Tal cual
¿Quién podría afirmar que la gobernación cubana se asemeja a la nuestra en materia de respeto a la privacidad de los ciudadanos?
11 de Noviembre de 2015
No hace mucho, cuando un gobernante expresaba ante otro que sus países eran hermanos, lo que subyacía a dicha expresión era lo ya conocido: objetivos comunes en cuanto a la mejoría material de sus habitantes, valores políticos y sociales también compartidos y por supuesto, los métodos para llevar todo eso a cabo eran, no otros, los que la democracia establece aun cuando en no pocos casos, podría haber sido imperfecta.
Por otra parte, no me refiero con lo dicho arriba, a la reunión de dos dictadores donde, es claro, los objetivos compartidos se concentraban en uno solo: Mantener el poder a toda costa. Los objetivos de estos gobernantes son, no hay duda, completamente contrarios a lo que la democracia implica. Para verlo, simplemente imagine una reunión entre lo que queda de Raúl Castro, el anciano y senil dictador caribeño, y el actual remedo de gobernante que dicen gobierna Corea del Norte.
Estamos pues aquí, ante los dos ejemplos de reuniones entre gobernantes; por un lado, las que celebran los que gobiernan un país dentro de los límites y reglas de la democracia y por el otro, las que se dan reuniones entre los que toman aquélla y se la pasan, sin rubor alguno, por el Arco del Triunfo.
Desde Vladimir Putin en lo que pretende ser un remedo de la vieja Rusia zarista pasando por Xi Jinping, que se ve como nuevo Emperador, hasta llegar a los remedos latinoamericanos: Lo que queda de los Castro, Ortega, Morales, Correay Fernández. Si bien no pocos de éstos maniobran para dar una apariencia democrática y seguir, como decimos coloquialmente, bateándola, les es imposible esconder la larga cola de tiranos y dictadores. De África, mejor ni hablamos.
¿A qué viene lo anterior, preguntará usted? Simplemente a lo dicho por el Presidente Peña en sus intervenciones públicas durante la visita de Estado que realizó hace unos días la mala copia de su hermano mayor, lo que queda de Raúl Castro.
El Presidente Peña, quizás eufórico por haber reconstruido lo que dicen algunos era una relación rota, expresó que Cuba y México eran hermanos; que entre ambos había una hermandad. ¿Es posible esto?
¿De qué manera, dos países cuyos gobiernos y la gobernación que practican son lo opuesto, podrían ser hermanos, o constituir juntos una hermandad? ¿Acaso nuestros gobiernos son iguales? ¿Compartimos los mismos valores en cuanto al respeto de los derechos humanos, y las libertades más elementales? ¿Quién en su sano juicio podría afirmar, que la gobernación cubana —desde hace casi sesenta años—, se asemeja a la nuestra en materia de respeto a la privacidad de los ciudadanos?
Es más, ¿quién podría equiparar —para llamarnos hermanos—, los métodos cubanos, calca caribeña de los métodos de Stalin, en lo que se refiere a controlar y espiar a la población? ¿Quién podría afirmar que las libertades de las cuales hoy gozamos en México, las disfrutan también los cubanos, y les son respetadas por el gobierno de lo que queda de los Castro?
¿Qué explica entonces el desliz verbal de nuestro Presidente? ¿Acaso olvidó ya, cómo fue elegido al grado de no distinguir entre ambos gobiernos? ¿O será el desliz, el deseo de querer tener aquí un gobierno como el cubano?
¿Hermanos Cuba y México? Ni locos que estuviéremos; simplemente recordemos cómo México ha cumplido sus compromisos con sus acreedores y, ¿qué decir del gobierno cubano que nos trincó centenas de millones de dólares?
Mucho cuidado pues, con esos hermanitos.
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