14 de agosto de 2015 - 12:04 am -
En este país de la impunidad es fácil pasar del poliéster al casimir, del lavagallo al escocés, del reloj de a peso al más fino Cartier, de los espejuelos de la Duarte al más fino Ray-Ban, del Hondita al Jaguar, de una jurunela al gran apartamento del Mirador, de la gira en guagua a la Poza de Bojolo a la villa en Casa de Campo, de la junta con los tígueres en la esquina a la glamorosa tertulia en el Country Club. ¿Se han fijado lo fácil que resulta ser materialmente feliz en esta pequeña Insula Barataria? (Por eso es fácil comprender lo amargo, terrible y pavoroso que resulta la simple posibilidad de pasar del Poder a la oposición).
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