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lunes, 24 de agosto de 2015

En el nuevo entendimiento del Caribe estarán Cuba y Venezuela"


Aníbal de Castro llegó hace cinco meses a la embajada de República Dominicana en España

23.08.2015 | 19:38
El diplomático dominicano y experiodista Aníbal de Castro.
El diplomático dominicano y experiodista Aníbal de Castro. 
De Castro habla en exclusiva en esta entrevista de la «dolorosa» dictadura del generalísimo Trujillo, gran amigo de Franco, mientras ensalza el papel del «caudillo» Balaguer.
Curtido en las redacciones de los periódicos, Aníbal de Castro (Hostos, 1949) cambió en 2004 el bullicio informativo por el poder y los oropeles de la diplomacia hasta llegar hace cinco meses a la embajada de República Dominicana en España. Y cree que ha acertado con esta decisión que le permite observar la actualidad desde las altas y secretas reuniones de Estado para aventurar sin vacilaciones que en el nuevo marco de entendimiento estratégico del Caribe serán protagonistas de excepción tanto Cuba como Venezuela.
Soltero y admirador de Azorín y Juan Ramón Jiménez, De Castro habla en exclusiva en esta entrevista de la «dolorosa» dictadura del generalísimo Trujillo, gran amigo de Franco, mientras ensalza el papel del «caudillo» Balaguer, del que niega tajante que ordenase personalmente el asesinato del periodista Goyito aunque no tiene dudas de que fue un crimen político. El diplomático que ya no quiere volver a ejercer de periodista defiende la ley de su país que niega la nacionalidad dominicana a los hijos de haitianos ilegales nacidos en República Dominicana, «porque eso es lo que hacen otros países, entre ellos España», y celebra orgulloso que la amistad del Rey Juan Carlos con los hermanos Fanjul, de origen español, haya hecho que el monarca pase temporadas tras su abdicación en suelo dominicano.
Embajador, ¿cuál sería hoy su mensaje para su columna periodística que antes firmaba bajo el epígrafe «Antes de comenzar»?
«Antes de comenzar» son al fin y al cabo las siglas de mi nombre, Aníbal de Castro, y eran unos escritos de opinión de corte crítica y picante que escribía en mi época de periodista. El mensaje que daría hoy a los dominicanos que viven en España es que se integren en este país lo mejor posible. Aquí viven 100.000 dominicanos y casi la mitad tiene doble nacionalidad.
¿Se sienten bien tratados por la sociedad española?
Sí, aunque a veces surgen roces con la policía en situaciones de diversión porque los dominicanos somos muy bulliciosos.
¿Qué hace un periodista de embajador de la República Dominicana en España?
Hay muchas similitudes entre el periodista y el diplomático. Ambos tenemos que ser buenos observadores, tener destreza para la escritura, una mente analítica para evaluar situaciones y un ojo puesto siempre en el futuro sin perder de vista los orígenes de las distintas realidades. Además, tenemos que ser discretos. Yo entré en la diplomacia de forma casual.
¿Cómo fue?
En 2004 decidí cogerme un año sabático del periodismo y ese mismo año coincidí en una fiesta con el presidente Leonel Fernández, quien me ofreció irme de embajador a Londres.
Y ya ni se acuerda de las redacciones…
La verdad es que he encontrado muchas satisfacciones en la vida diplomática, llevo ya 11 años y me siento muy cómodo. No me veo otra vez de periodista a tiempo completo. Esta labor me permite además escribir y leer mucho.
¿Cuál es su valoración de La fiesta del chivo de Mario Vargas Llosa sobre el régimen de Trujillo?
Es una obra clave para entender una etapa dolorosa no solo de República Dominicana sino de todo el autoritarismo que ha padecido Iberoamérica. Vargas Llosa hace un estudio maestro de ese autoritarismo con su estilo punzante y elegante sin olvidarse de ninguno de los aspectos fundamentales de lo que es una dictadura.
¿Qué eco tuvo la novela de Vargas Llosa en su país?
Tuvo alguna crítica porque había quien le acusaba de haberse apartado en ciertos momentos de la realidad. Lo cierto es que Vargas Llosa no quiso escribir una novela histórica ni un trozo de la historia dominicana, lo que escribió fue una novela magnífica con las licencias propias de la ficción.
¿Cómo fue posible un régimen de tanta infamia como el de Trujillo?
Por el escaso desarrollo político que existía en República Dominicana. En 1924, el país estuvo ocupado por tropas de Estados Unidos y Trujillo llegó en 1930. En cierta medida, se agudizó lo que había sido una tónica de la política norteamericana en la zona. Fue un momento histórico que se vivió en otros países como Cuba, Venezuela, Argentina o Colombia. Afortunadamente, en América Latina ha crecido la libertad y se defienden los derechos humanos en países que celebran elecciones libres. A lo mejor la democracia no es muy madura, pero se afianza porque ha sido asimilada por la sociedad.
¿También en Venezuela?
