MIAMI, Estados Unidos. – Liset González, madre de Karla Pérez González, estudiante de periodismo expulsada de la Universidad de las Villas por sus contactos con el movimiento opositor Somos +, ha hecho pública una carta al Gobierno cubano:-
Cuando las madres hablan
Hoy, enfrentando con mucho dolor la expulsión de la carrera de periodismo de una joven de 18 años (mi hija), carrera bien ganada con mucho esfuerzo durante su etapa estudiantil , por su brillantez e inteligencia en sus resultados académicos ,solo por no comulgar con el “castro-comunismo ” -que más adelante se lo dejo definido- y no querer jugar el roll de espía para la Seguridad del Estado ha sido maltratada y chantajeada.
¿Hasta cuándo, cubanos y cubanas, vamos a permitir la impunidad ante estos hechos criminales de esta dictadura maquiavélica? Hoy es mi hija, mañana será otro, y así irán matando los sueños de esta sacrificada juventud cubana. Despertemos, Cubanos, ante estas violaciones de derechos. Digamos ¡Basta! Luchemos por nuestra libertad como personas dignas con la estirpe de mambises, digamos basta ya de represión, de hechos impunes.
Gritemos que queremos una Cuba Libre que nos ha sido robada por más de medio siglo. Hoy compartimos el dolor de una joven vejada solo por pensar diferente: mi hija Karla, y mañana puede ser otro hijo de esta tierra por eso hoy #TodosSomosKarla y que nuestra denuncia llegue a cada los rincón del mundo para que todos conozcan la realidad de nuestra Cuba.
¿Definir el castro-comunismo y no caer en exageraciones de telenovelas?
¿Definir el castro-comunismo y no caer en exageraciones de telenovelas?
Usted sólo deje volar su imaginación, sus recuerdos, sus dolores y agarre bien fuerte su dignidad y su vergüenza.
Si Usted es “un fan” de la dictadura castrista, es decir, un lamebotas, un sicario ideológico, un comunista, un oportunista, un “quítate tú pa’ ponerme yo”, un envidioso social, un mediocre improductivo, entonces la tiene fácil porque nada más tiene que decir que (la salud) es gratis, la instrucción pública regalada y con el mismo derecho para todos, la canasta básica subvencionada, las oportunidades iguales para todos, y no puede faltar el: “¡cómo te extraño, comandante! O “yo soy Fidel”. Puede agregar otras bellaquerías pero en esencia este es el discurso maniqueo de la tropa de vikingos tropicales o luchadores por la independencia de la dependencia ¿Eso seremos los cubanos bajo esa cruel dictadura?
A cada cual según su capacidad, a cada cual según su descaro, su propensión a mentir, su borrachera panfletaria, su ceguera vengativa o su odio de clases .
Fidel Castro ideó el castro-comunismo en Cuba, lo masificó a la cañona y puso, sin ningún tipo de consideraciones o reparos, a sus seguidores y a casi todo un pueblo a decir diariamente el lema, saludar la bandera a mano cambiada y cantar el Himno Nacional con desafinaciones tipo dictadura del proletariado. Así de simple.
No les dio ni les ha dado a los cubanos, durante 58 años, otra opción que no sea pico y pala o en su defecto, la hoz y el martillo.
Eso es revolución con minúsculas y que la defiendan quienes quieran, cada pajarito con sus plumas.
Quienes no comulgamos con la dictadura castrista, quienes no creemos el cuento de: “un poquito más pa’lante está el paraíso, así que más sacrificio y más sacrificio…”, entonces la tenemos más difícil pues no nos tragamos, o no nos atragantamos, con la “bondad de la dictadura del proletariado” o simplemente aprendimos que el socialismo y el comunismo son puro cuento para justificar el robo, el enriquecimiento y la desvergüenza de unos pocos en el poder.
Para saber o entender qué significan el engendro, la manipulación o la desgracia castrista primero que todo hay que haberlo vivido. No se puede hablar de los horrores de un sistema, de una tiranía, ni de una dictadura sin haber experimentado en carne propia “la vida que nos tocó vivir”.
Los cubanos hemos vivido el racionamiento más cruel y más eterno que ha soportado un pueblo en toda la historia de la humanidad. Nos pusieron a pedir el último el 1 de Enero de 1959 y no nos han dado ni un minuto de tregua durante casi 60 años, hemos tenido que vivir con el susto de que todo se va a acabar y que el hambre y la miseria colectiva son la única producción visible del socialismo y el bochornoso cuento de ser dictadores como proletarios.
No aceptar la dinastía castrista es una actitud que casi siempre termina en doloroso exilio o persecución.
Para definir la maldad del castro-comunismo, y no pecar de “mercenarios del imperio”, sólo hay que mostrar la vida de los cubanos en sus calles, en sus casas, en sus realidades, en sus verdades y en sus vidas, no existe mayor verdad que la que te entra por los ojos en forma de espanto, dolor, desesperanza y tristeza.
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