¿Neruda asesinado?
Habíamos, o, por decirlo mejor, sospechábamos que uno de los dictadores más sanguinarios de América Latina, Pinochet, había dado la orden de que mataran a uno de los poetas más grandes de América, Pablo Neruda. Y es que, una vez que estalló el golpe de Estado en Chile, y muerto ya el presidente Allende con la ayuda, entre otros, de varios generales, así como de la patronal del transporte chileno y de la CIA, aún andaba vivo Pablo Neruda, quien era reclamado por los intelectuales del mundo como uno de los más importantes escritores en lengua castellana. En ese momento tenía cáncer. Y le pareció muy fácil al asesino militar golpista, y a aquella democracia cristiana corrupta que se puso a su lado y frente al pueblo revolucionario, dar la noticia de que había fallecido el poeta de la grave enfermedad que ya tenía. El premio Nobel de Literatura sufría un cáncer de próstata avanzado pero no se encontraba en una fase terminal.
Muchos años después supimos que, en aquellos momentos, Neruda llamó a su chófer, Manuel Araya, para decirle: «Me pusieron una inyección en el estómago y me estoy quemando por dentro». Araya salió a comprar unos medicamentos y fue detenido. No volvió a ver al poeta. Había entrado alguien a su habitación y le había puesto una inyección. Se ha intentado saber en varias ocasiones cuál fue su muerte, y siempre aquellos asesinos militares sacaban el certificado de defunción que en nada tenía razón como hemos sabido. Efectivamente, hace poco más de un mes y después de la exhumación del cadáver del poeta chileno y del estudio forense, el portavoz de los médicos, Aurelio Luna, profesor de la Universidad de Murcia, en nombre del equipo de forenses que ha estudiado el caso dijo oficialmente que Pablo Neruda no había muerto de cáncer, que no era verdad, sino que podría haber fallecido por una bacteria muy tóxica fabricada en laboratorio y que estaban estudiando en esos momentos.
Estos nuevos exámenes que se realizaron en los restos del poeta chileno para dilucidar si fue asesinado por Pinochet, después de 44 años de la muerte del poeta y por un equipo de expertos internacionales, llegó a la conclusión de que no murió a causa del cáncer de próstata que sufría, como se creía hasta ahora. El equipo, de dieciséis expertos de Europa y América, reunido en Santiago de Chile, ha entregado sus conclusiones al juez Mario Carroza, el mismo magistrado que en abril de 2013 ordenó ya una exhumación del cuerpo del escritor para dilucidar si Pinochet tuvo algo que ver en la extraña muerte del poeta, acaecida el 23 de septiembre de 1973, sólo doce días después del golpe de Estado perpetrado contra el Gobierno del presidente Salvador Allende. Las pericias de 2013 no lograron determinar las causas de la muerte pero el juez decidió ampliar los análisis y volver a exhumar el cuerpo.
El profesor y médico murciano Aurelio Luna, conocido mundialmente por sus aportaciones en investigaciones y estudios forenses, como portavoz del panel de expertos declaró en rueda de prensa que el informe concluye «la no validez del certificado de defunción en cuanto a la caquexia como causa de muerte; esto se excluye a través de todos los estudios realizados». Las conclusiones han sido compartidas por todos los miembros del equipo de expertos. Según Luna, el análisis permite establecer al cien por cien de forma rotunda «la ausencia de caquexia» (el proceso de debilitamiento del organismo asociado a las enfermedades cancerígenas). Neruda tenía previsto viajar a México 72 horas después y el régimen de Pinochet, responsable de la muerte de 3.200 personas, según la Comisión de la Verdad chilena, temía que Neruda se convirtiera desde allí en el referente de la oposición en el exilio dada su popularidad internacional. El poeta, además, estaba integrado en el Comité Central del Partido Comunista de Chile.
«La caquexia está descartada. Eso está claro», dijo el juez Mario Carroza tras reunirse con los expertos. El magistrado reveló que se descubrió una toxina en los restos que requerirá de otro análisis para poder llegar a una conclusión definitiva. «No tenemos la determinación de que efectivamente hubo intervención de terceros; tenemos la posibilidad de que sí hubo intervención de terceros», precisó el juez Carroza. Esos nuevos estudios se prolongarán durante algunos meses y será entonces cuando sabremos si confirma o no nuestra sospecha de asesinato.
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