"¿Dónde están hoy las escarpadas montañas de Quisqueya?", pregunta Minou Tavarez Mirabal

7DIAS.COM.DOLIBRO21 NOV 2013, 10:58 AM

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SANTO DOMINGO (R. Dominicana).- Una sola carta no incluida en el libro Mañana te escribiré otra vez, intercambio epistolar entre Minerva Mirabal y Manolo Tavárez puesto a circular este jueves en la noche, sirvió a Minou, la hija de ambos, para hurgar en la herida abierta de una sociedad que parece no querer encontrar respuesta a las preguntas difíciles.

Es la carta que Minerva envía a Tobías Emilio Cabral, su entrañable amigo Larry, en la que despliega sus inquietudes por la acefalia del movimiento clandestino que, junto a Manolo, ella erigía a golpes de sueño libertarios y sin pensar en los riesgos. Pero también dice Minerva cómo entiende que los antitrujillistas del exilio podían ayudar a la causa interna si limpiaban el discurso de diatribas y se centraban en explicar a través de los programas de radio –que en el país se escuchaban en hogares desvelados pero exultantes— en orientar políticamente a la población.

“Y estos días me hablaban de un programa de R. Rumbos, que decía que nosotros somos un pueblo que no merece que se luche, etc. ¿Cómo pueden? Sin embargo nadie puede desconocer la fuerza interna del pueblo, ni sus valores. Todo el que lo desconozca fracasará”, dijo Minerva a Larry a finales de 1959.

Y en la noche del 20 de noviembre de 2013, más de cincuenta años después, Minou recobró la frase con la que su madre advertía a quienes cerraran los ojos frente a la fuerza y los valores del pueblo: “Todo el que lo desconozca fracasará”.

Es esa la Minerva viva que todavía sigue hablando, y no solamente la Mariposa que aletea desde su muerte hacia la libertad”.

“¿Qué le dice esta carta de ayer a esta patria nuestra de hoy?” –se pregunta Minou— “¿Cómo podremos alcanzar a la Minerva política que emerge de sus escritos y su correspondencia?  Es esa la Minerva viva que todavía sigue hablando, y no solamente la Mariposa que aletea desde su muerte hacia la libertad”.

Pero junto al aserto de su madre hay una pregunta que aguijonea a la hija desde hace mucho tiempo: ¿dónde están las escarpadas montañas de Quisqueya de este siglo XXI que avanza raudo? Manolo lo supo hace cincuenta años, y lo dijo en un mitin memorable en el parque Independencia: el Movimiento Revolucionario 1J4 sabía dónde estaban esas montañas y allí se dirigiría para recuperar la constitucionalidad barrida por el golpe de Estado del 25 de septiembre de 1963. Y así lo hizo.

Y porque entiende llegado el momento de que la sociedad dominicana se responda la inquietadora pregunta, Minou comienza por responder ella: “Nuestra historia política reciente está demasiado poblada de hechos cuestionables a los que necesitamos de manera urgente dar respuestas. Es hora de recomenzar en algún punto donde nuestros héroes se van desdibujando. Es hora de comprender que la Patria a la que recurrimos con frecuencia como argumento, ya no puede, ya no quiere.  Ya lo dijo Minerva: Todo el que lo desconozca fracasará”.

En ese tránsito político, que es también ético, hay que recuperar la memoria de todo lo acontecido. Por eso ofrece su apoyo a la Comisión de la Verdad que actúe para resarcirnos del horror y la muerte sin justicia, aunque teme que quienes la nombren incluyan en ella a autores del oprobio.

“¿Qué ha sido nuestra historia política sino la repetición cíclica de la construcción de impunidades desde que quedó instalada la idea del ‘borrón y cuenta nueva’ para ganar una elección?"

“¿Qué ha sido nuestra historia política sino la repetición cíclica de la construcción de impunidades desde que quedó instalada la idea del ‘borrón y cuenta nueva’ para ganar una elección? Nuestra práctica política no se concibe sin la adhesión al caudillo, sin la cercanía a los peores hábitos, sin cargar y arrastrar el pesado fardo de los crímenes, las cárceles, las torturas. Hasta un día”, continúa incontenible.

Minou habla entonces de la grave crisis institucional del país, de un Poder Legislativo deteriorado, sin respeto por su propia legalidad, y de unas altas cortes cuya legitimidad mueve a preocupación. Ni qué decir de los partidos políticos, cuya crisis se empeñan en negar sus voceros porque todavía consiguen votos en las elecciones.

“No hace falta ser expertos para hacer tal reconocimiento. Hace falta ser honestos”, dijo Minou levantando de sus asientos a un aforo desbordado.

Ahora que avanza el siglo, la sociedad dominicana está de cara al desafío de reconocerse en lo que debe unirla: “la defensa de los Derechos Humanos, la lucha contra la pobreza, la justicia, la democracia y la paz”, añadió.

“Cincuenta años después de Manaclas, frente a estas ‘escarpadas montañas de Quisqueya’, la unidad de quienes creemos y luchamos por la democracia es urgente, porque de nuestra cultura dos veces milenaria aprendimos que sólo se cambia lo que se ama.  Y también que, como dice el Evangelio, no se pone el vino nuevo en odres viejos.  Y Todo el que lo desconozca fracasará”,  concluyó con Minerva y Manolo tutelándola.