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El general Balmes murió el 16 de julio de 1936 en Las Palmas de Gran Canaria. Un día antes de la sublevación militar en Marruecos orquestada por Franco al mando del Movimiento Nacional y que iniciaría a la Guerra Civil española. Amado Balmes murió, según recoge la versión oficial, por un disparo accidental que se produjo cuando el general trataba de desencasquillar la pistola cargada con la que solía realizar ejercicios de tiro al blanco.
Esta es la versión de la dictadura que el historiador Ángel Viñas refuta en su libro El primer asesinato de Franco. El autor, junto a otros dos expertos, el expiloto Cecilio Yusta Viñas y el doctor en Medicina Miguel Ull Laita, defiende que Balmes murió asesinado y que Franco fue el culpable.
Amado Balmes era el gobernador militar de la capital occidental canaria en 1936 y a sus espaldas cargaba ya años de experiencia en el Ejército al leal servicio del Gobierno y del Estado de turno. Había estado, además, a las órdenes de Franco en la Legión cuando el futuro Caudillo aún era Comandante. Se dice que ambos tenían una íntima relación, pero la realidad es que no. "Se conocían perfectamente y serían buenos compañeros, pero sólo compañeros", sostuvo Viñas.
"Se ha dicho incluso que Balmes se quiso sublevar junto a Franco, pero eso es mentira", explica el historiador. No hay ningún documento que lo pruebe. Balmes era "adicto a la legalidad" y "no hay nada más ilegal que un levantamiento militar". El general fue siempre respetuoso con el orden constitucional, con el Gobierno y el Estado, y nunca se hubiera unido al levantamiento militar, defienden los autores. "Todo lo que se ha documentado en favor de eso es absurdo y falso", prosigue Viñas.
"Si Balmes no hubiera muerto, hubiera tratado de evitar el levantamiento"
Además, si los dos se quisieron sublevar, ¿quién se iba a oponer?, preguntan. Balmes estaba en contra de la sublevación militar por parte del Movimiento Nacional. Los autores del libro aseguran que el gobernador de Las Palmas estaba al tanto de la conspiración y que muy probablemente se negó a unirse a la rebeldía contra el Gobierno legalmente constituido entonces.
El levantamiento, en juego
Si Balmes no hubiera muerto, hubiera tratado de evitar el levantamiento, explican los autores. Franco planificó todo muy bien. La muerte de Balmes es el punto de no retorno en el plan de Franco. Una vez que mataron a Balmes, no hubo marcha atrás. "La sublevación es el 17 de julio, pero nosotros defendemos que fue el 16 de julio con la muerte de Balmes".
Con Balmes fuera del mapa, la sublevación era más fácil. Franco podía cumplir su plan sin obstáculos. La muerte del general en Las Palmas permite a Franco dar el pistoletazo de salida a su maquinada conspiración. "Balmes era más rentable muerto que vivo, para la sublevación, para cumplir los objetivos de Franco", explicaron los autores a Público. Si Balmes no hubiera sido asesinado se hubiera opuesto a la sublevación de Franco y ahí ya no sabemos qué hubiera pasado. "Está claro que fue un asesinato político y necesario", sentenciaron.
Con Balmes fuera del mapa, la sublevación era más fácil. Franco podía cumplir su plan sin obstáculos
Franco empieza matando a un compañero mientras aún se mantenía el periodo de paz. “De los grandes dictadores europeos, hubo gente que mató mucho”, narra Viñas, “pero empezaron a matar después de que llegaran al poder, no antes”. “Franco es el primer dictador europeo que mata antes, de forma preventiva”, dice el expiloto Cecilio Yusta. “Y mata a uno que le puede llevar la contraria”, razona. Por tanto, suman, de momento, dos pruebas clave, la autopsia y la ocultación, y una realidad: Balmes no iba a sublevarse.
Las pruebas del homicidio
El libro se sustenta además en dos pruebas contundentes: el informe de la autopsia realizada al general en 1936 y el acta de defunción que se redactó inmediatamente después.
El elemento básico del libro y la prueba ineludible de que la muerte de Balmes no fue un accidente, sino un asesinato, es la explicación de la autopsia. “Desde el principio divulgaron como versión oficial la historia de que manipulando la pistola, se le dispara en el abdomen, pero es incompatible con lo que se describe en las lesiones de la autopsia”, explica el doctor Ull a Público. Hay una lesión que lo desmiente todo, la lesión del bazo.
El bazo es un órgano colocado encima del riñón izquierdo, a nivel del hipocondrio izquierdo, debajo de la axila. Por tanto, por mucha manipulación que hiciera del arma el general, es inviable que se pudiera disparar ahí, y más de la forma que describe el orificio de entrada. Por tanto, la lesión del bazo y el orificio de entrada son la prueba para demostrar que no fue un accidente y demuestra que no se pudo disparar él mismo, “disparó alguien colocado en la parte izquierda del general Balmes, de arriba hacia abajo y de adelante hacia atrás”, explicó Ull.
Hay más contradicciones. La autopsia no concuerda con lo descrito en el acta de defunción redactada aquel julio del 36. El informe es una copia de la transcripción que los forenses le dictan al secretario del juzgado que certificó la muerte del general, y no está firmada por los forenses. Es más, no hay un solo documento donde figuren la firma de ninguno de los forenses que estuvieran en contacto con el cadáver de Balmes. "En ninguno", enfatiza Ull: "Por algo será".
La prueba definitiva: el vuelo de Franco
A las pruebas forenses, Viñas suma otro hecho a tener en cuenta en la ecuación: el histórico avión Dragon Rapide. Franco se sublevó en Marruecos, a donde había viajado desde Las Palmas. Pero estaba destinado en Los Rodeos. ¿Por qué viajó desde Las Palmas? La Historia cuenta que las condiciones meteorológicas en el aeropuerto de Tenerife no eran favorables para volar en el Dragon Rapide aquel día de julio del 36. Los autores de este detallado libro desmienten en él esta disparatada teoría. Sumamos así cuatro hechos fehacientes que apuntan a Franco como asesino del general Amado Balmes.