Al Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito, se le atribuye haber dicho a través de su cuenta de twitter que el “no ha lugar” a las acusaciones por corrupción contra el senador Félix Bautista y el alcalde de San Francisco de Macorís, Félix Manuel Rodríguez, en vísperas de Semana Santa, parecen ser parte de un plan que procura que sus efectos en la población se diluyan en el largo asueto. Es evidente que el procurador general de la República se resiste a creer, al igual que mucha gente, que esa funesta coincidencia sea un hecho fortuito, producto del azar, pues parece dirigida por una mano siniestra que, tras bambalinas, mueve los hilos de la justicia a su antojo y conveniencia. Pero después de haber llegado tan lejos, el doctor Domínguez Brito está obligado a seguir adelante, a desafiar la voluntad siniestra del titiritero, dándole la oportunidad al sistema de administración de justicia de probar que esos “no ha lugar” casi simultáneos no lo enterraron en el cieno. Y la única forma de seguir adelante, de darle esa otra oportunidad, es apelando los descargos al Secretario de Organización del PLD y el alcalde de San Francisco de Macorís, como le aconsejó ayer la Fundación Institucionalidad y Justicia (Finjus), que además advirtió a la Suprema Corte que está en la obligación de garantizar la credibilidad y la imparcialidad de sus decisiones. En cuanto al plan que sugiere Domínguez Brito en sus ya famosos “tuits” es preferible no darle el más mínimo crédito, pues me resisto a creer que nuestra memoria sea tan corta, o nuestra capacidad de indignación tan limitada, que al regresar del asueto de Semana Santa hayamos olvidado que el “no ha lugar” que favoreció a Félix Bautista legaliza el saqueo impune de los bienes públicos por parte de nuestra rapaz clase política
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