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jueves, 6 de marzo de 2014

A Pleno sol La primavera latinoamericana y en Letra Pequeña

Manuel Hernandez Villeta
HERNANDEZ ANALISTA DOMINICANO Y FABIAN MEDINA DESDE UN DIARIO NICARAGUENSE MIRAN LAS DICTADURAS Y LOS DICTADORES CON DOS VISIONES DIFERENTES Y DESDE DISTINTAS PERSPECTIVAS.
La primavera árabe terminó en un baño de sangre en todos los países donde se escenificó. Tunez, Egipto, Siria, Libia, terminaron ahogados en nuevas dictaduras o una anarquía general.

Los Estados Unidos y las naciones europeas comenzaron con la primavera árabe, como una punta de lanza para salir de viejos dictadores que ya no les eran fieles, o para llevar una repartición de los recursos naturales de esos países del lejano oriente.

Salieron los dictadores de larga data, en medio de amplias movilizaciones de inconformes, pero llegaron al gobierno, caso de Egipto y Tunez, mulsumanes conservadores, pero no afectos de norteamericanos y europeos.

Las dictaduras militares, bajo la sombrilla de civiles titeres, se impusieron luego de un baño de sangre que cercenó las libertades que anhelaron las masas en las calles.

En Libia se sacó del poder a Gadafí con movilizaciones que terminaron en una cruel guerra civil, patrocinada por la Unión Europea y Norteamericana, que dejó miles de víctimas. Hoy Libia no pasa de ser un territorio sin orden, donde las milicias armadas se repartan áreas de poder.

En Siria los intentos de movilizaciones callejeras terminaron en una guerra civil, donde los Norteamericanos se han replegado al comprender que la opción al sacar a los gobernantes actuales, es que los más radicales de los grupos musulmanes tomen el poder.

En política la máxima expresión son las calles. Usted podría preferir los votos, que es lo ideal en la democracia, pero nada está por encima del pueblo lanzado a las calles pidiendo libertad. Temó que ahora se esté ensayando una primavera latinoamericana.

Esa opción política se podría desarrollar en los países donde hay gobiernos liberales y democráticos, como el caso de Venezuela, Ecuador, Brasil, Cuba, Nicaragua y otros.

Las movilizaciones en la calle es una fuente de poder, que de dormirse con ella, a un gobierno solo le quedaría una alternativa, aplastarla con sangre, o dejarse tumbar. El gobierno de Venezuela dejó avanzar mucho a estas movilizaciones y ahora por donde quiera que sea vea el panorama enuncia sangre y muerte.

Dejarse quitar el predominio de la calle, fue una falta de visión política de Nicolás Maduro. Los chavistas estarán en el poder, vistos estos acontecimientos, mientras le siga apoyando el cerro, o sea los sectores marginados y populares.

Si las mujeres y los hombres de los cerros se unen a las manifestaciones opositoras, comenzará la triste y sangrienta historia de la primavera latinoamericana.

En Letra Pequeña


  
Por: Fabián Medina

Aquellos tiempos


Antes ellos la tenían fácil para nombrar al enemigo. Eran tiempos en que “imperialismo” era el estadounidense, por supuesto, una potencia hegemónica que invadía, espiaba, ponía y quitaba presidentes. A veces asesinándolos. La “dictadura” es aquel Gobierno de mano dura, que no permite elecciones libres, que concentra el poder en torno a la figura de una sola persona o grupo y se caracteriza por la ausencia de división de poderes. El “fascismo” era aquella práctica política, repudiable e inhumana, que sofoca a sangre y fuego, y sin el cuidado de ley alguna, cualquier pensamiento diferente. De tal forma que ellos podían decir que luchaban contra la “dictadura” “fascista”, títere del “imperialismo”. Y todos sabíamos a quiénes se referían e, incluso, podíamos darle razón en ello.

Jerigonza


Los flacuchos y barbados guerrilleros y tirapiedras callejeros de ayer pasaron a ser los rollizos gobernantes de hoy. Evolucionaron. Pasaron a ser lo que antes combatían. ¿Involucionaron? Pero no saben manejar más que las mismas cuatro palabras, y a falta de nuevas ideas siguen culpando de todo, desde la enfermedad de uno de ellos hasta de su propio mal gobierno, al “imperialismo” (norteamericano, por supuesto), llaman fascistas a los opositores que apalean, se niegan a reconocerse como dictadura, y todo quieren explicarlo desde aquellas trasnochadas categorías de “derecha” e “izquierda” de los viejos manuales comunistas. Cada vez es más difícil entenderles su jerigonza.

Imperios


Y yo no estoy aquí para defender a Estados Unidos y todas sus culpas, que son muchas a lo largo de la historia. Al contrario. Y voy a poner un ejemplo, me parece contradictorio que la exsecretaria de Estado Hillary Clinton diga que le parece hitleriano el argumento de Vladimir Putin para invadir militarmente a Ucrania o sea “proteger a los ciudadanos rusos de esa región”, cuando eso es lo que ha dicho tantas veces Estados Unidos para justificar muchas de sus intervenciones militares. El asunto es que, desde mi punto de vista, es condenable que un país invada a otro más pequeño, sea este ruso o norteamericano.

Dictaduras


Y cuando se habla de dictadura, ellos no se reconocen como tal porque alegan que “dictadura es como la somocista que torturaba, encarcelaba y asesinaba opositores”, como si fuese exactamente eso lo que define a una dictadura. Los dictadores, como se sabe, nacieron en la antigua Roma, y tienen que ver más con la concentración de poder que con la represión, aunque esta última sea una característica que también la representa.

El “pendejo”


Que personaje más patético es este José Miguel Insulza, secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA), de quien el difunto Hugo Chávez dijo en enero del 2007 “Es un verdadero pendejo, desde la P hasta la O”. En esa ocasión, el timorato de Insulza se atrevió a criticar, como le correspondía, el cierre de la televisora RCTV en Venezuela. Después de la jalada de orejas de Chávez se le vio acompañando y sirviendo a los chavista de América Latina como si esa fuera su función en la vida. Pues ahora, después de un cómplice silencio sobre lo que ocurre en Venezuela, anunció tímidamente la posibilidad de que una comisión de la OEA visitara Venezuela. Ahí nomás le cayó Nicolás Maduro, le dijo otra vez cuatro, y, otra vez, Insulza comienza a echarse para atrás y ya no ve tan importante que la comisión vaya a Caracas porque “la democracia no está en peligro” en Venezuela. Al grito lo controlan.

Rumores


¿Qué pasó con Daniel Ortega? Que haya aparecido en público, efectivamente desmiente los rumores de su muerte, pero no explica qué paso con él en esos días en los que no se supo de su existencia. ¿Por qué canceló, no uno sino tres eventos importantes? ¿Está o no está enfermo? ¿Es grave o no? La falta de información oficial propicia la propagación de rumores. Y llama la atención que sea el coro domesticado de aquellos que se niegan a dar la información los que ahora piden, en nombre de un periodismo profesional que nunca se les ha conocido, que los medios no publiquen “información sin confirmar” lo cual, aunque suena correcto, en la práctica de este país y desde su intención significa, solo lo que la compañera quiera dar por cierto. Una voz uniforme. El coro.

Twitter: @Fabian_Med



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