Por Domingo Caba Ramos
« ¿Tú sabes quién soy yo…?»
Posiblemente sea la más repudiable, necia y repugnante de las preguntas que un hablante tenga que escuchar.
« ¿Tú sabes quién soy yo…?»
Se trata de una pregunta que suelen formular los seres mediocres y acomplejados cuando tienen como propósito intimidar, humillar, imponer, amenazar, aplastar, avasallar…
« ¿Tú sabes quién soy yo…?»
Es la pregunta clásica y habitual de los seres presumidos, arrogantes, prepotentes… y para los cuales la humildad no es ni siquiera un sueño.
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Así preguntan los seres carentes de grandeza mental y espiritual cuando en la estructura social entienden que poseen poder político y económico o cuando están vinculados familiarmente a quienes detentan ese poder.
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Se trata de una interrogación de maldito acento, vigente o de moda solo en sociedades de inconfundibles tintes aldeanos, atrasadas, carentes de institucionalidad, donde impera el tráfico de influencias y en la que el poder de los hombres parece estar por encima del mandato de la ley.
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Pregunta que aquel que se autoconcibe como una especie de semidiós en la tierra, solo la formula cuando entiende que su interlocutor es un indigno representante de la chusma, algo así como un “mojón”, según fue calificado recientemente un agente de la AMET, una basura, esto es, una persona sin clase, abolengo o prestigio social.
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Es la pregunta clásica y habitual que los mediocres o individuos de mentes estrechas emplean como arma intimidante cuando amparados en el poder que tienen o creen poseer intentan generar privilegios o todos tipos de favoritismos; aunque para tal fin haya que trasgredir el ordenamiento legal establecido.
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Más que interrogativo, la odiosa pregunta entraña un profundo sentido imperativo, una advertencia, por cuanto se trata de que el otro sepa aquello de que: « Yo soy un ser mesiánico, poderoso, especie de Jesucristo resucitado, razón por la cual tú debes escucharme, obedecerme y respetarme»
« ¿Tú sabes quién soy yo… ?»
Es la pregunta que aún se les escucha a quienes al parecer olvidan que la autoridad, cuando se ejerce basada en la humildad, la justicia y la prudencia, además de fortalecerse cada día más, genera respeto, identidad y simpatía. A los que al parecer también olvidaron que la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art.7) establece que todos los seres humanos son iguales ante la ley.
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