Fuente Acento.com.do - 10 de octubre de 2017 - 12:02 am
El Instituto Duartiano acaba de presentar una formal denuncia ante el Ministerio Público contra el comentarista radial Alvaro Arvelo Hijo, por haber pronunciado palabras soeces y denigrantes para la memoria del padre de la patria, Juan Pablo Duarte, en septiembre pasado, cuando realizaba una entrevista al director del Archivo General de la Nación, Roberto Cassá.
Antes de esta denuncia, un grupo de jóvenes había expresado indignación por las palabras que se escucharon en el programa El Gobierno de la Mañana, de parte del comentarista Arvelo contra la imagen, la memoria y la figura del fundador de la dominicanidad y creador de la patria que hoy nos abriga.
Se puede alegar que la memoria, imagen y figura del padre de la patria entra en conflicto con el derecho a la libertad de expresión, que es un derecho fundamental en la sociedad moderna, reconocido en muchas regiones del mundo como uno de los mayores derechos, como garantía de la democracia. Es el derecho a la palabra, por encima de cualquier otro derecho, incluyendo el derecho a la imagen que pudieran tener funcionarios públicos, desde el presidente de la República hasta el más humilde de los servidores del Estado.
En este caso estamos hablando del derecho a la memoria histórica sobre quién era y cómo era la figura del padre de la patria, cuáles fueron sus acciones y hasta dónde llegó su entrega, valentía, inteligencia, hombría y seriedad para legarnos una república libre. Es decir, estamos hablando de la figura más adorada y venerada por la sociedad dominicana desde el antepasado siglo hasta hoy.
Lo común es decir, como ha dicho el Instituto Duartiano, que el padre de la patria es y ha sido señalado como una figura impoluta a lo largo de la historia. Y cita las frases con que intelectuales e historiadores y pensadores han definido a Juan Pablo Duarte, desde José Gabriel García, pasando por Emiliano Tejera, Manuel Arturo Peña Batlle, Juan Daniel Barcácer y concluyendo con Roberto Cassá, entre muchos otros.
Se ha discutido y se han publicado opúsculos sobre la figura de Juan Pablo Duarte y su relación con la Iglesia Católica, o la carta pastoral encabezada por el arzobispo Portes, supuestamente excomulgando a Duarte por sus acciones independentistas. Hay criterios diferentes entre historiadores sobre la ausencia de Duarte en los días cruciales de la proclamación de la independencia, y la predominancia de Sánchez. La República Dominicana optó por una trilogía de padres de la Patria, pero siempre ha sobresalido y sobresale Duarte como el más profundamente comprometido, el más entregado, el más claro, el más desinteresado, que hasta los bienes de su familia comprometió, por la causa suprema de la patria.
La conclusión más generalizada es que Juan Pablo Duarte es el padre de la patria y es quien con más honor representa la dominicanidad y con más ahínco dedicó su vida a la causa patriótica e independentista.
Hay quienes han cuestionado el papel de Duarte en las guerras de independencia y de la Restauración de la República. Son consideraciones sujetas al debate. Lo que nunca había ocurrido es una diatriba soez y execrable, como ha dicho el Instituto Duartiano, contra la imagen y la memoria del padre de la patria.
Derecho existe para debatirlo todo, y para cuestionar el papel del padre de la patria en todo el proceso de la independencia. Todo el mundo tiene derecho a ello. A lo que no se debe llegar es a denigrar una figura como la de Duarte, con altisonancia, petulancia, grosería e impunidad. Hasta ese punto no es posible llegar, porque estaríamos destruyendo la zapata en que se sustenta lo que hemos llamado la dominicanidad.
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