No seré yo quien hable de otro país y menos siendo embajador. Lo podría hacer si fuese periodista pero eso es algo que ya no soy. Lo que sí soy es amigo del embajador de Venezuela en España y le puedo asegurar que Venezuela ha sido siempre un país muy solidario con el mío en la financiación del petróleo.
Rafael Leónidas Trujillo, igual que su hijo, está enterrado en El Pardo. ¿Qué significa el dictador Trujillo para los dominicanos casi 50 años después de su muerte?
Es curioso que los dominicanos no tengamos la percepción de que Trujillo murió ya hace 50 años, hablamos de su muerte como si fuera ayer y de hecho la celebramos cada 30 de mayo, día de su asesinato y día que relacionamos con la libertad.
¿Cómo era la relación de Trujillo y Franco?
Buenísima porque «burro con burro se rasca». Eran dos dictadores de mano dura que se autoproclamaron generalísimos, sentían un profundo amor por los uniformes y las galas militares y todo lo relacionado con la liturgia del poder.
¿Cambiaron mucho las cosas con el presidente Balaguer?
Era totalmente diferente y creo además que fue el que inició el camino hacia la democracia. Creo que Vargas Llosa es un admirador secreto de Balaguer, a quien entrevistó en numerosas ocasiones para documentarse y escribir La fiesta del chivo.
¿Defiende usted a Balaguer como presidente de su país?
Balaguer llegó a la presidencia por primera vez en 1966, tras una guerra civil y otra ocupación norteamericana. Hay que entender la situación que se encontró de inconformidad social, atentados y violencia. Es cierto que afrontó este caos con mano dura pero en sus últimos gobiernos, sobre todo, de 1986 a 1996, giró hacia la clara defensa de los derechos humanos y formó gobiernos democráticos.
e sicarios mandados por el Gobierno. ¿Cómo y por qué se llevó a cabo aquel asesinato?
Fue el 28 de marzo de 1972. Goyito fue mi mentor en el periodismo y está claro que en su asesinato intervinieron funcionarios públicos y cuerpos de represión del Estado. Eso no quiere decir que ordenase el asesinato Balaguer, quien siempre reconocía que tenía incontrolables sobre los que no ejercía ninguna autoridad.
¿Decía eso el «caudillo» Balaguer?
Lo de Goyito fue un crimen de Estado, pero él era amigo de Balaguer. Lo que sucedió es que era muy crítico con cierta camarillas militares que supongo que acabaron con él. Desgraciadamente nunca se ha enjuiciado a los autores intelectuales de este crimen.
¿Qué ha pasado desde entonces en la República Dominicana?
La República Dominicana es la historia de un éxito no solo por su desarrollo material, sino también por la evolución de su sociedad que ha aprendido las reglas democráticas, se ha modernizado y adaptado a los cambios de la globalización. Los dominicanos somos tolerantes, multiculturales y representamos a un país joven y de oportunidades.
Supongo que no es fácil la convivencia de un resort de lujo como el de La Romana de los hermanos españoles Fanjul con la miseria existente al otro lado de la frontera vecina de Haití, donde hay tanta pobreza.
Es cierto que existe ese contraste pero no solo en la frontera, sino también en el propio país. La desigualdad existe en toda Iberoamérica y hay que acabar con ella. Es una sociedad dual donde existe un lado moderno y al mismo tiempo otro más parecido a África que a una sociedad desarrollada. De todas formas, no se ve tensión social en República Dominicana y cada vez son más los que apuestan por la meritocracia para prosperar porque son conscientes de que las cosas se logran trabajando duro y que la vida no es fácil para nadie.
¿Cómo son las relaciones en la vida cotidiana entre dominicanos y haitianos?
Los haitianos pobres conviven con los dominicanos pobres y los haitianos ricos con los ricos. Tenemos más de 570.000 haitianos en nuestro país y los tratamos bien porque los vemos como seres humanos que han tenido que emigrar y buscan un futuro mejor.
Precisamente Vargas Llosa ha sido quien ha equiparado una sentencia del Tribunal Constitucional de la República Dominicana con las leyes de Hitler por negar la nacionalidad dominicana a los nacidos de padres haitianos residentes ilegales en su país.
Esa ha sido una mala interpretación de Vargas Llosa de una sentencia que contrasta con la que escribió años antes en la que reconocía que soportar ese nivel de emigrantes era una carga para los dominicanos. Lo que decimos en mi país es que un niño que nazca en nuestro suelo de padres ilegales no puede tener nacionalidad dominicana. Lo dice mi país y otros 145 países del mundo, entre ellos, España.
Pero quien nace en Estados Unidos es norteamericano.
Sí, lo son en Estados Unidos y también en Canadá y en otros países iberoamericanos, pero la realidad es diferente porque nuestro territorio es más limitado. Las normas de nacionalización de Haití son más estrictas que las de mi país.
¿Será porque los haitianos son de color?
Nada tiene que ver con eso.
¿Ve en el problema fronterizo alguna semejanza entre República Dominicana con Haití y la que tiene España con los inmigrantes africanos?
