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PARAQUENOSEREPITALAHISTORIA .Para los interesados en el tema y los olvidadizos de sus hechos, aquí están para consultar múltiples artículos escritos por diversas personalidades internacionales y del país. El monopólico poder de este tirano con la supresión de las libertades fundamentales, su terrorismo de Estado basado en muertes ,desapariciones, torturas y la restricción del derecho a disentir de las personas , son razones suficientes y valederas PARA QUE NO SE REPITA SU HISTORIA . HISTORY CAN NOT BE REPEATED VERSION EN INGLES

jueves, 30 de abril de 2015

Homenaje a la gloriosa Revolución de Abril de 1965 en la República Dominicana


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Publicado: martes, 28 de abril de 2015
Este 24 de abril se conmemoró el 50 Aniversario de la Revolución Constitucionalista en la hermana República Dominicana.  Cuatro días más adelante, como resultado de la intervención militar directa de Estados Unidos en el conflicto, el pueblo dominicano  conmemorará también el inicio de la resistencia anti imperialista en dicha Revolución. Entonces, el pueblo en armas se lanzó a las calles de Santo Domingo defendiendo la soberanía nacional y enfrentando una vez más, por segunda ocasión en su historia patria, a las hordas invasoras estadounidenses.
La Revolución Constitucionalista se prolongó por varios meses, extendiéndose parcialmente a algunas otras localidades fuera de la Capital. Finalmente, el 31 de agosto de 1965, fue suscrita el “Acta Institucional”. Con ella concluyó la insurrección cívico militar librada por el pueblo dominicano dirigida a restablecer el orden constitucional usurpado por las Fuerzas Armadas tras el golpe dado al presidente Juan Bosch Gaviño en 1963 . Al final del conflicto armado, más de 3,500 dominicanos habrían ofrendado sus vidas en esa lucha patria.
Los antecedentes al golpe militar, sin embargo, tenemos que trazarlos, sin perder las perspectivas de las circunstancias que vivió la República Dominicana, a partir del año 1930. Fue en ese año cuando Rafael Leónidas Trujillo Molina asumió el poder político en el país concluida la primera intervención militar estadounidense, que se prolongó entre los años 1916 a 1924.
Con Trujillo en el poder dio inicio una de las más cruentas dictaduras en la historia de este país y ciertamente de América Latina.  Ésta se prolongó por poco más de tres décadas. Durante esos años, en medio de una orgía de sangre y muerte que costó la vida de más de 50 mil personas, Trujillo se apropió de la vida, de las instituciones de gobierno y de la economía del país, estableciendo un monopolio total sobre la República Dominicana del cual los únicos beneficiarios eran él, su familia y sus colaboradores más cercanos.
La represión de la Dictadura contra toda voz disidente fue tal, que miles de dominicanos y dominicanas fueron torturados, asesinados o forzados a abandonar el país en aras de proteger sus vidas y esperanzas. Su gobierno, sostenido y legitimado por Estados Unidos, instauró una política racista, particularmente contra el pueblo haitiano, con el cual la República Dominicana comparte la isla de la Española. Como parte de las medidas aplicadas por la Dictadura contra los haitianos residentes en la frontera entre los dos países, las Fuerzas Armadas dominicanas, entre el 28 de septiembre y 8 de octubre de 1937, llevaron a cabo el genocidio de entre 15 mil a 20 mil haitianos en lo que se conoce como la “Masacre del Perejil”, muchos de los cuales fueron asesinados a machetazos.
La Dictadura de Trujillo comenzó a desmoronarse finalmente, luego de languidecer por varios años, a raíz del ajusticiamiento del dictador llevado a cabo por opositores dominicanos mientras éste se desplazaba en su vehículo desde la capital hacia la ciudad de San Cristóbal, lugar donde tenía su residencia vacacional.
Fueron muchos y diversos los esfuerzos e intentos de patriotas dominicanos para el derrocamiento de la Dictadura, como también fue pródiga la solidaridad internacional brindada a los patriotas dominicanos.
Durante décadas nuestro territorio nacional, al igual que el de  nuestra hermana Cuba, recibieron cientos de exiliados dominicanos, muchos de los cuales hicieron toda una vida ya fuera en suelo puertorriqueño como cubano. Desde el exilio, muchos de ellos se integraron a las luchas anti trujillistas que desde el exterior contribuían a sostener la resistencia interna a la Dictadura. Aquí en Puerto Rico personas como César Romero, Ángel Miolán, Germán Ornes, Leovigildo Cuello Hernández y su esposa Carolina Mainardi y el Dr. Emiliano Nina, por solo mencionar algunos entre tantos otros, dejaron impresa su huella como exiliados, como patriotas y como luchadores que nunca renunciaron ni claudicaron en sus principios.
Otros dominicanos revolucionarios participaron también de manera directa, no solo en la lucha anti trujillista, sino que sumaron sus esfuerzos en forma organizada a la lucha de nuestro pueblo por su liberación nacional como parte de la lucha por la independencia.
Las huellas de ese exilio anti trujillista en Puerto Rico, dentro de sus complejidades y contradicciones inevitables, las narra en su libro Exilio y Memoria en la era de Trujillo, el Dr. Walter R. Bonilla. Se trata de la interpretación del valioso testimonio legado por escrito por algunos de estos luchadores de sus realidades existenciales y materiales, así como también de sus vicisitudes y esperanzas. El Dr. Bonilla nos ofrece también en otros libros igualmente interesantes y abarcadores del periodo post trujillista, importantes datos sobre la insurrección constitucionalista de abril de 1965 y el papel oficial jugado por Puerto Rico en esos tiempos como parte de la política que orientaba el Partido Popular Democrático, Luis Muñoz Marín y el Departamento de Estado de Estados Unidos. El primero de estos otros libros titulado La Revolución de Abril y Puerto Rico y el segundo, La Revolución Dominicana de 1965 y la participación de Puerto Rico, constituyen textos imprescindibles para el entendimiento de este período de nuestra historia y las relaciones exteriores que llevó a cabo el gobierno de Puerto Rico bajo el ala imperialista.
          La Doctora Evelyn Vélez Rodríguez, en su libro Puerto Rico: Política Exterior sin Estado Soberano 1946-1964, en su Capítulo VII, detalla la animosidad existente ente las figuras de Trujillo y el Gobernador Luis Muñoz Marín, así como la gran preocupación que para la Dictadura representaba Puerto Rico como “centro de operación de la organización opositora anti trujillista, el Partido Revolucionario Democrático (sic) Dominicano, el cual fue creado en La Habana en 1939”.
Otro texto sin publicar aún, pero no por ello menos interesante, resulta ser el trabajo ensayístico preparado por el amigo Orvil Miller, titulado Los dominicanos y Albizu Campos. Se trata de un relato familiar donde el autor recoge sus vivencias en torno a la persona del  Dr. Leovigildo Cuello Hernández y su esposa, doña Carolina Mainardi de Cuello. Sobre este matrimonio gira también el capítulo cuatro del primer libro citado del Dr. Bonilla donde a través de esta familia, se nos inserta en la experiencia del grupo expedicionario que desembarcara en 1947 en Cayo Confites para el desarrollo de la lucha armada contra la dictadura trujillista.
Luego de un período con varias iniciativas políticas en la transición a la llamada “democracia” en la República Dominicana, caracterizadas por huelgas generales de la población; así como con golpes y auto golpes entre los sectores sobrevivientes de la Dictadura; se produjeron las elecciones de 20 de diciembre de 1962. En ellas, Juan Bosch Gaviño, como candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), derrota a Viriato Fiallo, el candidato de la Unión Cívica Nacional (UCN). En el triunfo de Bosch jugaría un papel importante el uso de la radio como vehículo principal de comunicación con los sectores populares.
A la toma de posesión de Juan Bosch asistieron como símbolo del “nuevo periodo” que se iniciaba, los presidentes Rómulo Betancourt de Venezuela, José Figueres de Costa Rica y el gobernador Luis Muñoz Marín de Puerto Rico, quienes junto con Bosch representaban la llamada “izquierda democrática latinoamericana”.
En el corto tiempo que duró el gobierno encabezado por Juan Bosch, se produjeron en 1963 dos acontecimientos importantes: la aprobación el 29 de abril de la Constitución de la República Dominicana, y la Reforma Agraria de 16 de mayo. Mediante la primera, se consignaban nuevos derechos ciudadanos en la República Dominicana; mediante la segunda, se aspiraba a dotar de tierras al campesinado dominicano, limitando así el poder de la oligarquía.
La joven “democracia  representativa” fue tronchada por un nuevo Golpe de Estado militar el cual instaura un Triunvirato. Desde el interior del país surge una fuerte resistencia popular, movilizaciones y acciones guerrilleras; mientras desde el exilio en Puerto Rico, los presidentes del PRD, Juan Bosch; y del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Joaquín Balaguer, firman aquí el 30 de enero de 1965 el “Pacto de Río Piedras”, donde se establece el compromiso de impulsar el regreso inmediato a la constitucionalidad.
El 24 de abril de 1965, estando aún Juan Bosch refugiado en Puerto Rico bajo la protección de Luis Muñoz Marín, se produjo un levantamiento por algunas de las unidades militares de la capital dominicana que proclamaban el regreso a la Constitución de 1963; mientras que José Francisco Peña Gómez, dirigente del PRD en la República Dominicana, hacía un llamado en la radio al pueblo a tomar las calles proclamando el fin del Triunvirato. La negativa de los integrantes del Triunvirato a abandonar el poder y el reconocimiento de que en dos importantes destacamentos militares, los soldados, proclamando el regreso a la Constitución de 1963 se habían alzado, lanzó a las calles a la población en armas contra el gobierno ilegítimo. De inmediato, otro sector de las Fuerzas Armadas, dirigido por el General Elías Wessin y Wessin repudiaban el levantamiento cívico-militar y rechazaba el regreso a la Constitución.
El 26 de abril tropas del Centro de Educación de la Fuerza Aérea (CEFA) de la Base San Isidro salieron a bombardear la Capital, incluyendo el Palacio Nacional, mientras las tropas de Wessin y otros mandos militares se aprestaban a un asalto sobre Santo Domingo mediante el desplazamiento de unidades blindadas hacia el Puente Duarte donde la población se había agrupado para impedir el acceso por tierra de los militares a la ciudad.
Varios oficiales constitucionalistas bajo la dirección del un Coronel de nombre Francisco Alberto Caamaño Deño, que antes se habían interesado por la intervención del embajador de Estados Unidos, evitando un derramamiento mayor de sangre en el conflicto, ante la negativa del representante de Estados Unidos de intervenir, mientras el presidente provisional del gobierno constitucionalista se refugiaba en la Embajada de Colombia, se dirigieron a organizar al pueblo para la defensa del Puente Duarte. Ese Coronel, que junto a otros combatientes constitucionalistas organizaron la defensa del pueblo y el repliegue de las unidades provenientes de la Base de la Fuerza Aérea de San Isidro, se convirtió en aquel momento en símbolo de la defensa de la soberanía nacional del país y en portaestandarte del respeto a la Constitución derogada por los golpistas. Varios días después, el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó juró como nuevo Presidente Constitucional provisional en momentos en que a partir del 28 de abril, la Capital dominicana era objeto de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. En la operación militar estadounidense participaron 42 mil efectivos provenientes de la Infantería de Marina y de la 82 División Aerotransportada.
La resistencia de los militares constitucionalistas y el pueblo en armas frente a la invasión norteamericana y frente a los militares golpistas, como indicamos antes, se extendió hasta el 31 de agosto, fecha en que las partes beligerantes suscriben el “Acta Institucional” que puso fin a la guerra. El 3 de septiembre Caamaño renunciaría a su cargo como Presidente provisional, asumiendo la dirección del país, Héctor García Godoy con la encomienda de reconstruir el Estado disuelto tras el Acta y organizar el regreso a un Gobierno Civil electo por el pueblo.
En su mensaje al país, con el mayor decoro y con el reconocimiento por parte de decenas de miles de dominicanos que se reunieron para escuchar su último mensaje como presidente Caamaño, fue enfático al señalar que si bien en el esfuerzo heroico del pueblo dominicano por restaurar el orden constitucional y la soberanía nacional de la patria dominicana no habían podido vencer, tampoco el pueblo dominicano había sido vencido. La agenda de la Revolución gloriosa de abril de 1965 estaría aún incompleta. A  partir de entonces, comenzó un amplio y represivo  proceso de desarme de la población combatiente en el sector constitucionalista.
Muchas fueron las intrigas y conspiraciones que se fueron anudando por parte Estados Unidos, países de la región y su “Ministerio de Colonias” en el mejor decir del Canciller de la Dignidad Cubano, Raúl Roa, la Organización de Estados Americanos.
El 16 de julio de 1966 Joaquín Balaguer, un ex Vicepresidente del país bajo la Dictadura de Trujillo, en elecciones amañadas y realizadas con la intervención directa del Departamento de Estado de Estados Unidos, donde el Gobierno de Puerto Rico fungió como instrumento útil y testaferro de los intereses de Estados Unidos, derrotaría a Juan Bosch.
En los doce años durante los cuales se prolongaría la presidencia de Joaquín Balaguer, este siniestro personaje, sobreviviente de la dictadura trujillista, aseguraría para Estados Unidos la protección de sus intereses e inversiones; y claro está, asumiría la represión contra las fuerzas de la izquierda dominicana, las cuales cobrarían la vida de múltiples luchadores constitucionalistas que sobrevivieron la Guerra de Abril junto a una nueva camada jóvenes luchadores, sumando cientos de ellos los encarcelados, torturados, desaparecidos y exiliados.
La República Dominicana, como lo es también la República de Cuba, son para nosotros los puertorriqueños, países hermanos que desde hace mucho más de dos siglos vienen compartiendo entre sí su historia, sus dificultades, sus anhelos de mejoramiento colectivo y sus ansias de libertad. Por eso, fechas como las que representa la gesta gloriosa de la Revolución de Abril de 1965, no pueden desaparecer de la memoria colectiva de nuestros pueblos.
Hace ya cerca de tres décadas, conversando con un campesino dominicano del entonces Movimiento Campesino Independiente, comparábamos con él la fortaleza y voluntad del pueblo dominicano en su resistencia y lucha contra la opresión de la oligarquía dominicana y el imperialismo estadounidense. La respuesta recibida de la voz de aquel campesino fue breve. Tras una pausa me dijo: “Ah compadre, lo que sucede es que a ustedes los puertorriqueños, los yanquis lo que le han dado son cuartos, a nosotros lo que nos han dado es plomo.”
Si bien aquí en Puerto Rico existen múltiples ejemplos de heroísmo entre nuestros luchadores, el respeto que debemos a la capacidad de lucha y perseverancia del pueblo dominicano en su afán por construir un país realmente libre de la opresión y de las políticas injerencistas imperiales, debe también constituirse para todos nosotros en un referente necesario para nuestras luchas futuras. Quizás, la letra del himno nacional de este hermano pueblo deberíamos también hacerla nuestra, particularmente en la expresión que indica: “Más Quisqueya, la indómita y brava / siempre altiva la frente alzará; / que si fuere mil veces esclava / otras tantas ser libre sabrá.”
¡Larga vida y honra a los caídos en la “Trinchera de Honor” en la Gloriosa Revolución de 1965 en la República Dominicana!
Este 24 de abril se conmemora el 50 Aniversario de la Revolución Constitucionalista en la hermana República Dominicana.  Cuatro días más adelante, como resultado de la intervención militar directa de Estados Unidos en el conflicto, el pueblo dominicano  conmemorará también el inicio de la resistencia anti imperialista en dicha Revolución. Entonces, el pueblo en armas se lanzó a las calles de Santo Domingo defendiendo la soberanía nacional y enfrentando una vez más, por segunda ocasión en su historia patria, a las hordas invasoras estadounidenses.
La Revolución Constitucionalista se prolongó por varios meses, extendiéndose parcialmente a algunas otras localidades fuera de la Capital. Finalmente, el 31 de agosto de 1965, fue suscrita el “Acta Institucional”. Con ella concluyó la insurrección cívico militar librada por el pueblo dominicano dirigida a restablecer el orden constitucional usurpado por las Fuerzas Armadas tras el golpe dado al presidente Juan Bosch Gaviño en 1963 . Al final del conflicto armado, más de 3,500 dominicanos habrían ofrendado sus vidas en esa lucha patria.
Los antecedentes al golpe militar, sin embargo, tenemos que trazarlos, sin perder las perspectivas de las circunstancias que vivió la República Dominicana, a partir del año 1930. Fue en ese año cuando Rafael Leónidas Trujillo Molina asumió el poder político en el país concluida la primera intervención militar estadounidense, que se prolongó entre los años 1916 a 1924.
Con Trujillo en el poder dio inicio una de las más cruentas dictaduras en la historia de este país y ciertamente de América Latina.  Ésta se prolongó por poco más de tres décadas. Durante esos años, en medio de una orgía de sangre y muerte que costó la vida de más de 50 mil personas, Trujillo se apropió de la vida, de las instituciones de gobierno y de la economía del país, estableciendo un monopolio total sobre la República Dominicana del cual los únicos beneficiarios eran él, su familia y sus colaboradores más cercanos.
La represión de la Dictadura contra toda voz disidente fue tal, que miles de dominicanos y dominicanas fueron torturados, asesinados o forzados a abandonar el país en aras de proteger sus vidas y esperanzas. Su gobierno, sostenido y legitimado por Estados Unidos, instauró una política racista, particularmente contra el pueblo haitiano, con el cual la República Dominicana comparte la isla de la Española. Como parte de las medidas aplicadas por la Dictadura contra los haitianos residentes en la frontera entre los dos países, las Fuerzas Armadas dominicanas, entre el 28 de septiembre y 8 de octubre de 1937, llevaron a cabo el genocidio de entre 15 mil a 20 mil haitianos en lo que se conoce como la “Masacre del Perejil”, muchos de los cuales fueron asesinados a machetazos.
La Dictadura de Trujillo comenzó a desmoronarse finalmente, luego de languidecer por varios años, a raíz del ajusticiamiento del dictador llevado a cabo por opositores dominicanos mientras éste se desplazaba en su vehículo desde la capital hacia la ciudad de San Cristóbal, lugar donde tenía su residencia vacacional.
Fueron muchos y diversos los esfuerzos e intentos de patriotas dominicanos para el derrocamiento de la Dictadura, como también fue pródiga la solidaridad internacional brindada a los patriotas dominicanos.
Durante décadas nuestro territorio nacional, al igual que el de  nuestra hermana Cuba, recibieron cientos de exiliados dominicanos, muchos de los cuales hicieron toda una vida ya fuera en suelo puertorriqueño como cubano. Desde el exilio, muchos de ellos se integraron a las luchas anti trujillistas que desde el exterior contribuían a sostener la resistencia interna a la Dictadura. Aquí en Puerto Rico personas como César Romero, Ángel Miolán, Germán Ornes, Leovigildo Cuello Hernández y su esposa Carolina Mainardi y el Dr. Emiliano Nina, por solo mencionar algunos entre tantos otros, dejaron impresa su huella como exiliados, como patriotas y como luchadores que nunca renunciaron ni claudicaron en sus principios.
Otros dominicanos revolucionarios participaron también de manera directa, no solo en la lucha anti trujillista, sino que sumaron sus esfuerzos en forma organizada a la lucha de nuestro pueblo por su liberación nacional como parte de la lucha por la independencia.
Las huellas de ese exilio anti trujillista en Puerto Rico, dentro de sus complejidades y contradicciones inevitables, las narra en su libro Exilio y Memoria en la era de Trujillo, el Dr. Walter R. Bonilla. Se trata de la interpretación del valioso testimonio legado por escrito por algunos de estos luchadores de sus realidades existenciales y materiales, así como también de sus vicisitudes y esperanzas. El Dr. Bonilla nos ofrece también en otros libros igualmente interesantes y abarcadores del periodo post trujillista, importantes datos sobre la insurrección constitucionalista de abril de 1965 y el papel oficial jugado por Puerto Rico en esos tiempos como parte de la política que orientaba el Partido Popular Democrático, Luis Muñoz Marín y el Departamento de Estado de Estados Unidos. El primero de estos otros libros titulado La Revolución de Abril y Puerto Rico y el segundo, La Revolución Dominicana de 1965 y la participación de Puerto Rico, constituyen textos imprescindibles para el entendimiento de este período de nuestra historia y las relaciones exteriores que llevó a cabo el gobierno de Puerto Rico bajo el ala imperialista.
 La Doctora Evelyn Vélez Rodríguez, en su libro Puerto Rico: Política Exterior sin Estado Soberano 1946-1964, en su Capítulo VII, detalla la animosidad existente ente las figuras de Trujillo y el Gobernador Luis Muñoz Marín, así como la gran preocupación que para la Dictadura representaba Puerto Rico como “centro de operación de la organización opositora anti trujillista, el Partido Revolucionario Democrático (sic) Dominicano, el cual fue creado en La Habana en 1939”.
