Lissette Hazoury:
21 de agosto de 2015 - 7:00 am -
Una vez que los dominicanos dejen de esconderse detrás de su supuesta inconformidad indígena, y comiencen a abrazar su legado africano, entonces habremos reconocido realmente la identidad dominicana.
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Lissette Hazoury, estudiante dominicano en el Sarah Lawrence College, de Estados Unidos, escribió un ensayo sobre la identidad dominicana, que acaba de ser publicado por la revistaSobremesa (La voz latina del Sarah Lawrence College), en el que plantea la forma en que fue intronizado el racismo en la conciencia de los dominicanos.
El subtítulo del texto es el siguiente: “El desarrollo de la identidad racial dominicana a través del antihaitianismo y el mito del indio”. La autora es estudiante dominicana, hija del empresario Ricardo Hazoury, de acuerdo con una indagación realizada por Acento con familiares del empresario del sector turístico.
La autora concluye analizando los daños que ha causado a la identidad dominicana la idea de una definición a partir de la negación del vecino. Y dice lo siguiente:
“La labrada historia de las tensiones haitiano-dominicanas transformó la dominicanidad (Identidad Dominicana) para que fuera no-haitiana y abandonara su ascendencia africana. A través de la creación del antihaitianismo y el mito indio, figuras políticas dominicanas dieron forma a la identidad racial dominicana creando una cultura negro-fóbica de principios racistas. A pesar de que las huellas de un ancestro africano permanecen en la música dominicana, el idioma y la religión, los dominicanos se consideran a sí mismos como una nación predominantemente blanca, influida por lo hispano”.
La versión que publicamos a continuación es una traducción del inglés escrita por Iván Pérez Carrión. El siguiente es el texto del ensayo:
Ser dominicano es no ser haitiano
Por Lissette Hazoury
Indio: Una palabra que significa tan poco, para los dominicanos significa mucho. Como una niña que crecía en República Dominicana, la palabra “indio” era parte de mi lengua vernácula diaria. Era la única manera “cortés” que yo conocía para referirme a alguien que era negro o de ascendencia africana. Recuerdo cuentos de mi tío sobre un amigo dominicano que se trasladó a Londres. Al explicar cómo un día, mientras su amigo estaba renovando su visado, un oficial británico le preguntó en forma “bastante grosera”, sobre el significado de la palabra “indio” en sus documentos oficiales. El hombre recitó como si estuviera leyendo en un manual: “Indio significa ‘de color’. No es negro en sí, sino que significa color ‘canela’ o ‘beige’, ‘trigeño’ como diríamos en la República Dominicana”. El oficial le lanzó una mirada burlona sin entender lo que quería decir y casi sin vacilar dijo: “Señor, yo no sé nada de esto de indio, pero aquí, usted es simplemente negro”.
Para la mayoría de los dominicanos, esta historia muestra el grado de racismo que existe en países fuera de nuestra esfera de interacción. Sin embargo, los dominicanos no reconocen que el término “indio” también tiene implicaciones racistas. El funcionario sólo estaba describiendo el fenotipo del hombre, lo cual era parte necesaria de su trabajo. El hombre no era indio según ninguno de los significados de la palabra. “Indio”, en el sentido más simple, se refiere a los pueblos indígenas, o a las personas nativas de un país. El hombre del cuento lo más probable es que no tuviera ninguna relación genética con los taínos indígenas que recorrían la isla de La Española en tiempos precolombinos, que fueron aniquilados casi por completo. Sin embargo, él y todos los dominicanos para el caso se niegan a aceptar sus características fenotípicas o admitir que en realidad son negros. Dudamos en identificarnos como negro, y vemos la palabra casi como un insulto. Los dominicanos enfrentan más que el simple racismo: padecen de una grave crisis de identidad racial.
Una vez que los dominicanos dejen de esconderse detrás de su supuesta inconformidad indígena, y comiencen a abrazar su legado africano, entonces habremos reconocido realmente la identidad dominicana.