Sí que hay gran similitud porque todos los que se marchan de sus países lo hacen buscando un futuro mejor en países más desarrollados y avanzados. Ese es un derecho que tienen, pero cada país tiene también su derecho a poner sus reglas de inmigración y de nacionalización.
Dicen que usted ha cambiado de opinión y que cuando era periodista pensaba de forma diferente.
Cambiar de opinión no es malo. Si pensara lo mismo que hace 40 años sería un problema. Eso sí, en lo fundamental sigo pensando lo mismo: en la defensa de los derechos humanos, en la convivencia pacífica y en que el color de la piel no tiene por qué marcar a una persona.
¿Es tan distinta, señor De Castro, la realidad vista desde el poder que vista desde la redacción de un periódico?
Sí, claro. Cuando uno está en una redacción hay aspectos del poder que se le escapan. Los periodistas son a veces demasiado osados al escribir sobre temas que en realidad no conocen en profundidad. Sin embargo, entre el riesgo de tener una prensa secuestrada o crítica, me quedo con la segunda.
¿Hacia dónde va ahora el periodismo, en su opinión?
El periodismo está sometido a las nuevas tecnologías y a las fuerzas sociales y ha dejado de ser monopolio de los periodistas. Internet ha democratizado la información, pero también la ha puesto en manos de personas irresponsables. Estamos en un largo periodo de transición que obliga a los periodistas a cambios no solo en la forma de concebir las noticias, sino también en la manera de informar.
¿Cómo le ha ido con su experiencia de crear un periódico dominicano gratuito?
Ha sido una de las experiencias más reconfortantes que he tenido. Diario Libre es hoy en día el único periódico rentable en República Dominicana y todo porque prestamos atención a algo que a veces se nos olvida a los periodistas: a los contenidos. Un periódico se lee si lleva contenidos de calidad.
¿Qué le parece el periodismo que se practica en España?
Me gusta la opinión que se vierte en los periódicos españoles, es de altura y profundidad. La prensa está a la altura de la que se hace en el resto de Europa y me parece que es muy responsable. La información que se ofrece en la televisión me parece demasiado enfocada en temas de corazón y eso no se ve en mi país.
Usted ha defendido un periodismo combativo, riguroso y nada complaciente. ¿Sigue pensando lo mismo?
Sí y estoy plenamente abierto a que se me critique.
Usted ha escrito un libro titulado República Dominicana frente a su realidad. ¿Cuál era esa realidad?
La realidad de un país que necesitaba urgentemente una serie de reformas económicas tras tres gobiernos de Balaguer. Lo que yo hacía era analizar esas reformas, que tenían muchos detractores, para convencer de que eran necesarias si queríamos tener un país como el que tenemos ahora.
¿Qué va a suponer para el Caribe la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba?
Mi país tiene relación con Cuba desde hace más de 20 años y creo que ya era poco justificable el aislamiento diplomático y el boicot económico de Estados Unidos, país, que por otra parte, mantiene relaciones con naciones similares a Cuba. Supongo que Cuba pasará a ocupar el lugar que se merece en el Caribe y vemos la competencia que va a significar para República Dominicana como algo positivo. Creo además que en ese nuevo espacio geoestratégico de entendimiento estará también Venezuela, tal y como ha dicho aquí en Madrid en julio Thomas Shannon, encargado de normalizar la diplomacia entre Caracas y Washington.
Señor De Castro, ¿ha perdido España la oportunidad de ser más protagonista en ese impulso del Caribe?
España ha sido fundamental en el impulso y desarrollo económico de República Dominicana, donde la inversión española en turismo e infraestructuras es constante y dinámica.
Por cierto, embajador, ¿qué relación tienen los hermanos Fanjul con el Rey Juan Carlos que tanto visita ahora su país?
Son amigos y es cierto que el Rey disfruta de República Dominicana porque sabe que es un país que le quiere. Los dominicanos reconocemos la gran contribución de don Juan Carlos a la democracia y le vemos como a un gran amigo.
Señor embajador, tras casi cinco meses en Madrid, ¿qué le agrada y qué le disgusta de España?
La afinidad cultural que existe con mi país, es un lugar donde me siento muy a gusto y donde he podido disfrutar en épocas pasadas de los toros. Me gusta mucho la literatura española, Azorín, sobre todo, porque tiene un estilo muy particular, y Juan Ramón Jiménez, por su relación con Puerto Rico. Sin embargo, lo que más me llama la atención de España es la ordenada y rápida transición que fue capaz de hacer tras 40 años de dictadura. Me gusta releer esos pasajes de apertura mental y cultural que protagonizó la sociedad española. Lo que menos me agrada es el exceso de burocracia que existe en este país y que hemos heredado en República Dominicana. Aquí te ponen trabas hasta para abrir una cuenta bancaria o para contratar una línea telefónica. En Estados Unidos, por ejemplo, es todo más fácil hasta el punto de que los norteamericanos no tienen ni DNI.

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