El hotel George V de París, hoy día está regenteado por la cadena hotelera Four Seasons.
La historia la escriben los protagonistas, no es lo mismo escuchar un hecho de la opinión parcializada de un enemigo político de alguien, que leer un artículo de un periodista que apenas acaba de conocer a los involucrados en un incidente y que sus fuentes fueron los testigos de lo que ocurrió en el lugar.
En enero de 1965, 50 años atrás, la revista Confidential, en un artículo del periodista Paddy O'Shea, narró lo acontecido en el hotel George V de París. Para los dominicanos este escándalo farandulero tiene vital importancia porque apenas tres años y un mes antes Ramfis y Radhamés Trujillo, habían partido para siempre de la República Dominicana y el dinero que se derrochaban era fruto del robo al pueblo dominicano.
Portada de la revista Confidential, de enero de 1965, que trae el artículo de Paddy O'Shea.
Viviendo como reyes
Al lujurioso Trujillo le quitan la alfombra de bienvenida por sus orgías y travesuras
Disparos, gritos y alaridos dominaban la madrugada usualmente tranquilas del ostentoso hotel George V en París. Los huéspedes se tiraron de sus camas para averiguar qué estaba pasando, cuando la puerta de una suite de lujo del tercer piso se abrió de golpe.
De cuatro mesas con ruedas habían dos de servicio conteniendo champagne, caviar y otros canapés de la fiesta que iban rodando por el pasillo y las otras dos, con una chica desnuda encima cada una. Una era una rubia platino; la otra, una curvilínea pelirroja que no llevaba tampoco ni una servilleta encima. La rubia chillaba fingiendo terror y la pelirroja agitaba una copa de champagne y con alegría salpicaba el néctar burbujeante sobre sus pechos y el vientre.
Los carritos eran empujados por dos hombres morenos bigotudos que vestían camisas blancas y pantalones oscuros. Otros hombres y chicas, en diversos grados de desnudez y sobriedad los seguían por el pasillo haciéndole coro a los competidores. La mayoría de las chicas andaban en panties y brassieres, los hombres, con botellas y armas en las manos imprudentemente.
Los carritos de servicio estaban alineados uno junto al otro. Un joven apuntó con su pistola al techo y empezó a contar: "Uno, dos, tres ¡Vamos!"
Cuando dispararon el arma, la carrera comenzó. Los dos competidores arrancaron por el largo pasillo, empujando los carritos con las chicas desnudas por delante de ellos a todo lo largo de la alfombra del corredor de las habitaciones.
Llegaron hasta el otro extremo de la sala, dieron vuelta atrás a los carros y emprendieron la marcha hasta el lugar desde el cual partieron. A una de las mesas con rueda se le atrabancó una de ellas y la rubia cayó de nalgas en el piso dando gritos eufóricos. Los canchanchanes los estimulaban gritando, empapados en burbujas de champagne y las chicas comenzaron a quitarse los trozos de tela que les quedaban agitandolos como banderas. Se desenfundaron varias armas y los disparos alcanzaron los marcos dorados de los espejos biselados, paredes, techo y candelabros de cristal.
En esos momentos la Policía de París aparece en el vestíbulo del hotel, todos estaban conmocionados. Los corredores desnudos, pistoleros y huéspedes regresaron a sus habitaciones dejando el claro ante el ulular de sirenas y aparataje policial.
Un oficial del hotel se hizo cargo de la situación frente a la autoridad y le dijo a los gerdames antidisturbios apostados:
"No hay problemas, solo es una típica fiesta de los Trujillo".
El anfitrión de este jolgorio particular era el guapo y amante de la diversión sin límites Ramfis Trujillo, hijo del ajusticiado dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo Molina y jefe titular del clan caribeño (la llamada cofradía).
Más tarde ese mismo día, después de pagar varios miles de francos para costear los destrozos ocasionados en la suite que ocupaban, Ramfis tuvo que aceptar la invitación del hotel para que saliera de su propiedad.
"¿Por qué, puedo comprar este hotel ahora mismo?", gritó enojado Trujillo.
- El gerente estuvo de acuerdo en que probablemente podría - excepto que el hotel George V no estaba en venta.
Así Ramfis Trujillo recogió su equipaje, sus guardaespaldas, prostitutas y a sus lambones.
Esta no fue la última vez que Ramfis y Radhamés disfrutaron París, pero la alfombra de bienvenida que otras veces le colocaban a los Trujillo en la ciudad se había desgastado excesivamente por estos escándalos y excesos.
Ramfis Rafael Trujillo Martínez murió el 27 de diciembre de 1969, luego de un accidente de tránsito en Madrid, España.
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