Un día como hoy, hace 50 años, la sociedad dominicana se levantó en armas, y digo sociedad dominicana, porque a pesar de que la resistencia fue confinada a una pequeña porción de la capital, todo el país estuvo representado en la zona constitucionalista.
La revolución constitucionalista vibró en el corazón de muchísima gente, aunque no estuviesen físicamente en la calle de El Conde.
La revolución fue un fenómeno extraño. Comenzó como una lucha generacional en las Fuerzas Armadas, y terminó siendo una guerra patria contra las fuerzas interventoras. De conflicto interno, pasó a ser parte de la guerra fría entre los dos bloques ideológicos que se disputaban el mundo, y en un país con escaso apego a la ley, encarnó los deseos de un pueblo de tener un gobierno basado en la Constitución.
Por segunda vez en cincuenta años, el país sufrió una intervención militar extranjera, esta vez “legalizada” por un organismo internacional, en violación a las reglas del derecho internacional.
Por uno de esos giros de la historia, la ocupación extranjera tuvo lugar en el centenario de la victoria dominicana contra otra dominación extranjera: la anexión a España.
La esperanza de hoy, a cincuenta años de los hechos de 1965, es que esa experiencia no se repita jamás. Que los dominicanos aprendamos a vivir en paz y en tolerancia. Que el gobierno de leyes sea una realidad en el país, y que los dominicanos digamos ¡nunca más! a la violencia y a la división.
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