Otro texto sin publicar aún, pero no por ello menos interesante, resulta ser el trabajo ensayístico preparado por el amigo Orvil Miller, titulado Los dominicanos y Albizu Campos. Se trata de un relato familiar donde el autor recoge sus vivencias en torno a la persona del  Dr. Leovigildo Cuello Hernández y su esposa, doña Carolina Mainardi de Cuello. Sobre este matrimonio gira también el capítulo cuatro del primer libro citado del Dr. Bonilla donde a través de esta familia, se nos inserta en la experiencia del grupo expedicionario que desembarcara en 1947 en Cayo Confites para el desarrollo de la lucha armada contra la dictadura trujillista.
Luego de un período con varias iniciativas políticas en la transición a la llamada “democracia” en la República Dominicana, caracterizadas por huelgas generales de la población; así como con golpes y auto golpes entre los sectores sobrevivientes de la Dictadura; se produjeron las elecciones de 20 de diciembre de 1962. En ellas, Juan Bosch Gaviño, como candidato del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), derrota a Viriato Fiallo, el candidato de la Unión Cívica Nacional (UCN). En el triunfo de Bosch jugaría un papel importante el uso de la radio como vehículo principal de comunicación con los sectores populares.
A la toma de posesión de Juan Bosch asistieron como símbolo del “nuevo periodo” que se iniciaba, los presidentes Rómulo Betancourt de Venezuela, José Figueres de Costa Rica y el gobernador Luis Muñoz Marín de Puerto Rico, quienes junto con Bosch representaban la llamada “izquierda democrática latinoamericana”.
En el corto tiempo que duró el gobierno encabezado por Juan Bosch, se produjeron en 1963 dos acontecimientos importantes: la aprobación el 29 de abril de la Constitución de la República Dominicana, y la Reforma Agraria de 16 de mayo. Mediante la primera, se consignaban nuevos derechos ciudadanos en la República Dominicana; mediante la segunda, se aspiraba a dotar de tierras al campesinado dominicano, limitando así el poder de la oligarquía.
La joven “democracia  representativa” fue tronchada por un nuevo Golpe de Estado militar el cual instaura un Triunvirato. Desde el interior del país surge una fuerte resistencia popular, movilizaciones y acciones guerrilleras; mientras desde el exilio en Puerto Rico, los presidentes del PRD, Juan Bosch; y del Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), Joaquín Balaguer, firman aquí el 30 de enero de 1965 el “Pacto de Río Piedras”, donde se establece el compromiso de impulsar el regreso inmediato a la constitucionalidad.
El 24 de abril de 1965, estando aún Juan Bosch refugiado en Puerto Rico bajo la protección de Luis Muñoz Marín, se produjo un levantamiento por algunas de las unidades militares de la capital dominicana que proclamaban el regreso a la Constitución de 1963; mientras que José Francisco Peña Gómez, dirigente del PRD en la República Dominicana, hacía un llamado en la radio al pueblo a tomar las calles proclamando el fin del Triunvirato. La negativa de los integrantes del Triunvirato a abandonar el poder y el reconocimiento de que en dos importantes destacamentos militares, los soldados, proclamando el regreso a la Constitución de 1963 se habían alzado, lanzó a las calles a la población en armas contra el gobierno ilegítimo. De inmediato, otro sector de las Fuerzas Armadas, dirigido por el General Elías Wessin y Wessin repudiaban el levantamiento cívico-militar y rechazaba el regreso a la Constitución.
El 26 de abril tropas del Centro de Educación de la Fuerza Aérea (CEFA) de la Base San Isidro salieron a bombardear la Capital, incluyendo el Palacio Nacional, mientras las tropas de Wessin y otros mandos militares se aprestaban a un asalto sobre Santo Domingo mediante el desplazamiento de unidades blindadas hacia el Puente Duarte donde la población se había agrupado para impedir el acceso por tierra de los militares a la ciudad.
Varios oficiales constitucionalistas bajo la dirección del un Coronel de nombre Francisco Alberto Caamaño Deño, que antes se habían interesado por la intervención del embajador de Estados Unidos, evitando un derramamiento mayor de sangre en el conflicto, ante la negativa del representante de Estados Unidos de intervenir, mientras el presidente provisional del gobierno constitucionalista se refugiaba en la Embajada de Colombia, se dirigieron a organizar al pueblo para la defensa del Puente Duarte. Ese Coronel, que junto a otros combatientes constitucionalistas organizaron la defensa del pueblo y el repliegue de las unidades provenientes de la Base de la Fuerza Aérea de San Isidro, se convirtió en aquel momento en símbolo de la defensa de la soberanía nacional del país y en portaestandarte del respeto a la Constitución derogada por los golpistas. Varios días después, el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó juró como nuevo Presidente Constitucional provisional en momentos en que a partir del 28 de abril, la Capital dominicana era objeto de una invasión por parte de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. En la operación militar estadounidense participaron 42 mil efectivos provenientes de la Infantería de Marina y de la 82 División Aerotransportada.
La resistencia de los militares constitucionalistas y el pueblo en armas frente a la invasión norteamericana y frente a los militares golpistas, como indicamos antes, se extendió hasta el 31 de agosto, fecha en que las partes beligerantes suscriben el “Acta Institucional” que puso fin a la guerra. El 3 de septiembre Caamaño renunciaría a su cargo como Presidente provisional, asumiendo la dirección del país, Héctor García Godoy con la encomienda de reconstruir el Estado disuelto tras el Acta y organizar el regreso a un Gobierno Civil electo por el pueblo.