Indio: La creación del mito
Tres de cada cuatro dominicanos son de ascendencia europea y africana mezclada, por lo que es la nación con mayor cantidad de mulatos en las Américas. Cuando se les pide describir la raza y la identidad dominicana, la mayoría de la gente sostiene que los dominicanos no son puros, sino una mezcla. En segundo lugar después de Brasil, la República Dominicana tiene la mayor cantidad de categorías para raza y color. Los colores van del “blanco”, al “trigueño”, el “indio” o “canela” (marrón), “moreno” (marrón oscuro) y “negro” (negro). “Indio” es la forma más popular de expresar la raza y el color. “Indio” alude a los pueblos indígenas que habitaron en la isla antes de la época colonial, pero al reconocer su raza indígena, los dominicanos no reconocen su ascendencia africana.
Los dominicanos han comenzado a reconocer que el término “indio” es un invento. Los descendientes de los africanos esclavos adoptaron el término “indio”, en un intento por purgarse a sí mismos de su origen esclavo. Ellos nunca podrían alcanzar el estatus atribuido a “blanco”, pero querían deshacerse de su pasado africano, que estaba asociado a la esclavitud. En un esfuerzo por adecuarse, adoptaron la palabra “indio” como una forma de idealizar su físico mediante la conexión con los nativos taínos aniquilados.
Sin embargo, hoy, algo de confusión radica en si “indio” se refiere a color, o si se refiere al pasado indígena. David Howard describe las tres hipótesis principales de lo que muchos creen que es el término “indio”. La primera implica que el término se refiere puramente al color. En otras palabras, “indio” se refiere a ser del mismo color de la raza indígena, de los tonos marrones, o el de las personas de la India. Esta idea implica que los dominicanos entienden que ellos no tienen ascendencia indígena.
La segunda hipótesis significa que Colón creyó que había aterrizado en la India cuando llegó al nuevo mundo, por lo que convirtió a los habitantes del nuevo mundo en “indios”. La tercera refiere la idea de que las personas que se consideran “indio” creen que son descendientes directos de los taínos indígenas, Esta última hipótesis se ha definido como el surgimiento de lo que se describe en términos generales como “indigenismo”.
Las alusiones al indigenismo están más comúnmente asociadas con el intento en el México post revolucionaria de enfatizar los elementos indígenas de su cultura nacional. El indigenismo en República Dominicana se asocia con el énfasis en la cultura taína, como una manera de definir la identidad dominicana. A diferencia de México, donde hoy todavía existen pueblos indígenas, el indigenismo en República Dominicana se fundamenta en un mito. En el siglo XIX, los dominicanos tomaron cualquier información que pudieran reunir sobre los taínos nativos de la época colonial y construyeron una cultura a su alrededor. Poco se sabe realmente sobre los taínos nativos, pero los dominicanos lograron incorporarlo a una gran parte de su cultura, idealizando acontecimientos y personas.
El cenit del indigenismo en la República Dominicana es la historia de Enriquillo, el líder taíno. Narra la historia de un noble salvaje que luchó contra la opresión y se convirtió al cristianismo. Esta y otras formas de indigenismo son intentos para cumplir con una necesidad psicológica de continuidad entre los pueblos indígenas y la población actual. En la medida en que el indigenismo llena la brecha entre taínos y dominicanos de hoy, amplía poco a poco la brecha entre los dominicanos y su pasado africano.
El antihatianismo y el mito del indio
“Indio” no es sólo la negación de una ascendencia africana, sino también el rechazo a Haití. En otros países de América Latina, términos como “mestizo” o “mulato” se utilizan para describir una mezcla racial de las personas. En República Dominicana, la palabra “mulato” tiene una connotación negativa porque se refiere a un pasado africano. Los dominicanos no se ven a sí mismos como mulatos porque los mulatos son oscuros y “ser oscuro es ser haitiano”‒algo que los dominicanos no quieren ser.
La mayoría de los países de las Américas formaron su identidad nacional en oposición a una potencia europea, pero la República Dominicana formó su identidad en oposición a Haití. La República Dominicana es el único país de las Américas que no celebra su independencia de una potencia europea, sino su separación de Haití, en 1844. Después de que ganaron la independencia, los dominicanos desecharon todo lo de Haití, incluido el idioma, la cultura y, en cierto grado, el color de la piel. Puesto que Haití era predominantemente negro, ser negro significaba ser de Haití, y de ahí surgió la odiosa idea del antihaitianismo. “Indio” de nuevo se convirtió en un margen de maniobra para que los dominicanos describieran su color oscuro sin tener que admitir su ascendencia africana, o tener alguna relación con los haitianos, que otros términos, como “mulato”, no ofrecen.
