Raúl Castro censura obra de teatro que parodia a dictadores

El Consejo Nacional de las Artes Escénicas del país caribeño aseguró que las puestas en escena deben ser más adecuadas a las políticas del país; “No es tiempo de quedarse callados”, dice el director Juan Carlos Cremata   El gobierno de Cuba suspendió una obra de teatro que parodia a los reyes, dictadores y gobernantes que quieren perpetuarse en el poder. Se trata de El rey se muere, un texto dramático del escritor rumano Eugène Ionesco, montada por la compañía El Ingenio, a cargo del director Juan Carlos Cremata. Sin embargo, sólo permaneció en cartelera dos funciones, luego de una orden del Consejo Nacional de las Artes Escénicas del país caribeño. La dependencia afirmó: “en su lugar, la sala Tito Junco del Centro Cultural Bertolt Brecht propondrá otras opciones en su programación”. Al respecto, el responsable del montaje afirmó que mantendrán su trabajo y buscarán otras plataformas para defender el derecho a la libre expresión. “Ni la prohibición ni la censura van a callarnos. No es tiempo de quedarse callados, no vamos a quedarnos callados, y vamos a seguir haciendo y diciendo desde donde sabemos, desde lo que sabemos, desde nuestro arte, desde el teatro, desde el cine, aunque sea en otras condiciones. Ya veremos”, dijo Cremata. No obstante, a través de una nota difundida en el portal oficialista Cubarte, la dependencia insistió que el fin del arte debe estar más equilibrada con la política del país. “(Apelamos) a las estrategias de desarrollo del arte escénico cubano, al diálogo permanente entre la institución y la práctica artística cotidiana, en pos de lograr estadios más propositivos entre las obsesiones poéticas de nuestros creadores y la política cultural de la Nación”. La obra cuestionada trata de un rey que gobierna una comunidad en total decadencia, donde el ganado ha muerto, y sólo es posible conseguir leche en polvo, además, la población está enferma. Entonces, el mandatario se entera que le queda una hora de vida, y que morirá al concluir la puesta en escena. En Cuba existen 14 mil creadores registrados en el Fondo Cubano de Bienes Culturales, entre los cuales destacan casos de censura, represión y arrestos. Tal es el caso de Tania Bruguera, artista visual de La Habana, quien en diciembre pasado (luego del anuncio de restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados Unidos) convocó a un performance en la Plaza de la Revolución sin contar con los permisos necesarios para esas actividades culturales. La acción, titulada “El Susurro de Tatlin #6”, consistía en que durante un minuto, cualquier cubano que asistiera al evento, podría exigir sus derechos y contar sus sueños y problemas cotidianos a micrófono abierto. A pesar de no haber obtenido los permisos de entidades oficiales ni respuesta positiva a la solicitud formal de protección y garantía de orden que presentó ayer ante la Dirección General de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), la artista confirmó la realización del evento. La performancera fue arrestada, y sentenciada a no poder salir de la Isla en un plazo de tres meses. Para poder realizar la pieza, el Consejo Nacional de Artes Plásticas del país planteó tres requisitos: hacer la obra en el Patio del Museo Nacional, no permitir la entrada de “ningún disidente o mercenario”, según palabras empleadas por los funcionarios del gobierno, y limitar la duración del proyecto a una hora y media. En el mismo mes, un grupo de cineastas cubanos acusaron a las autoridades gubernamentales de censurar la película Regreso a Ítaca, del realizador francés Laurent Cantet, durante la celebración del XXXVI Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana.