17 Marzo 2012, 11:45 PM
El SIM de Trujillo fue el organismo represivo más temido durante la dictadura
El ideólogo fue el periodista deportivo Johnny Abbes
García, quien tras la caída de Trujillo fue asesinado junto a su
familia en Haití
El Servicio de Inteligencia Militar (SIM), la
organización represiva y de persecución política de la dictadura de
Rafael Leonidas Trujillo Molina, cumple este marzo 57 años de haber
sido creado.
Sus operaciones de inteligencia y caliesaje estuvieron bajo la tutela de la secretario de las Fuerzas Armadas, cuyo titular fungía como director.
Originalmente sus funciones abarcaban desde la vigilancia de entrada de animales sacrificados, evadiendo el pago de impuestos municipales, hasta la eliminación física de cualquier opositor “peligroso” al régimen.
Cuando Trujillo se enteró de los pingues beneficios que generaba la venta de carne en la capital, prorrateó entre tres de sus hermanos las principales entradas viales a la ciudad.
José Arismendi (Petán) controlaba la Norte; Vigilito el Sur, y Pedrito el Este. Los dueños de la mercancía les entregaban un comprobante con detalles del producto, desde volumen hasta precio, documento que canjeaban en las oficinas del Consejo Administrativo delDistrito Nacional (Ayuntamiento).
Hasta la creación del SIM, los propios comandantes militares, todos identificados con el poder, también vigilaban y controlaban a los desafectos del gobierno, y cuando se nombraba un nuevo director regional, éste recibía del saliente un fichero confidencial con los nombres, direcciones y perfil de los “enemigos” del Jefe.
El nuevo comandante tenía facultad de aumentar el fichero con nuevos “sospechosos”, según su criterio.
Las oficinas del SIM estaban en una casona de concreto, ubicada donde hoy está la Guardia Presidencial, en la avenida México esquina 30 de Marzo. Ahí funcionaba también la oficina de la cédula personal de identidad y una oficina recaudadora, dependencia de Rentas Internas.
La mayoría de las veces las acciones de los miembros del servicio caían en la extravagancia. Como muestra vasta relatar la truculencia como actuaron contra el general Anselmo Paulino, horas después de haber caído en desgracia por “desacuerdos” con la Primera Dama, doña María Martínez y su hijo Ramfis Trujillo.
El jefe del SIM era el coronel Manuel García Urbáez (Billia), quien reportaba directamente al Secretario de las FF.AA, general Antonio Leyba Pou, funcionario que había ordenado a Billia “poner un
vigilancia permanente a la residencia de Paulino, “para saber quienes eran sus amigos y simpatizantes”.
El jefe del servicio de inteligencia impartió instrucciones precisas “para que nadie entrara a la residencia de Anselmo”. Cuando en la mañana del día siguiente llegó el distribuidor de leche la mercancía le fue arrebatada, vertida en los contenes y el lechero recibió una paliza para que no quedara con ganas de regresar.
Lo mismo ocurrió con el panadero, mientras que la doméstica fue brutalmente golpeada cuando se dirigía al colmado a proveerse de alimentos para la casa.
Indignada por estos atropellos la esposa de Paulino llamó a Trujillo y le explicó lo que estaba pasando. El Jefe le prometió a la dama que de inmediato se ocuparía personalmente del asunto y llamó al Secretario de las FF.AA y al jefe del SIM y les preguntó quien era al responsable de haber dado la orden. Leyba Pou respondió: “Jefe, no he dado esas órdenes”, mientras Billia se defendió alegando que “actuaba bajo las órdenes del general Leyba”.
La acción del Jefe fue inmediata: el secretario fue puesto en retiro y García Urbáez, por ser nativo de San Cristóbal, al igual que Trujillo, fue relevado del SIM y enviado al Centro de Instrucción Militar.
El cuerpo represivo fue reestructurado y descentralizado de las Fuerzas Armadas después del asesinato del capitán Octavio de la Maza, según narra el Dr. Euclides Gutiérrez Félix, en su obra “Trujillo, monarca sin corona” Su misión imperativa era fortalecer y ampliar la persecución contra los “enemigos” del régimen.
En la ocasión el jefe de la organización era el general Félix Hermida, quien al igual que otros dos incumbentes, los generales Federico Fiallo y Fausto A.
Caamaño, fueron duros en el combate de las actividades secretas contra la dictadura.
Otro jefe del SIM, el general Arturo R. Espaillat, egresado de una academia militar de Estados Unidos, aumentó considerablemente el número de miembros del servicio de inteligencia. A este titular se le encomendó el espionaje internacional, la censura y el control de la inmigración y en la expedición de pasaportes.
Hasta la muerte del generalísimo la organización la dirigió el temible Johnny Abbes García, quien laboró como periodista deportivo de La Nación, cuya imaginación maquiavélica era fabulosa.
Este verdugo se dedicó a colocar bombas hasta los más cercanos colaboradores del gobierno, para aterrorizarlos para que “ni siquiera pensaran en la traición”.
Al militar lo sustituyó el coronel Roberto Figueroa Carrión, que estuvo en el cargo hasta su disolución, y creación del DNI.
