La cultura de la guerra

Por Jose Carlos Fernandezotero

de la cultura del tener, poseer, del consumir, del capitalismo y del desaforado materialismo que todo lo invade. ¿A dónde vamos? ¿Son las guerras "inciviles" la solución actual? La fotos que llegan de Ucrania son espeluznantes. Veremos como acaba. De Ucrania y de numerosas partes de este juguete llamado mundo, carente de líderes, de generosidad y altruismo y en manos de más de un descerebrado que nos amarga día tras día. ¿Es tan difícil entenderse entre los llamados humanos? Realmente estamos atravesando una época difícil de comprender y más aún de aceptar. África se deshace a golpe de metralletas y la muerte es la tónica. La carrera armamentista sigue yendo a más cada día y la sangre baña las calles.

Lo de Siria, Venezuela y ahora lo de Ucrania clama al cielo. Este último país se debate entre la entrada en la Comunidad Europea o seguir los dictados que desde Rusia le invitan a compartir su futuro. Esa figura, Putin, que personalmente creo sombría y que parece que aún vive su pasado y los modos y maneras de la KGB, en la que militó y a la que dirigió, en el fondo sigue siendo un personaje triste y que parece añorar aquella terrible dictadura e imposición. Ya hemos sostenido desde aquí muchas veces que es muy difícil salir airosos de cualquier dictadura, y en este sentido la Transición española rompió la tónica aun cuando la sombra de ETA empañó aquella salida.

La realidad es que a la antigua URSS, Occidente le ofreció un espejismo que nunca fue real. Les hablamos de libertad, bienestar y dicha, y lo que conseguimos es llenar nuestras calles de muchos de sus ciudadanos en la miseria mendigando un mendrugo de pan. Y entre la libertad y el poder comer, para muchos era preferible aquel pan. La culpa de la mayor parte de las desgracias de aquellos pueblos que lucharon por su autonomía la tenemos los que estábamos fuera y les hablamos vendimos libertad.

Viene a mi memoria aquel hecho atribuido a una cultura indígena. El padre, cuando su hijo tiene cuatro o cinco años, lo sube a una altura y él desde abajo le dice: "Tírate hijo que te recojo aquí abajo". El niño se tira confiado, cuando el padre da un paso atrás y su hijo se lleva un golpe en el suelo. La frase del padre es terrible: "Para que no te fíes ni de tu padre ahora que vas a ser una persona mayor. Aprende". Pues algo parecido ha acontecido. Y es así como se deshacen los Balcanes a golpes y en Kosovo su independencia les ha costado y cuesta sangre. Ahora con Ucrania más de lo mismo. Una espiral de violencia criminal protegida en gran parte por su "jefe" Yanukóvich como antes lo hicieron otros pretendidos salvadores de la patria en todas aquellas repúblicas nacientes.

Se echaron fuera, se asesinaron a los grandes zares de Rusia, surgieron otros de signo contrario e ideologías extremas que condujeron a dictaduras sangrientas muchos de ellos. Aquellos dictadores acabaron bañados en sangre en juicios sumarísimos con final espeluznante. Y ante este sangriento panorama, ¿cuál es el final? Desde luego impredecible, porque de nada valen los llamamientos de Occidente salidos de muchos que han tenido en esta situación gran parte de la culpa indirectamente. Las guerras fratricidas, la sangre y la muerte se han convertido en compañeras de viaje.

El caso es que nunca sabemos a donde vamos a llegar en un polvorín en el que también las religiones tienen su parte de gasolina para echar a ese incendio que asombra al mundo entero. Toca esperar, seguir esperando, a que nazcan y se formen verdaderos lideres y que alguien desde arriba se acuerde de este juguete.