco agregó a último momento en su agenda un encuentro con dos víctimas de la dictadura de Pinochet, tal como hizo Juan Pablo II hace 31 años, el próximo jueves en Iquique, última escala en Chile antes de viajar a Perú.
Bachelet, quien fue torturada por la dictadura militar, también trajo a la memoria ese antecedente en una carta abierta en la que subrayó que una de las principales diferencias entre las visitas de Francisco y de Juan Pablo II es que Chile "recibe a un Papa de manera democrática, libre y respetuoso de las Constitución y las leyes".
Pese a esas diferencias, Bernedo consideró que hay un punto en común entre ambas visitas. "En un país que es un poco menos católico que a fines de los 80, la Iglesia sigue presente en la mayoría de los chilenos, y hay una curiosidad que se genera en la gente en ver qué nos va a decir este papa", concluyó, sin dejar de mencionar el clima hostil con el que lo recibirán algunos grupos, como los mapuches y un grupo de laicos que protestarán contra los abusos en la Iglesia.
Con la colaboración de Juan Trenado
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