En el debate público dominicano varias voces apuntalan el miedo como justificación y motor de su accionar político. Se menciona una conspiración internacional contra el país que supuestamente nos obliga a invertir más en educación y a una supuesta fusión con nuestro vecino Haití.
Se motiva la xenofobia y la construcción de un absurdo muro en la frontera.
Igual que cuando Bosch fue presidente y se usaba el miedo al comunismo como arriete contra su política democráctica y de justicia social, hoy muchos usan el miedo a los haitianos y la educación como mecanismo de frenar el gobierno de Danilo Medina. Incluso uno de los aspirantes a ser candidato del PLD coquetea con esas posiciones reaccionarias.
El principal problema de nuestro país es la falta de equidad y en consecuencia el freno al desarrollo real del país.
Ni la demonización de la inversión en educación, ni la xenofofia contra los haitianos, ni la apelación a la “mano dura” contra los pobres que cometen crímenes, ayudará a este país a salir del atraso histórico que carga.
Desde nuestra Independencia una gran mayoría de los que han tenido poder político y económico han buscado mantener la mayoría del pueblo en la miseria y valerse del autoritarismo como ejercicio del poder, y una minoria ha militado por mayor jusitica, equidad y democracia.
No es por tanto algo nuevo. Debemos volver a Bosch cuando al llegar del exilio en 1961 nos enseñó que había que matar el miedo.
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