En el último escándalo relacionado con los libros de texto japoneses, Adolf Hitler aparece no como un belicista y asesino de masas que debe ser condenado, sino como una figura inspiradora que debe ser estimada.
- ditor:
- 15:44:14 2017-04-20 / agencia de xinhua
En el último escándalo relacionado con los libros de texto japoneses, Adolf Hitler aparece no como un belicista y asesino de masas que debe ser condenado, sino como una figura inspiradora que debe ser estimada.
Este retrato, que para cualquier adulto sensible es una pesadilla, para el gobierno japonés no es un gran problema.
Hace poco, el gobierno del primer ministro japonés, Shinzo Abe, dio luz verde al uso del contenido "beneficioso" o "apropiado" de la conocida autobiografía de Hitler Mein Keimpf (Mi lucha) en las escuelas niponas, una medida peligrosa dentro de los prolongados intentos de Japón de revivir la "gloria" de su pasado militarista.
¿Qué contenido "beneficioso" o "apropiado" puede encerrar una obra que muchos consideran como el plan de acción para el asesinato sin piedad de seis millones de judíos durante la Segunda Guerra Mundial?
Tokio dio este paso sin escrúpulos sin tener en cuenta que el libro ha estado bloqueado por el gobierno alemán durante 70 años y que su publicación sigue siendo muy controvertida en muchos otros países.
Aprobar el Mein Kampf como material escolar es la última de las acciones del gobierno de Abe para impulsar el espíritu nacionalista y militarista entre las generaciones japonesas más jóvenes.
En marzo, se añadió un curso de lucha con bayoneta (un método popular de combate durante la guerra) a las nuevas directrices de la educación primaria y secundaria en Japón.
Tokio aprobó además un documento que no descarta utilizar como libro de texto el Decreto Imperial sobre Educación, un edicto que promueve una educación imperialista y militarista firmado por el emperador Meiji el 30 de octubre de 1890.
Y esto no es todo. En otro escándalo reciente, Abe y su esposa se manifestaron a favor de la pedagogía de estilo imperialista en una guardería en la ciudad occidental japonesa de Osaka.
Desde su ambición a tener presencia militar en el extranjero hasta un sistema de educación nacional que alienta el militarismo, Japón está revelando sus anhelos de reconstruirse militarmente, lo que, junto con el fascismo, fue la raíz de la Segunda Guerra Mundial y debe ser condenado y erradicado sin miramientos.
No hay espacio para la más mínima ambigüedad en lo que concierne a los asuntos históricos que atañen al principio de distinguir entre el bien y el mal.
El gobierno de Abe debería educar a sus jóvenes con una concepción histórica correcta y, al mismo tiempo, cuidarse de tener pensamientos bélicos tóxicos y oponerse a ellos.
Si Japón necesita ampliar la cobertura de sus libros de texto, Adiós a las armas, el clásico de Ernest Hemingway sobre el horror de la guerra, sería sin duda una opción mucho mejor.
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