EXPERIENCIAS, INQUIETUDES Y ANHELOS
Palabras de Franklin Báez Brugal, orador invitado al Almuerzo Anual de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), 3 de Noviembre, 2015, el cual contó con la presencia del presidente Danilo Medina y parte de su gabinete.
En primer lugar, quiero agradecer a la Asociación de Industrias en la persona de su presidente, el amigo Campos De Moya, la gentil invitación que me hicieran para que fuera el orador invitado en este ya tradicional encuentro anual. Para mi es un gran honor y una mayor responsabilidad, poder compartir mis ideas con un auditorio tan distinguido como este.
La industria a nivel mundial ha venido cediendo espacios al sector servicios de alta calidad, basado en ciencias de la información y computación, las innovaciones y la incorporación de sofisticadas tecnologías ha mostrado fuerte dinamismo, y parece ser que el trabajo de alto rendimiento será ejecutado por la robótica.
Es una gran paradoja que el éxito en la capacidad de producir, amenace con convertirse en un peligro, porque tiende a concentrar aún más los ingresos y a promover una distribución que condena a una parte de la población mundial a vivir en la pobreza.
En la República Dominicana, aunque esta tendencia mundial se repite, y la industria ha perdido participación sustancial en el PIB, y en el empleo, los servicios que se han favorecido son de baja calidad ofertados por personas de escasa formación, a los cuales se les paga muy poco; 20 años atrás la industria generaba el 23.4% del valor agregado nacional, en el 2014 apenas era responsable del 14.4%, nueve puntos porcentuales menos, incluyendo en esto a las zonas francas.
Las cifras de empleos generados tampoco son satisfactorios. De 519,000 empleos que generaba la industria manufacturera en el año 2000, pasó a sólo 411,000 en 2014.
Colegas industriales,
De ninguna manera el sector industrial ni el país pueden sentirse satisfechos con estos resultados, como tampoco de las cifras de intercambio dentro de los acuerdos de libre comercio firmados, pues en ningún caso resultan favorables para esta Nación. Luce que existe un serio problema de competitividad.
Independientemente de la evolución del sector industrial, tenemos que reconocer que en los últimos 30 o 35 años, el país ha cambiado, ya no somos aquel que exportaba azúcar, café y cacao, en donde la cuota preferencial norteamericana era asunto de vida o muerte.
Actualmente tenemos una economía abierta y diversificada.
Somos una potencia turística con la mayor cantidad de habitaciones hoteleras del Caribe y Centroamérica, con siete aeropuertos internacionales en operación, habiendo recibido unos cinco millones de turistas en el año 2014, llegados de casi todas partes del mundo.
En fin, lo que nuestros ojos ven, indican que en términos materiales hemos progresado mucho.
Ahora bien, a pesar de esos avances me parece que moralmente nos hemos envilecido. Si alguien tiene un accidente en una de nuestras carreteras, existe alta probabilidad de que sea despojado de sus pertenencias, sin importar que esté herido, moribundo o muerto. Aunque es justo reconocer, que el establecimiento del sistema 911, y el de asistencia vial en algunas zonas ha controlado algo esta práctica.
Al ver hechos como el descrito, me pregunto qué ha pasado con los dominicanos, que han perdido el respeto por la vida ajena y la capacidad de asombro.
Es frecuente que segmentos de la sociedad repliquen comportamientos, y traten de imitar lo que entienden como modelos a seguir, ejemplos de lo que en nuestros días se consideran personas exitosas.
En nuestro país abundan casos como el de políticos que han pasado de la pobreza a la opulencia en un abrir y cerrar de ojos, empresarios que se enriquecen evadiendo impuestos, y narcotraficantes que han hecho fortuna con su actividad, y se pasean en todos los ambientes.
No es de extrañar entonces, que muchos que nada tienen traten de obtener bienes a como de lugar.
Pero el Poder Judicial, encargado de poner coto a estos desmanes, se desenvuelve con evidentes debilidades institucionales, y un país sin una justicia que funcione de manera independiente, sin ataduras políticas, e integrada por personas capaces, honestas y responsables, es como un barco a la deriva.
Sin él, sus ciudadanos se encuentran indefensos y desprotegidos a merced de la ambición de los poderosos, la voracidad de los políticos, y el antojo de los delincuentes, sujetos a un régimen en donde la impunidad es la norma y el castigo la excepción.
Todos debemos interesarnos porque el Poder Judicial cambie y juegue su papel, y que Ministerio Público y jueces asuman realmente las responsabilidades puestas a su cargo, sin pactar con nadie. Que se investigue, juzgue y condene a todo aquel que haya violado la ley, sin importar sus vinculaciones políticas ni su relevancia social.
Esta es la única vacuna que puede controlar la epidemia de corrupción que hace tiempo padecemos.
Señoras y señores,
La educación de los pueblos, influye en todos los aspectos de su vida. En América Latina, Costa Rica, Chile y Uruguay apostaron por la educación, y podemos comprobar que en esos países, las desigualdades son menores, los índices de criminalidad y corrupción son bajos, y los niveles de transparencia y rendición de cuentas muy altos; clara evidencia de que dedicar recursos a la educación tiene un retorno positivo.
En nuestro país, el Lic. Danilo Medina ha colocado la educación como la más importante prioridad de su gobierno, tenemos que reconocer que el esfuerzo que se está haciendo en esta materia es de grandes dimensiones, y que garantizar el 4% del PIB para la educación pre universitaria es un hito. Lo felicitamos por ello, pues todos sabemos que los resultados en esta materia no se ven a corto plazo, y los políticos prefieren cosas de más rápida cosecha.
Sin embargo, todavía tenemos una asignatura pendiente, y es la de mejorar la calidad educativa. Sin ello todos los esfuerzos realizados no tendrían razón de ser.
Para lograr esto, tener mejores maestros es esencial, porque la verdadera transformación de una Nación sólo ocurre cuando se cuenta con ciudadanos mejor educados, que puedan ser agentes de transformación y cambios, y esto no se puede lograr si no contamos con docentes bien formados.
En la actualidad los resultados que obtienen nuestros estudiantes, nos dicen que no están siendo preparados como es debido.
Por eso es tan importante la calidad de la educación. Tenemos que lograr cambiar lo que en esta materia hoy está sucediendo, para que el país pueda progresar a partir de competencias basadas en el saber, no en función de una mano de obra barata, ignorante y sin futuro.
Un tema que está íntimamente ligado a la educación es el de los salarios, opinamos que los sueldos que reciben la mayoría de los empleados del sector público y privado son bajos, y no son suficientes para cubrir sus necesidades básicas, pero la preparación que éstos tienen no llena los requisitos mínimos necesarios para poder ser competitivos.
Es necesario mencionar que la presencia de miles de trabajadores indocumentados, ha movido hacia abajo la curva de oferta de trabajo, reduciendo el salario de equilibrio.
En otro orden de ideas, dediquemos algo de tiempo a tratar el tema del crecimiento económico. Según las series de cuentas nacionales, hemos tenido crecimiento económico por largo tiempo, pero todo indica que éste ha sido sin equidad social, pues no ha sido inclusivo, no ha mejorado la distribución del ingreso, ni propiciado la movilidad social . Esto tiene que cambiar.
Algo que me llama la atención es que al parecer somos inmunes a los ciclos, porque aquí sí hay sequía sube el PIB, al igual que si llueve mucho; si el precio del petróleo sube también sube el PIB, y si baja continúa creciendo, si las exportaciones se disparan sube el PIB, pero si caen también sube. La verdad es que parece que estamos bendecidos por alguien.
