Por: Víctor Gómez Bergés
Acaba de extinguirse la luz del último astro de la pléyade de héroes que iluminó la República Dominicana la noche del 30 de mayo de 1961.
Por ello estamos reunidos esta tarde para depositar con profundo dolor, los restos mortales del General Antonio Imbert Barrera en el seno de la tierra que tanto amó.
Cuánto valor demostraron esos grandes dominicanos esa noche memorable del 30 de mayo!!!
Hoy sus conciudadanos nos sentimos como huérfanos de la grandeza, al ver partir a este gigante del siglo xx.
Nuestra historia recoge en sus páginas acontecimientos extraordinarios y en todos ellos encontramos la herencia de la heroicidad.
Antonio Imbert Barrera nacido en Puerto Plata en la misma tierra donde vio la luz de la vida el gran Gregorio Luperón, sentía un profundo respeto y admiración por su compueblano. Nos deleitaba narrándoles a sus amigos los hechos más relevantes de este joven batallador, cortador de madera en las lomas de Jamao y destacando su lucha en la entrega a la causa de la República.
El general Antonio Imbert tuvo una vida antes de su lucha por la causa de la libertad, al servicio de su pueblo, donde sus contemporáneos admiraban su entrega al trabajo y a su familia, principalmente a su madre doña Chilin a quien mantuvo a su lado hasta la hora de su partida.
Tuvo durante el desembarco de los luchadores anti trujillista que llegaron por el municipio de Luperón el 19 de junio de 1949 a derribar el régimen de Trujillo, un papel determinante para la preservación de la vida de varios de esos héroes entre ellos Horacio Julio Ornes Coiscou y José Rolando Martínez Bonilla, desempeñándose como gobernador civil de la provincia de Puerto Plata.
Decapitado el régimen de terror que vivimos los dominicanos durante 31 años, el gobierno que le sucedió y afianzó la libertad, lo distinguió junto a su compañero sobreviviente don Luis Amiama Tió, invistiéndolos por ley con el rango de General del Ejército Nacional, buscando la forma de protegerlos de la venganza que alimentaron siempre los herederos de Trujillo.
A partir de hoy la historia habrá de recoger como detalle sobresaliente, la circunstancia, que esa entrega por la libertad de los dominicanos fue transmitida al Héroe del 30 de mayo, por la sangre de aquel bizarro general de la Independencia José María Imbert, quien con su sable y junto a un grupo de patriotas encabezado por uno de los Padres de la Patria, Ramón Matías Mella y Fernando Valerio, contribuyó a la Independencia Nacional hace 171 años derrotando las huestes haitianas en la Batalla del 30 de marzo.
Santo Domingo, D.N.
31 de mayo 2016
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