Pero es que tal situación, a su entender, “ha generado una espiral de destrucción que está poniendo en peligro las democracias del Sur, puesto que las grandes decisiones relativas a los impuestos, las inversiones en educación o en sanidad ya no las toman los gobiernos de cada país”, sino que son rectas dictadas desde el exterior. Estas sesudas conclusiones lo ha plasmado la reputada académica en su libro “Democracia en venta: Cómo la crisis económica ha derrotado la política”.
La profesora de economía, sostiene que “lamentablemente, ya hemos podido comprobar que las medidas de recortes, la austeridad y los sacrificios, no hacen más que contribuir a la recesión y a la pobreza de los ciudadanos”. Por igual “sucede con la crisis que atraviesa la deuda pública que socava la soberanía nacional y la democracia”. Por tales razones es que se cuestiona si ¿vale la pena votar? ¿O quizás debemos reconquistar nuestra democracia ejerciendo la soberanía popular?
La respuesta muy reflexiva es que “tenemos que regresar en la arena política y demandar que los políticos actúen en nuestro interés, nos digan la verdad y no mentiras. Va a ser muy difícil, es muy duro, pero si no lo hacemos es el fin de nuestra democracia y nuestro bienestar”. Pero es más contundente cuando sostiene que “la democracia es la manifestación de la voluntad popular. Los políticos proponen políticas y los ciudadanos deciden cuál es la mejor. Desde hace 20 años, los políticos proponen menos y menos políticas y más y más presencia mediática. Nosotros elegimos gente que es famosa, pero que tienen pocas ideas. Tampoco hacen lo que nos prometen en la campaña electoral”.
Estas reflexiones tienen carácter de un axioma, máxime, si observamos que desde mediados de 2010 se produjo un cambio radical en la forma de gestionar la crisis financiera, al sustituirse la política de los estímulos fiscales por la austeridad, y que en Europa, muchos países se vieron forzados a introducir rigurosas medidas de ajuste, reducción de gastos y aumento de impuestos, de consecuencias fatales, hasta el día de hoy, como es el caso de Grecia. En adición, el efecto más dañino de la austeridad es que destruyó con la recuperación inicial y ha conducido a una desaceleración económica que se convirtió en una segunda recesión, de la cual aun no se logra recuperar.
Pero es que la recuperación que experimentó la zona euro en el 2010 se arruinó por las duras medidas de austeridad aplicadas precipitadamente, especialmente en Grecia, Irlanda y España. Los planes de austeridad se generalizaron y reforzaron en la medida en que aumentaron los costos de financiación de la deuda pública, esto es, que la austeridad ha tenido unos efectos completamente opuestos a los prometidos por las autoridades que la habían impuesto ya que en lugar de reducir el peso de la deuda pública sobre el Producto Interno Bruto (PIB), lo han aumentado.
Es en tal contexto que la economista Napoleoni entiende que la democracia ha sido derrotada si se observa que los países de la Unión Europea pierden un billón de euros como consecuencia del fraude y la evasión fiscal, equivalente a un 7% y el 8% de su PIB, pero a su vez, llama a la atención el hecho de que como consecuencia del fraude y la evasión fiscal, Rusia y Brasil pierden un volumen de ingresos equivalente al 14,9% y el 13,4% del PIB. En adición, el riesgo económico mundial se torna más oscuro si se toma en consideración que para este 2015, los pronósticos de crecimiento del PIB sea por el orden de 1,9% y de 2,5% en el 2016.
Es el desasosiego en que ha caído la economía mundial que está poniendo en riesgo la democracia, razón por la cual Napoleoni se formula la pregunta: ¿Quiénes son los exterminadores de nuestra democracia? Para responderse de que los sepultureros de la democracia es una lista larga y que “incluye muchos personajes que ejercen influencia, tanto en cada país como sobre el futuro”. Por lo que resalta que la maquinaria burocrática en el mundo cada vez más se comporta como un sustituto del pueblo el cual conduce a “perder importantes derechos de los pocos que nos quedan”. Sostiene que tal conducta no es producto de la maldad, “sino fruto técnicamente de la incompetencia y de la ignorancia”. y es aquí entonces donde la democracia ha caído derrotada y en venta. El caso de Grecia puede ser un ejemplo.
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