Un asunto conflictivo que ha originado más de un debate es el de la presión tributaria. Algunos afirman que es baja, otros que es alta, yo opino que es baja, aunque existen segmentos altamente gravados. También es una verdad difícil de refutar, que el manejo de los recursos recaudados por el Estado es ineficiente y poco transparente.
El Estado tiene múltiples obligaciones y necesita recursos suficientes para atenderlas. Por tanto, el sector empresarial debería apoyar, por un lado, una revisión del esquema tributario que tenemos, para hacerlo más general, con figuras impositivas simples, de amplia base, que no dejen resquicios a la evasión, racionalizando a la vez las exenciones y por otro, hacer un esfuerzo serio y monitoreado para que se le de al gasto del Estado la mayor transparencia, eficiencia y racionalidad posibles.
No cabe dudas de que el sistema tributario vigente es injusto y regresivo, y de que hay sectores que cargan un peso tributario muy alto, mientras otros apenas contribuyen.
Además de lo que hemos sugerido, un elemento importante para complementar la presión tributaria, sería computar las contribuciones totales del sector privado a la seguridad social, que con la universalización de este sistema adquiriría aún más importancia de la que actualmente tiene.
Por tanto, el Pacto Fiscal se perfila como una necesidad impostergable, siempre que se enmarque dentro de los parámetros que hemos mencionado.
Y hablando de pactos, esperamos que las discusiones y resultados del Pacto Eléctrico sean fructíferas, pues la ineficiencia del sistema eléctrico, es uno de los factores que más dificulta la competitividad.
Somos partidarios, de que el Estado tenga a su cargo la regulación, Supervisión y generación hidroeléctrica y que el sector privado se encargue de la generación y distribución.
Quiero dejar bien claro que el Estado nunca deberá ser garante ni responsable de manera alguna de las actividades responsabilidad de inversionistas privados.
Creemos que el Estado debe salir del negocio eléctrico y configurar una regulación y supervisión de calidad e independiente, regida por criterios profesionales. Los sistemas aislados deben fundirse con la red general. Y la localización de los parques de energía eléctrica debe diversificarse y ubicarse en litorales distintos al sur del país para diluir riesgos naturales y asegurar el suministro.
Amigas y amigos,
Nos hemos caracterizado por tener una institucionalidad débil, donde la influencia de un poder sobre otro es más que notoria. No sólo se necesitan buenas leyes orgánicas y reglamentos adecuados; al fin y al cabo, son los hombres y las mujeres que integran estas instituciones quienes les dan vida e imponen su huella. Parece que lo que necesitamos de verdad son mejores seres humanos en cada uno de los organismos que conforman los Poderes del Estado.
No necesitamos más leyes de las que tenemos, de lo que estamos carentes es de comportamientos ejemplares.
Relacionado con lo anterior está el tema de la Ley de Partidos Políticos. No ha habido manera de que esta ley se apruebe en el Congreso Nacional, porque los partidos aspiran a aprovechar circunstancias para mantenerse en el poder, haciendo un uso incontrolado y sin supervisión, tanto de recursos públicos como privados.
Los políticos quieren controlar, pero no quieren ser controlados, y aspiran a perpetuar sus privilegios en detrimento de quienes les dan su voto.
Winston Churchill dijo “que la democracia es el menos malo de los sistemas políticos,” y así lo creemos.
Pero la democracia necesita pluralidad, controles y contrapesos, para poder funcionar como es debido. Los acuerdos políticos y los últimos eventos que en esta materia han ocurrido en el país, ponen en entredicho el libre juego democrático, y la opción de elegir y ser elegido.
El clientelismo, esa plaga que afecta a nuestro sistema político, es el responsable del atraso y la pobreza en que se encuentran amplios segmentos de la población.
Hasta que esa práctica no sea desmontada, no habrá futuro viable para los que están sumergidos en la marginalidad.
Señoras y señores,
Vamos a tratar un tema sensitivo, que durante los últimos meses ha venido ocupando los principales espacios de opinión pública en el país y dando origen a propuestas de todo tipo.
