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“Se trabaja sin producto en la obra
grande de la felicidad pública, si no
se pone por base el amor a la patria”.
Plutarco
La Patria Dominicana sufre en la actualidad de un síndrome que pocos pensaban que podía padecer. Creíamos que estaba vacunada contra esta malvada enfermedad que muestra hoy sus síntomas, que podía padecer de otros males que afectan a todas las patrias, y que en una u otra medida son achaques normales; pero nos da de frente esta triste realidad, la atacan gérmenes malignos, atraviesa por una “crisis del patriotismo”.
Y es que, precisamente su máximo artífice, su fundador, promotor del peligroso pero sacrosanto proyecto que nos llevara a la realidad de ser un pueblo independiente, con propia nacionalidad y albedrío, y que se convirtiera en el principal símbolo y héroe de la dominicanidad; hoy se ve atacado de manera vil, interesada y espuria, por sectores arcanos que se valen de personajes siniestros de lenguas asalariadas, jornaleros mediáticos que son quienes dan la cara; estos son gérmenes, virus, y bacterias que enferman la patria, contra los que todos los verdaderos dominicanos debemos ponernos en pie de lucha, administrándole a esta, la gran madre, los antídotos necesarios para su sanación y fortalecimiento.
Cuales deben ser esos antídotos que mantengan la buena salud de la patria?
- Para enumerar sólo algunos, debemos hacer mención principal de nuestra Constitución política que desde su preámbulo invoca y se guía del ideario de los patricios independentistas y restauradores “de establecer una República libre, independiente, soberana y democrática”; agregando que la Asamblea Nacional Revisora se inspira en los ejemplos de luchas y sacrificios de nuestros héroes y heroínas inmortales. La Carta Sustantiva, en su Artículo 5 establece que su fundamento, es el respeto a la dignidad humana y la indisoluble unidad de la Nación, patria común de todos los dominicanos y dominicanas. Es menester exigir el cumplimiento de los postulados de nuestra Constitución y que las autoridades actúen en consecuencia ante violaciones a las disposiciones legales referidas a las faltas de respeto a nuestros héroes y símbolos patrios.
- Se hace perentorio retomar la inculcación del amor y el respeto a la patria como tarea de todos, porque todos debemos ser promotores enérgicos, diligentes, con una verdadera conciencia de nuestra identidad como nación y erigirnos en galenos al servicio de la salud de la patria.
- La Patria dominicana necesita hoy más que nunca del enaltecimiento y la restauración del patriotismo, que es amor a su historia, a la bandera, a sus héroes, a la patria misma; la manera de manifestarlo es a través del interés por el bien común que es el principal propósito de la política, pero en nuestro país los políticos trabajan por su bien propio y olvidan la lealtad debida a su pueblo. Hay que exaltar el patriotismo, ese valor que se pone de manifiesto por medio del trabajo honesto y la contribución personal al engrandecimiento de la nación, que se reflejará en el bienestar de todos. Para la restauración del patriotismo se necesita restablecer la enseñanza desde la edad temprana, del civismo y la moral, valores que se han ido perdiendo y que hoy sucumben por la asimilación de los antivalores. Hay que destronar la propaganda mediática de que todo lo que huele a patria es producto de chauvinismo, xenofobia o racismo, nada más alejado de la verdad cuando las intenciones son oscuras.
- Otro ingrediente para sanar la patria de sus heridas, es erradicar los malos ejemplos, que son la principal carta de presentación de nuestros políticos de hoy en día, precisamente aquellos más llamados a ser paradigmas para nuestra juventud y toda la ciudadanía.
¿Como atreverse a desconocerle a nuestro más insigne patricio, al fundador de la República, su cualidad de prohombre y su eminencia? Al hombre sobre cuyos ideales descansan los cimientos de la patria, ideales que fraguaran una realidad soñada, y sobre los cuales los máximos líderes separatistas no tenían fe. No sólo fue desconsiderado el Padre de la Patria Juan Pablo Duarte por el comunicador Álvaro Arvelo, sino que este vertió toda su saña, toda su inquina contra nuestro mayor prócer atacándolo en su honor y su buena fama, haciéndose reo de la justicia por incurrir en un acto, a todas luces deleznable y penado por la ley
No cejemos ante las intenciones malsanas de ir sacando poco a poco al patricio, de la conciencia nacional, pues son acciones previas al plan de borrar todo vestigio histórico de nuestra gloriosa historia independentista. No decaigamos ante las nebulosas que tratan de tergiversar los acontecimientos patrios y desdibujar nuestros héroes; un ejemplo de lo cual, es la manera solapada en que se ha querido ir introduciendo en los libros de texto de nuestros estudiantes, nuestros supuestos racismo y xenofobia. Enfrentemos la actitud entreguista de aquellos personajes perversos que por intereses políticos y personales de poca monta, se ponen contra los Intereses Nacionales.
Finalmente, pongamos en alta un nacionalismo sensato, sano, y consciente, no el que los malos intencionados tratan de endilgarle a los patriotas verdaderos; enarbolemos el ideario de Juan Pablo Duarte, el dominicano que ideó la Nación Dominicana y por quien nos llamamos dominicanos, el que sostuvo siempre que debíamos ser libres e independientes o se hundía la isla, el dominicano del nacionalismo más preclaro y de ideas más liberales; siempre con la visión puesta en la obtención de los mejores destinos para nuestra patria.
¡Pongamos en alta la impronta de Duarte!
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