En el cine actual no hay ‘femmes fatales’ que son los términos franceses con los que se distinguía a las grandes trágicas de la pantalla, aquellas que despertaban las máximas pasiones, y que hacían soñar a los varones que envidiábamos a los compañeros de reparto de esas mujeres que con un cruce de piernas o un guiño de ojo, hacían que el protagonista masculino cayera rendido a sus pies y soportara todas la humillaciones que le causaba la diva.
Fueron muriendo y quedaron sin reemplazo las espectaculares ‘mujeres fatales’ del cine norteamericano, que tuvo la de más alto coturno: Marlene Dietrich, a quien aquerenció Hollywood luego de su clamoroso éxito en Alemania con ‘El ángel azul’, en que interpreta a una cantante de cabaret que acaba con la vida de un profesor de universidad. El cine germano perdió a su estrella principal pero el gringo obtuvo pingües utilidades mostrando a esta belleza que deslumbraba con sus piernas aseguradas en un millón de dólares de la época, un platal.
Filmó muchas películas, la mejor a mi juicio es ‘Testigo de cargo’, la última en que actuó Tyrone Power un año antes de su fallecimiento y en la que también hizo papel magistral el inglés Charles Laughton. La película, dirigida por Billy Wilder, es una maravilla que aún se consigue en DVD.
Greta Garbo, también extranjera pues llegó de su fría Suecia a los estudios de Metro-Goldwyn-Mayer, se lleva todas las palmas pues fue la ‘femme fatale’ total. Nadie como ella, con su mirada líquida, transmitía a los espectadores sus sentimientos de amor, o de pasión, o de odio, a los que la obligaban los guiones. ¿Quién la iguala en ‘Anna Karenina’? ¿Quién en ‘La dama de las camelias’, con el pinta de Robert Taylor? ¿Quién le compite en la única película en la que apareció sonriendo, ‘Ninotchka’?
También las cámaras gringas tuvieron la fortuna de filmar a dos inmensas, también ‘fatales’: Joan Crawford y Barbara Stanwyck, quienes se las traían en eso de la sensualidad seductora. Curiosamente, el ícono del cine norteamericano, Marilyn Monroe, fue ‘fatal’ únicamente en ‘Niágara’, pero luego alcanzó la celebridad haciendo comedias ligeras que la convirtieron en la actriz más reconocida por la humanidad entera, la que gime y la que no gime.
El 17 de octubre falleció la última ‘femme fatale’: Danielle Darrieux, con 100 años cumplidos pues nació en Burdeos, Francia, el 1 de mayo de 1917, y entre sus conquistas románticas estuvo el ‘playboy’ Porfirio Rubirosa, el mulato dominicano que no le quedó ninguna por llevar al tálamo. A ese mullido sitio llevó a Flor de Oro, la hija del dictador Rafael Leonidas Trujillo.
Danielle Darrieux logró varios premios cinematográficos pero no se dejó tentar por los dólares y se quedó ganando francos en su patria, en donde filmó muchas películas desde su aparición en 1931. Se distinguen en su filmografía ‘Tristán e Isolda’ (1945) y Dominó (1970).
Así pues que se fueron todas las ‘mujeres fatales’ del cine, sin nadie en la banca de suplentes pues el cine italiano que tenía a Silvana Mangano, a Claudia Cardinale y la sobreviviente Sophia Loren, cayó en picada.
Y nosotros seguimos sin encontrar sustituta a la inmortal Amparo Grisales, a quien los años no la salpican.
Como fanático de todas las mencionadas en esta nota como ‘femmes fatales’, les rindo tributo de admiración y gratitud por los momentos felices que con ellas pasé en la penumbra de las salas.
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