En este momento, los flujos migratorios son uno de los problemas más grandes que tiene la humanidad, lo que se vive hoy en día en esa materia, supera lo ocurrido durante la segunda guerra mundial.
Decisiones tomadas por las grandes potencias han desestabilizado el medio oriente ocasionando un caos en la región, en donde se sufre una guerra terrible, y niveles de violencia y extremismo que obligan a la salida masiva de personas en busca de paz y mejor vida.
La historia nos enseña que este tipo de situaciones se ha repetido a través del tiempo, con las más variadas consecuencias.
Haití y la República Dominicana compartirán la isla mientras este Planeta exista, por eso las relaciones entre los dos Estados son importantes, tanto para uno como para el otro.
Los problemas económicos, políticos y sociales que tiene nuestro vecino, han sido ocasionados por quienes han tomado las decisiones de aquel lado de la frontera, por nadie más.
La gran pobreza de Haití es una triste realidad que vive ese país, y de la cual la República Dominicana no es responsable.
Ahora bien, todos esos problemas que son de su absoluta responsabilidad, repercuten de este lado de la frontera. Por esa razón lo más conveniente para nosotros es que ellos progresen económica e institucionalmente.
Por primera vez desde la desaparición de Trujillo, las relaciones con Haití se han convertido en un asunto de Estado, prestándosele la atención que amerita.
Pero sin importar los desencuentros que hemos tenido, o que podamos tener estamos obligados a entendernos.
Ni extremismos, ni violencia, ni muros resuelven el problema, esto sólo se soluciona con progreso y mejoría de vida.
Por eso entendemos que el Consejo Económico Binacional Quisqueya, ha elaborado un plan bien concebido y orientado en la dirección correcta, ya que contempla el involucramiento tanto de la parte política como empresarial de ambos Estados. Proyectos como ese, diseñado para mejorar la vida de la zona fronteriza y de los habitantes de los dos lados de la misma deberían tener más apoyo.
Amigos, hasta aquí les he hablado con toda franqueza sobre mis ideas de un país con gran potencial, restringido por las trabas, sobre todo institucionales, que impiden su desarrollo.
Les he contado dónde visualizo que existen estas trabas y la manera de enfrentarlas.
Sé que durante muchos años ha ido configurándose un conglomerado de intereses en el que muchos ciudadanos se benefician, incluyendo políticos y empresarios. Luchar contra intereses instalados y arraigados es muy cuesta arriba.
Pero yo les digo, que si quieren a su país como yo lo quiero, no queda más remedio que dar un paso al frente y cambiar la configuración de intereses que ha desembocado en una sociedad tan desigual, injusta y pobre.
Junto con el Estado debemos convertirnos en protagonistas de una revolución pacífica que convierta en realidad el alto potencial que alberga este país.
Pero para eso debemos dar paso al cambio de mentalidad. Desde la posición empresarial que ostentamos nos compete forjar un conglomerado industrial de alta competitividad, enfocado en la calidad y en la satisfacción de las necesidades de los consumidores, orientado a la exportación, con reglas y políticas que sean estimulantes y no se constituyan en trabas.
Ese es el papel que corresponde al empresariado. Y nuestro deber es hacer comprender a la clase política que debe cumplir el rol que le corresponde como tal.
De que lo logremos se derivará que podamos vivir en un país próspero, con protección y cuidado a los recursos naturales, en un ambiente de orden y respeto a la autoridad legítima, con un ordenamiento territorial y político que haga sostenible la convivencia.
Es hora, pues de actuar, cada uno ejecutando lo que debe hacer pero con alta sensibilidad social y política.
Es mucho lo que está en juego y no podemos ni tenemos derecho a equivocarnos, porque estaríamos negándole a nuestros hijos y nietos el derecho de seguir habitando en esta tierra que me vio nacer.
Muchas gracias!!
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