EL DATO
La entidad
Funcionarios y colaboradores del régimen de Trujillo eran vigilados por los calieses del SIM, quienes patrullaban la ciudad vestidos de civil, pero con mayor autoridad que los agentes policiales o jefes militares.
Sus operaciones de inteligencia y caliesaje estuvieron bajo la tutela de la secretario de las Fuerzas Armadas, cuyo titular fungía como director.
Originalmente sus funciones abarcaban desde la vigilancia de entrada de animales sacrificados, evadiendo el pago de impuestos municipales, hasta la eliminación física de cualquier opositor “peligroso” al régimen.
Cuando Trujillo se enteró de los pingues beneficios que generaba la venta de carne en la capital, prorrateó entre tres de sus hermanos las principales entradas viales a la ciudad.
José Arismendi (Petán) controlaba la Norte; Vigilito el Sur, y Pedrito el Este. Los dueños de la mercancía les entregaban un comprobante con detalles del producto, desde volumen hasta precio, documento que canjeaban en las oficinas del Consejo Administrativo delDistrito Nacional (Ayuntamiento).
Hasta la creación del SIM, los propios comandantes militares, todos identificados con el poder, también vigilaban y controlaban a los desafectos del gobierno, y cuando se nombraba un nuevo director regional, éste recibía del saliente un fichero confidencial con los nombres, direcciones y perfil de los “enemigos” del Jefe.
El nuevo comandante tenía facultad de aumentar el fichero con nuevos “sospechosos”, según su criterio.
Las oficinas del SIM estaban en una casona de concreto, ubicada donde hoy está la Guardia Presidencial, en la avenida México esquina 30 de Marzo. Ahí funcionaba también la oficina de la cédula personal de identidad y una oficina recaudadora, dependencia de Rentas Internas.
La mayoría de las veces las acciones de los miembros del servicio caían en la extravagancia. Como muestra vasta relatar la truculencia como actuaron contra el general Anselmo Paulino, horas después de haber caído en desgracia por “desacuerdos” con la Primera Dama, doña María Martínez y su hijo Ramfis Trujillo.
El jefe del SIM era el coronel Manuel García Urbáez (Billia), quien reportaba directamente al Secretario de las FF.AA, general Antonio Leyba Pou, funcionario que había ordenado a Billia “poner un
vigilancia permanente a la residencia de Paulino, “para saber quienes eran sus amigos y simpatizantes”.
El jefe del servicio de inteligencia impartió instrucciones precisas “para que nadie entrara a la residencia de Anselmo”. Cuando en la mañana del día siguiente llegó el distribuidor de leche la mercancía le fue arrebatada, vertida en los contenes y el lechero recibió una paliza para que no quedara con ganas de regresar.
Lo mismo ocurrió con el panadero, mientras que la doméstica fue brutalmente golpeada cuando se dirigía al colmado a proveerse de alimentos para la casa.
Indignada por estos atropellos la esposa de Paulino llamó a Trujillo y le explicó lo que estaba pasando. El Jefe le prometió a la dama que de inmediato se ocuparía personalmente del asunto y llamó al Secretario de las FF.AA y al jefe del SIM y les preguntó quien era al responsable de haber dado la orden. Leyba Pou respondió: “Jefe, no he dado esas órdenes”, mientras Billia se defendió alegando que “actuaba bajo las órdenes del general Leyba”.
La acción del Jefe fue inmediata: el secretario fue puesto en retiro y García Urbáez, por ser nativo de San Cristóbal, al igual que Trujillo, fue relevado del SIM y enviado al Centro de Instrucción Militar.
El cuerpo represivo fue reestructurado y descentralizado de las Fuerzas Armadas después del asesinato del capitán Octavio de la Maza, según narra el Dr. Euclides Gutiérrez Félix, en su obra “Trujillo, monarca sin corona” Su misión imperativa era fortalecer y ampliar la persecución contra los “enemigos” del régimen.
En la ocasión el jefe de la organización era el general Félix Hermida, quien al igual que otros dos incumbentes, los generales Federico Fiallo y Fausto A.
Caamaño, fueron duros en el combate de las actividades secretas contra la dictadura.
Otro jefe del SIM, el general Arturo R. Espaillat, egresado de una academia militar de Estados Unidos, aumentó considerablemente el número de miembros del servicio de inteligencia. A este titular se le encomendó el espionaje internacional, la censura y el control de la inmigración y en la expedición de pasaportes.
Hasta la muerte del generalísimo la organización la dirigió el temible Johnny Abbes García, quien laboró como periodista deportivo de La Nación, cuya imaginación maquiavélica era fabulosa.
Este verdugo se dedicó a colocar bombas hasta los más cercanos colaboradores del gobierno, para aterrorizarlos para que “ni siquiera pensaran en la traición”.
Al militar lo sustituyó el coronel Roberto Figueroa Carrión, que estuvo en el cargo hasta su disolución, y creación del DNI.
EL DATO
La entidad
Funcionarios y colaboradores del régimen de Trujillo eran vigilados por los calieses del SIM, quienes patrullaban la ciudad vestidos de civil, pero con mayor autoridad que los agentes policiales o jefes militares.
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