En su mensaje al país, con el mayor decoro y con el reconocimiento por parte de decenas de miles de dominicanos que se reunieron para escuchar su último mensaje como presidente Caamaño, fue enfático al señalar que si bien en el esfuerzo heroico del pueblo dominicano por restaurar el orden constitucional y la soberanía nacional de la patria dominicana no habían podido vencer, tampoco el pueblo dominicano había sido vencido. La agenda de la Revolución gloriosa de abril de 1965 estaría aún incompleta. A  partir de entonces, comenzó un amplio y represivo  proceso de desarme de la población combatiente en el sector constitucionalista.
Muchas fueron las intrigas y conspiraciones que se fueron anudando por parte Estados Unidos, países de la región y su “Ministerio de Colonias” en el mejor decir del Canciller de la Dignidad Cubano, Raúl Roa, la Organización de Estados Americanos.
El 16 de julio de 1966 Joaquín Balaguer, un ex Vicepresidente del país bajo la Dictadura de Trujillo, en elecciones amañadas y realizadas con la intervención directa del Departamento de Estado de Estados Unidos, donde el Gobierno de Puerto Rico fungió como instrumento útil y testaferro de los intereses de Estados Unidos, derrotaría a Juan Bosch.
En los doce años durante los cuales se prolongaría la presidencia de Joaquín Balaguer, este siniestro personaje, sobreviviente de la dictadura trujillista, aseguraría para Estados Unidos la protección de sus intereses e inversiones; y claro está, asumiría la represión contra las fuerzas de la izquierda dominicana, las cuales cobrarían la vida de múltiples luchadores constitucionalistas que sobrevivieron la Guerra de Abril junto a una nueva camada jóvenes luchadores, sumando cientos de ellos los encarcelados, torturados, desaparecidos y exiliados.
La República Dominicana, como lo es también la República de Cuba, son para nosotros los puertorriqueños, países hermanos que desde hace mucho más de dos siglos vienen compartiendo entre sí su historia, sus dificultades, sus anhelos de mejoramiento colectivo y sus ansias de libertad. Por eso, fechas como las que representa la gesta gloriosa de la Revolución de Abril de 1965, no pueden desaparecer de la memoria colectiva de nuestros pueblos.
Hace ya cerca de tres décadas, conversando con un campesino dominicano del entonces Movimiento Campesino Independiente, comparábamos con él la fortaleza y voluntad del pueblo dominicano en su resistencia y lucha contra la opresión de la oligarquía dominicana y el imperialismo estadounidense. La respuesta recibida de la voz de aquel campesino fue breve. Tras una pausa me dijo: “Ah compadre, lo que sucede es que a ustedes los puertorriqueños, los yanquis lo que le han dado son cuartos, a nosotros lo que nos han dado es plomo.”
Si bien aquí en Puerto Rico existen múltiples ejemplos de heroísmo entre nuestros luchadores, el respeto que debemos a la capacidad de lucha y perseverancia del pueblo dominicano en su afán por construir un país realmente libre de la opresión y de las políticas injerencistas imperiales, debe también constituirse para todos nosotros en un referente necesario para nuestras luchas futuras. Quizás, la letra del himno nacional de este hermano pueblo deberíamos también hacerla nuestra, particularmente en la expresión que indica: “Más Quisqueya, la indómita y brava / siempre altiva la frente alzará; / que si fuere mil veces esclava / otras tantas ser libre sabrá.”
¡Larga vida y honra a los caídos en la “Trinchera de Honor” en la Gloriosa Revolución de 1965 en la República Dominicana!

Archivo de Seguridad EEUU: Johnson y la intervención en RD de 1965


Por Servicios de Acento.com.do. 29 de abril de 2015 - 5:00 pm - 
No hubo mención de una amenaza comunista en su declaración pública; ni había habido comentarios sobre este asunto en su conferencia de prensa la tarde anterior. De hecho, el propio Johnson había eliminado específicamente dichas referencias de los borradores de su declaración para reforzar el énfasis en el mantenimiento de la paz y los aspectos humanitarios de la intervención
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Foto: Fuente externa/Lydon B Johnson y su equipo de trabajo.
Texto traducido de manera libre del escrito de David Coleman, expresidente del Porgrama de Grabaciones Presidenciales del Miller Center de la Universidad de Virginia y miembro del Archivo de Seguridad Nacional de EE.UU:
Hace cincuenta años, unos 400 marines estadounidenses desembarcaron en la República Dominicana. Al final del segundo día, más de 1,000 más habían aterrizado. En las semanas siguientes, se les unieron las fuerzas del Ejército de Estados Unidos. Con el tiempo, decenas de miles de soldados estadounidenses se dedicarían a lo que se conoció como la Intervención Dominicana, primero como parte de una acción militar unilateral de Estados Unidos y luego, bajo los auspicios de una fuerza internacional confeccionada por la Organización de los Estados Americanos (OEA).
Cuatro días antes, en República Dominicana se había iniciado una espiral en una guerra civil, cuando los miembros del Partido Revolucionario Dominicano y sus aliados tomaron por asalto el Palacio Nacional e instalaron un presidente provisional. La resistencia de las fuerzas leales condujo a la escalada de los niveles de violencia.
Una serie de informes cada vez más nefastos del embajador de Estados Unidos en República Dominicana, William Tapley “Tap” Bennett, Jr., advirtiendo que la situación se estaba poniendo peligrosa para los ciudadanos estadounidenses en el país y que las influencias externas probablemente estaban desempeñando un papel influyente en la revolución, convencieron a Johnson de que tenía que actuar y que no podía permitirse el lujo del tiempo para armar una coalición internacional mediante la Organización de los Estados Americanos.
