El escritor chileno repasa su vida y su obra en un encuentro en la UGR con motivo de una nueva edición de 'Persona nona grata'
Mª LUISA MOLINA GRANADA | ACTUALIZADO 04.11.2015 - 08:29
La diplomacia no es sólo una virtud, también es una profesión, y aunque la mayoría de las veces ejercerla sirva para tender puentes entre naciones, en ocasiones, cuando uno se encuentra frente a un gobierno dictatorial, el diplomático se convierte en incómodo.
Es lo que le ocurrió al escritor y diplomático chileno Jorge Edwards, que ayer presentó en Granada la nueva edición de su novela más conocidaPersona non grata, prologada por el catedrático de Literatura de la UGR Ángel Esteban y la profesora de la Universidad Internacional de La Rioja Yannelys Aparicio.
Antes de la presentación en La Madraza, por la mañana el escritor participó en el ciclo El intelectual y su memoria de la Facultad de Filosofía y Letras, en el que conversó con el propio Esteban sobre su trayectoria vital y literaria.
Habló de su formación literaria, su llegada a la universidad y su amistad con Pablo Neruda, con quien analizaba las tendencias de la poesía de la época. Pero también de los orígenes de la familia Edwards, muy influyente en Chile y muy importante para su crecimiento social, al mismo tiempo que perjudicial, porque era muy conservadora y él fue muy pronto crítico con la burguesía y las clases altas, y además se quería dedicar a la literatura, lo que no gustaba a su familia.
En este contexto entró en el cuerpo diplomático aunque, según resume Esteban, "él no se sentía diplomático, pero quiso dedicarse a ello porque pensaba que era la profesión más favorable para poder escribir" -que era lo que realmente quería-, ya que le permitía una flexibilidad de tiempo que no conseguiría en otra profesión.
Así, después de pasar por París y otros lugares, fue a parar a Cuba, destino que pensó que iba a ser muy agradable pero que resultó ser todo lo contrario porque le espiaban, le ponían micrófonos, le controlaban y finalmente fue expulsado porque era molesto para el poder. Más tarde volvió a París y entonces se produjo el golpe de Augusto Pinochet en Chile, por lo que acabó de nuevo exiliado en España, país en el que en ese momento gobernaba la dictadura de Franco. En 1978 volvió a Chile, pero todas sus actividades fueron censuradas porque hizo un comité de defensa de la libertad de expresión.
Así fue como un intelectual, autor, que sólo quería escribir, se convirtió en alguien incómodo para tres dictadores diferentes países.
Es lo que le ocurrió al escritor y diplomático chileno Jorge Edwards, que ayer presentó en Granada la nueva edición de su novela más conocidaPersona non grata, prologada por el catedrático de Literatura de la UGR Ángel Esteban y la profesora de la Universidad Internacional de La Rioja Yannelys Aparicio.
Antes de la presentación en La Madraza, por la mañana el escritor participó en el ciclo El intelectual y su memoria de la Facultad de Filosofía y Letras, en el que conversó con el propio Esteban sobre su trayectoria vital y literaria.
Habló de su formación literaria, su llegada a la universidad y su amistad con Pablo Neruda, con quien analizaba las tendencias de la poesía de la época. Pero también de los orígenes de la familia Edwards, muy influyente en Chile y muy importante para su crecimiento social, al mismo tiempo que perjudicial, porque era muy conservadora y él fue muy pronto crítico con la burguesía y las clases altas, y además se quería dedicar a la literatura, lo que no gustaba a su familia.
En este contexto entró en el cuerpo diplomático aunque, según resume Esteban, "él no se sentía diplomático, pero quiso dedicarse a ello porque pensaba que era la profesión más favorable para poder escribir" -que era lo que realmente quería-, ya que le permitía una flexibilidad de tiempo que no conseguiría en otra profesión.
Así, después de pasar por París y otros lugares, fue a parar a Cuba, destino que pensó que iba a ser muy agradable pero que resultó ser todo lo contrario porque le espiaban, le ponían micrófonos, le controlaban y finalmente fue expulsado porque era molesto para el poder. Más tarde volvió a París y entonces se produjo el golpe de Augusto Pinochet en Chile, por lo que acabó de nuevo exiliado en España, país en el que en ese momento gobernaba la dictadura de Franco. En 1978 volvió a Chile, pero todas sus actividades fueron censuradas porque hizo un comité de defensa de la libertad de expresión.
Así fue como un intelectual, autor, que sólo quería escribir, se convirtió en alguien incómodo para tres dictadores diferentes países.
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