Hasta la década de 1930, el término “indio” fue utilizado solamente en el día a día, como una forma en que los dominicanos definen el color y la raza. No fue sino hasta la dictadura de Rafael Leonidas Trujillo que el término se hizo oficial. Cuando Trujillo llegó al poder, tuvo la oportunidad de redefinir la población como mulatos, ya que él mismo era de ascendencia africana. En cambio, hizo concesiones a la hispanofilia de la elite blanca y trató de hacer a los dominicanos “el pueblo más español de las Américas”. Trujillo redefinió a los negros y mulatos como indios, por lo que pasó a ser esa la descripción oficial de la raza dominicana. Al permitir que “indio” se utilizara en la cédula, la tarjeta de identificación oficial dominicana, el “mito del indio” se institucionalizó.
En la República Dominicana, los funcionarios que se ocupan de la cédula y el censo estatal son responsables de clasificar el color de la gente y a las personas rara vez se les consulta. Dado que existen tantas variaciones de color diferentes, la categorización de una persona bajo un determinado grupo racial puede resultar difícil. Los funcionarios del Estado, y los dominicanos en general, definen cómo ven el color en términos de cuánto más oscuro o más claro es en relación a cómo se ven a sí mismos. No existe, por tanto, una manera precisa para identificar el color de una persona que no sea a partir de sus propios prejuicios o percepciones. Por lo tanto, el fenotipo real de individuos categorizado como “indio” puede variar desde marrón oscuro a marrón crema. En un estudio realizado por Kimberly E. Simmons en la Junta Central Electoral Dominicana, ella fue testigo de que, de las 150 cédulas hechas, 125 personas fueron clasificadas como “indio”, una de las 5 categorías raciales ofrecidas.
Hoy nos disfrazamos tras máscaras viciadas, creadas por nosotros mismos, perpetuadas, malas interpretaciones de la raza.
La categorización de color no sólo implica el color de la piel, sino también el cabello y el color de ojos. Por ejemplo, si una persona de piel oscura tiene ojos de color claro y el pelo fino, es más propensa a ser categorizada como indio, luego como mulato, que se considera más oscuro en el espectro de color dominicano. Las autoridades estatales también tienden a clasificar a la gente en términos más claros para “no ofender”. Esto también puede ser atribuido a la manera del Gobierno de blanquear el país para que sea percibido más como hispano que como africano.
Conclusión
La labrada historia de las tensiones haitiano-dominicanas transformó la dominicanidad (Identidad Dominicana) para que fuera no-haitiana y abandonara su ascendencia africana. A través de la creación del antihaitianismo y el mito indio, figuras políticas dominicanas dieron forma a la identidad racial dominicana creando una cultura negro-fóbica de principios racistas. A pesar de que las huellas de un ancestro africano permanecen en la música dominicana, el idioma y la religión, los dominicanos se consideran a sí mismos como una nación predominantemente blanca, influida por lo hispano.
Sólo podemos contemplar en qué medida los futuros gobiernos dominicanos asumirán por sí mismos la reparación de los daños ocasionados social y culturalmente por las teorías de los poderes de supremacía blanca. Sobre la base de las políticas recientes, cumplir con esas expectativas parece descabellado. En la búsqueda de una comprensión racial más profunda, el pueblo dominicano debe educarse. Debe tomar conciencia de la africanidad mediante la disposición de las entidades afrodominicanas, así como el retorno de la Diáspora Dominicana.
Retornando la anécdota de mi tío sobre su amigo en el Reino Unido, me doy cuenta de la importancia que eso conlleva. La negación del hombre de su contexto africano representa siglos de cultivo de una ideología que se ha arraigado en la psique dominicana. Al experimentar lo que él creyó que es un ejemplo de racismo, este hombre realmente estaba dando un paso hacia lo que en realidad es su negritud. Una vez que los dominicanos dejen de esconderse detrás de su supuesta inconformidad indígena, y comiencen a abrazar su legado africano, entonces habremos reconocido realmente la identidad dominicana. Hoy nos disfrazamos tras máscaras viciadas, creadas por nosotros mismos, perpetuadas, malas interpretaciones de la raza.
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