Contra el consejo de muchos de sus asesores principales, Johnson decidió personalmente enviar a los marines. Su misión declarada era proteger y evacuar a los ciudadanos estadounidenses de la isla. Según explicó en una audiencia de la televisión nacional en la noche del 28 de abril, era “con el fin de dar protección a cientos de estadounidenses que todavía están en la República Dominicana y escoltarlos a salvo de regreso vuelta a este país”. [1]
No hubo mención de una amenaza comunista en su declaración pública; ni había habido comentarios sobre este asunto en su conferencia de prensa la tarde anterior. De hecho, el propio Johnson había eliminado específicamente dichas referencias de los borradores de su declaración para reforzar el énfasis en el mantenimiento de la paz y los aspectos humanitarios de la intervención.
Pero había una segunda parte importante en la misión militar. Como presidente de los Jefes del Estado Mayor, el general Earle Wheeler dio órdenes al general Bruce Palmer Jr., el comandante de las fuerzas estadounidenses, para la misión que tenía dos objetivos, uno anunciado y uno sin mencionar: “Su misión anunciada es salvar las vidas estadounidenses. Su misión no anunciada es evitar que la República Dominicana se vuelva comunista. El Presidente ha declarado que no va a permitir otra Cuba. Usted tiene que tomar todas las medidas necesarias para llevar a cabo esta misión. Se le darán fuerzas suficientes para hacer el trabajo”. [2]
Johnson temía que las fuerzas comunistas al estilo de Castro estuvieran amenazando con establecer un régimen comunista en República Dominicana. Pero había pocas pruebas de tal influencia, algo que Johnson sospechaba entonces, y que más tarde provocó expresiones de arrepentimiento en privado.
Las cintas grabadas en secreto en la Casa Blanca de LBJ proporcionan una visión profundamente texturizada e íntima de su toma de decisiones durante la crisis.
El teléfono había sido durante mucho tiempo una de las herramientas de trabajo esenciales de Johnson, lo que le permitía neutralizar la geografía y comprimir el tiempo para llegar más allá de la burbuja de la Oficina Oval. Durante la crisis dominicana, lo empleó de manera extensiva, al conectarse directamente con Tap Bennet en Santo Domingo, y con Puerto Rico, donde Abe Fortas (el futuro juez de la Corte Suprema) había ofrecido sus servicios como una línea de comunicación con el presidente exiliado Juan Bosch. También le facilitó obtener informes del estado de cosas a todas horas directamente de los oficiales de guardia en la Sala de Situación de la Casa Blanca y el Centro de Comando Militar del Pentágono.
Pero eso no siempre se logró sin problemas. La falta de un equipo seguro de comunicaciones significaba que el Presidente y sus representantes en el Caribe por lo general tenían que hablar a través de líneas abiertas que eran propensas a la interceptación o simplemente al problema más mundano de las líneas cruzadas.
Marines en la ciudad de Santo Domingo
Marines en la ciudad de Santo Domingo
En algunos casos, dieron lugar a códigos improvisados absurdamente complicados que con frecuencia crearon más confusión que claridad. En una llamada de las que se recoge abajo, Johnson le dice el secretario de Defensa Robert McNamara que llame a Bennett en Santo Domingo para pedirle su opinión sobre si se debe enviar unos 500 infantes de marina adicionales. “Escuche para ver si él tose fuerte, y si no, pues vamos a movernos”, lo instruyó Johnson.
Al tiempo que refleja la intensa implicación personal del propio Johnson en la dirección de la intervención, la crisis está representada en cientos de cintas de la Colección Johnson de conversaciones telefónicas grabadas en secreto en la Casa Blanca. Aquí solo ofrecemos una pequeña muestra tomada principalmente de los primeros días en que se estaban tomando las decisiones importantes sobre el envío de marines estadounidenses al peligro y si se debía incrementar la participación militar estadounidense.
Las transcripciones presentadas (Ver vínculo al final del artículo*) proporcionan una sección transversal que ilustra la gestión personal de Johnson en la crisis. Algunas son completamente nuevas; otras son versiones mejoradas de las transcripciones que se han publicado antes en otros lugares.
En conjunto, revelan el tipo de información que el Presidente estaba oyendo, incluyendo cuándo, cómo y de quién. Revelan, de manera sorprendente y a menudo chocante, el tipo de información incompleta y con frecuencia defectuosa que se estaba utilizando para tomar decisiones importantes.
Y muestran, además, la brecha entre lo que se decía en público y lo que se decía en privado, un fenómeno que había inquietado a la administración menos de un año antes en el episodio del Golfo de Tonkin, y que cada vez se haría más importante en la medida en que la guerra de Vietnam se intensificaba.
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Las frustraciones acumuladas provocaron revolución de 1965



Por 
l.ramirez[@]hoy.com.do  
2:00 am
azullll
Desde la izquierda, Fidelio Despradel, combatiente constitucionalista, el historiador Roberto Cassá, el diputado nacional Hugo Tolentino Dipp, y el periodista Juan Bolívar Díaz. pablo matos
Las frustraciones del pueblo dominicano por el derrocamiento de Juan Bosch, el rechazo al Gobierno de facto del Triunvirato, y el proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias se citan entre las causas de la Revolución de Abril de 1965, según los pareceres de tres testigos de excepción: Hugo Tolentino Dipp, el historiador Roberto Cassá, y Fidelio Despradel.
