Carlos Cabrera.
El gobierno cubano y sus altavoces extranjeros insisten en una de sus letanías predilectas y erróneas: la emigración cubana desde los años 90 hasta ahora es económica. Aún dando por buena la falacia, pues habría que ver cuántos de esos emigrados comparten los objetivos del Partido Comunista, la mentira confirma el fracaso del gobierno y el desprecio a sus emigrados.
La emigración cubana desde 1959 hasta la fecha ha sido política porque el castrismo significó un tajo en la tradición plural de la nación y sustituyó la pluralidad con un monólogo totalitario, apoyado en la aquiescencia mayoritaria de los cubanos, que se fueron retirando gradualmente del proyecto, con estampidas puntuales como Camarioca (1963), Mariel (1980) y la Crisis de los Balseros (1994).
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Curiosamente, en 1963 aún Cuba conservaba el confort heredado de una economía vigorosa e injusta; en 1980 contaba con todo el apoyo del malicioso bloque soviético y la admiración de buena parte del Tercer Mundo, mientras que en 1994 ya había sido abandonada a su suerte por Moscú y –tímidamente- comenzaba a llamar patriotas a la mayoría de exiliados no violentos.
La primera mentira que ha calado en el imaginario colectivo generado por la dictadura y sus acólitos foráneos, incluso repetida por algunos emigrados, es que Estados Unidos abrió las puertas a los batistianos, cuando la verdad histórica es que Fulgencio Batista no pudo volver a pisar jamás los Estados Unidos, incluso el caudillo fascista Francisco Franco Bahamonde, lo mantuvo alejado de la madrastra patria y tuvo que instalarse en Madeira, aunque murió en Marbella (1974).
En la papelería de Batista hay abundantes cartas que muestran su frustración porque no recibe visado de turista para ir a Daytona Beach, donde tenía una casa en propiedad, y es conocido su estupor a la una y minutos de la madrugada del 1 de enero de 1959, cuando llega a Columbia y se entera, a pie de avión, que no tiene permiso para volar hacia territorio estadounidense y debe poner proa a Santo Domingo.
Pero vayamos al tema, si la emigración cubana de los últimos 25 años es económica, como ocurre con los braceros mexicanos, nicaragüenses, salvadoreños, haitianos, dominicanos, colombianos, etcétera, la revolución cubana es un fracaso económico y una fábrica de emigrantes instruidos y pobres.
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