Franco se llevó un tesoro leonés hace 53 años y, desde entonces, se encuentra en paradero desconocido. La Diputación no sólo acaba de despojar al dictador de todos los honores que le otorgó hace más de medio siglo, sino que quiere saber el paradero del valioso manuscrito que le ‘regaló’. El 11 julio de 1964 Franco llega a León para clausurar el Congreso Eucarístico, un viaje en el que exige beber del Grial en una gran misa celebrada al aire libre en Papalaguinda y del que se lleva un regalo de incalculable valor: el Manuscrito de Astorga.
En cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica, la institución que preside Juan Martínez Majo retiraba, durante el Pleno celebrado el pasado día 25, las distinciones concedidas al dictador, al tiempo que deja sin efecto los acuerdos por los que le concedieron, entre otras distinciones, la Medalla de Oro de la Provincia. El diputado de la UPL Matías Llorente exigió en el citado Pleno reclamar a la familia Franco el valioso tratado de pesca de 1672, obra de Juan de Vergara, una auténtica joya bibliográfica. Llorente anuncia que si el equipo de gobierno no adopta las medidas oportunas, presentará una moción para exigir una investigación sobre el paradero del libro. Sin embargo, Martínez Majo asegura que ya está estudiando el caso y que ha pedido un informe para conocer las circunstancias en las que se concedió el ‘regalo’ y ver las posibilidades de recuperarlo.
León podría sumarse a las instituciones que demandan la devolución de bienes a los herederos del dictador. El Ayuntamiento de Santiago, respaldado por el Congreso de los Diputados, reclama a los Franco que entreguen las estatuas de Isaac y Abraham, del Pórtico de la Gloria de la Catedral de Compostela. Forman parte de los ‘obsequios’ acumulados durante 40 años, que convirtieron a la familia del dictador en una de las más ricas del país.
Un regalo en piel de serpiente
Alejandro Valderas, historiador y responsable del Archivo General de la Universidad, recuerda que la Diputación ya realizó «un informe muy serio» sobre el caso del Manuscrito de Astorga hace más de una década, para averiguar si jurídicamente era posible demandar su devolución. Valderas, exprocurador de la UPL, cuenta que el manuscrito se lo compró la Diputación a la familia de Julio del Campo y luego lo mandó encuadernar, en piel de serpiente, al artesano Saturnino Escudero. Un libro adquirido por la institución —según algunas fuentes, por la suma de 75.000 pesetas de entonces— y que, al parecer, nunca fue inventariado entre los bienes de la Corporación Provincial, lo que podría complicar legalmente cualquier reclamación.
La biblioteca de los Franco
Valderas cree haber reconocido el libro hace años en un reportaje que una revista del corazón dedicó al nieto de Franco Luis Alfonso de Borbón junto a su abuela en un piso de la madrileña calle Hermanos Bécquer. El manuscrito entonces se hallaba en la biblioteca del dictador, que los Franco habían trasladado al citado domicilio.
El historiador recuerda que la Diputación se puso en contacto hace años con la Fundación Franco para conocer el paradero del manuscrito. «Sólo contestaron que ellos no lo tenían entre sus fondos». El temor de Valderas es que el manuscrito fuera pasto de las llamas en el incendio que sufrió el Pazo de Meirás en 1978. Sin embargo, un informador anónimo declaró que el manuscrito habría sido vendido en Suiza como un bien privado de los Franco. Otras fuentes denunciaron en su día la venta del libro en Londres. De ser cierto, la Diputación también podría reclamar el importe de la venta del manuscrito. Pero lo cierto es que no hay pistas fehacientes de su paradero.
El Manuscrito de Astorga es uno de los tratados más antiguos de Europa sobre el arte de imitar moscas, con plumas de gallo, para la pesca de truchas. El texto es una especie de guía de pesca, que ensalza el plumaje especial de los gallos de la Cándana para tal fin y cita 33 modelos de moscas y cómo confeccionarlas. Fue Alfonso García Melón, notario, pescador, historiador y escritor, quien averiguó que Juan de Vergara era natural de Astorga, canónigo de su catedral y que vivía en una casa de la Plaza Mayor.
La ajetreada vida de un libro
Vergara cedió todos sus libros a su sobrino Antonio de Vergara. A su muerte, se subastó la biblioteca. El primero que valoró el libro fue el francés Louis Carrére, quien en la primavera de 1935 vino a pescar a León en compañía del empresario cervecero Alfredo Mahou. El fotógrafo Marcelo Pérez de Nava sacó fotos del texto, que sirvieron de base a Carrére para editar, en 1937, su libro Techniques modernes de la mouche noyée, en el que incluía datos del texto de Vergara.
Finalmente el libro cayó en manos del filántropo Julio del Campo. Cuando fallece, la Diputación se lo compra en 1963 a su sobrina y única heredera, Victorina González del Campo, para regalárselo un año después a Franco. Tras la muerte del dictador, el manuscrito no fue entregado a Patrimonio Nacional. La familia nunca ha contestado a los numerosos requerimientos de los investigadores sobre el destino del libro, aunque los bibliófilos miran con lupa cada movimiento patrimonial de la familia Franco, aunque hasta la fecha sin éxito.
El Manuscrito de Astorga no fue el único regalo que sacaron los Franco de aquella visita a León en 11 julio de 1964. Tal y como cuenta el Diario de León de esa fecha, la esposa del dictador, Carmen Polo, fue obsequiada con un espectacular tapiz del siglo XV bordado en oro. No se dan más detalles sobre la procedencia y el valor de esta obra de arte.
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