Tolentino Dipp toma como punto de partida el contexto político de la época para explicar el proceso que desembocó en la revuelta militar y popular.
En ese sentido planteó que el Gobierno de Bosch presentó una gran oferta democrática, y el Triunvirato frustró a la nación por ser una vuelta al despotismo, a los militares trujillistas, a la supresión de las libertades, y a favorecer a la oligarquía.

La locura del poder: rarezas extremas de dictadores desquiciados


Un greatest hits de excentricidades, manías, ideas peregrinas o directamente locuras de algunos de los dictadores más conocidos

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Imagina que no tienes ni dinero ni poder y haces cosas muy raras: eres un loco, un colgado, te falta un tornillo, no estás bien.
Imagina ahora que tienes mucho dinero y sobre todo mucho, mucho poder. Y que tienes ideas peregrinas, ocurrencias chifladas, costumbres bizarras, manías muy WTF. Entonces eres un excéntrico.
La seguridad que da el poder les ofreció a algunos de los mayores dictadores del mundo la oportunidad de dejarnos un catálogo de majaderías que exploramos a continuación. Algunas son totalmente ciertas y documentadas, otras quedarán para siempre en el limbo de la rumorología.
Cuidado, porque en estas cabezas no hay nadie al volante. Cuenta atrás:
13. A Saddam Hussein (Iraq, 1979-2003) se le ocurrió una cosa para celebrar su 60º cumpleaños: que le sacaran 27 litros de sangre para escribir con ellos un Corán de 600 páginas.
12. ¿Lavarse los dientes es un coñazo? Algo así debía pensar Mao Tse-Tung, capo de China desde 1949 a 1976. Al parecer, nunca se lavó los piños.
11. Francisco Macías fue el primer presidente de Guinea Ecuatorial, entre 1968 y 1979. Entre sus logros, destruir sus barcos (y con ellos la pesca, claro) para que la población no pudiera huir, y prohibir la palabra “intelectual”
10. Robert Mugabe gobierna Zimbabue desde 1987. Dice de sí mismo que esel Hitler actual. De hecho, lleva un bigotillo aún más ridículo que el del nazi. Sigue en el poder.
9. Nicolae Ceaușescu se ponía un traje diferente cada día. Más que por vanidad, por paranoia de ser envenenado a través de la ropa. Prohibió el juegoScrabble por subversivo y fue el presidente de Rumanía de 1967 a 1989.
8. Ne Win, cabeza del estado en Birmania entre 1962 y 1981, se bañaba en sangre de delfines porque creía que le mantenía joven. Cuidado, porque murió con 91 años.
7. Cuando se inició una rebelión que acabó en 2011 con el régimen queMuamar Gadafi mantenía desde 1969 en Libia, éste dijo que el origen de las revueltas estaba en que alguien había puesto alucinógenos en el Nescaféde los jóvenes. Entre los hits de Gadafi está pedir la desaparición de Suiza: quería que ese territorio se lo repartieran Francia, Italia y Alemania. Además se cuenta que su Guardia Amazónica estaba compuesta por mujeres guerreras vírgenes.
6. Pol Pot gobernó Camboya entre 1975 y 1979. Llevar gafas era suficiente para ser sospechoso. Y posiblemente ejecutado.
5. Idi Amin (Uganda, 1971-1979) tiene mil leyendas a su alrededor. Nos quedamos con las cartas de amor que le mandó a la Reina de Inglaterra tratando de conquistarla. Y con el hecho de que se autodenominaba "Su Excelencia el Presidente vitalicio, Mariscal de campo alhaji, Doctor Señor de todas las bestias de la tierra y peces del mar y Conquistador del Imperio Británico en África en general y en Uganda en particular”: eso es SWAG.
4. Un ratito nada más, de 1944 a 1985, estuvo Enver Hoxha al frente de Albania. Prohibió las barbas por ser contrarrevolucionarias. Se ve que no le habían pasado ninguna foto de Marx o Engels. También le gustaban los espacios cómodos: mandó construir más de 700.000 búnkers por si acaso alguien invadía un país con una población de menos de 3 millones de habitantes. A 4 personas por búnker.
3. Saparmurat Niyazov cambió el nombre del pan por el de su madre. Sí, sí, para pedir o nombrar el pan, un habitante de Turkmenistán debía nombrar a la madre del dictador del país entre 1991 y 2006. También encargó una estatua de sí mismo hecha de oro puro y que gira para estar siempre orientada al sol. Así nada le hacía sombra, literalmente.
2. No podía faltar aquí Kim Jong Il. De él se ha escrito y dicho mucho, en función de la fascinación postmoderna que el régimen de Corea del Norte parece provocar. Dirigió su país entre 1994 y 2011. Nos quedamos con un par de datos. A uno de sus chefs le hizo un particular regalo el día de su boda: le rapó los testículos aprovechando una borrachera. También almacenabamás de 20.000 pelis porno.
1. François Duvalier está en el top con todos los honores. Este perla, que gobernó Haití de 1957 a 1971, se hizo apodar Papa Doc y un día mandó matar a todos los perros negros de su país porque estaba convencido de que uno de sus opositores se había transformado en uno mediante vudú. Se vestía a imagen y semejanza de Baron Samedi, la imagen de la muerte en la religión vudú. De él rescatamos una de las mayores idas de olla del siglo XX: antes de morir confesó que había sido él quien había asesinado a JFK. Por vudú, claro.


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