03/08/2014
- Con 42 años en el poder, el dictador libio Muamar Gadafi encabeza la lista de los dictadores más longevos de África, seguido del que fuera dictador de Gabón, Omar Bongo, y de su homólogo de Togo, Gnassingbe Eyadema, que estuvo 38 años en el poder.
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En la historia reciente de África, sólo tres dictadores han resultado ser más longevos que Teodoro Obiang, que a sus 72 años va camino de superarlos a todos. El dictador libio Muamar Gadafi, el de Gabón, Omar Bongo y el togolés Gnassingbe Eyadema – todos ellos ya fallecidos – han saboreado el poder durante más tiempo que el guineano, aunque Obiang es el más longevo de los que todavía se mantienen en activo. La gerontocracia se impone en África, aunque en el caso de estos sátrapas, la edad no se corresponde con una mayor prudencia y sabiduría sino que, como ocurre en el caso del propio Obiang, la perdurabilidad unida al poder absoluto, forman un cóctel de fastos y excentricidades absolutamente indignantes.
Muamar Gadafi. El malogrado líder libio prolongó su poder durante 42 años, siendo el más longevo de la lista y uno de los más excéntricos. Su megalomanía le llevó a contar con una guardia personal de amazonas presuntamente vírgenes y en sus viajes al extranjero pernoctaba en su propia jaima. Presumido e hipocondríaco, se inyectó botox, se maquilló y se puso tacones para parecer el gran hombre que representaba. Creó un sistema político a su medida, la Yamahiriya, en el que él ejerció de líder del pueblo, sin un cargo verdaderamente ejecutivo pero con poder absoluto. Patrocinó el terrorismo en todas partes del mundo, masacró a su propio pueblo y robó cuanto pudo, hasta su triste final hace casi tres años.
Omar Bongo. El dictador de Gabón falleció en junio de 2009, a los 73 años. Llevaba 42 años en el poder, desde 1967. Omar Bongo, que había sustituido a Fidel Castro como el dirigente más longevo – con vida – del planeta, atribuía su perdurabilidad a su capacidad procreadora, de la cual respondían decenas de hijos dispersos por el país. Un país que dejó con una esperanza de vida inferior a los 50 años y un nivel de alfabetización inferior al 60%, pese a su gran riqueza. Y es que Gabón cuenta con abundantes reservas de hierro, uranio, manganeso, oro y petróleo, además de una enorme riqueza forestal en un país de sólo 1,5 millones de habitantes. A día de hoy, su PIB per cápita es el más elevado del África Subsahariana.
Gnassingbe Eyadema. Dictador de Togo durante 38 años, desde 1967 hasta su muerte en 2005, Eyadema llegó al poder con un doble golpe de Estado en 1963 y 1967. Hombre robusto y atlético, en su juventud practicó la lucha libre. Solía vestir al estilo occidental, con elegantes trajes oscuros y gafas de sol, lo que le daba un aire intimidatorio e implacable. Fue un claro ejemplo de ‘baraka’ ya que sobrevivió a multitud de atentados, entre ellos uno con bomba en un avión del que fue el único superviviente. Por todos estos atributos mantenía un aura de invulnerabilidad que le animó, ya en la vejez, a ordenar la confección de un cómic protagonizado por él mismo, como si de un superhéroe se tratara. En 2005, le sucedió su hijo.
José Dos Santos. Presidente de Angola desde hace 35 años, subió al poder en 1979, sólo un mes después del golpe de estado de Obiang. Sus primeros años de mandato, ya en una Angola independiente, se vieron marcados por la oposición armada entre dos facciones independentistas, el MPLA y la UNITA, en una suerte de guerra civil internacionalizada, en la que se involucraron muchos de los actores de la guerra fría, como Estados Unidos, Sudáfrica, China y Cuba, que en 1988 envió 45.000 efectivos de su ejército para sostener una guerra que no terminaría hasta 2002. En 1992, el país perdería el nombre de República Popular y pasaría a llamarse sólo República de Angola. Tras ello hubo unas elecciones libres, las primeras del país, que ganó Dos Santos con claridad, lo que provocó una segunda fase de la guerra civil.
Robert Mugabe. El tirano de Zimbaue acaba de cumplir 90 años y 34 en el poder, todos ellos con mano de hierro y asombrosas victorias electorales. Héroe de la resistencia contra el régimen racista de Rhodesia del Sur, se le atribuye una masacre étnica en la década de los ochenta que alcanzó a 20.000 personas. Mientras la esperanza de vida de su país apenas pasa de los 55 años, él celebra con enormes fiestas cada uno de sus cumpleaños, que cuentan con un presupuesto que roza el millón de dólares. En su 85 onomástica se consumieron 8.000 langostas y 4.000 aperitivos de caviar. Mientras, el 72% de sus compatriotas viven bajo el umbral de la pobreza y sólo 900.000 de sus 13 millones de habitantes tienen trabajo.
Ali Abdullah Saleh. Presidió Yemen del Norte entre 1978 y 1990 y tras la reunificación, presidió la República de Yemen entre 1990 y 2012, lo que hacen 34 años de poder ininterrumpido. Fue reelegido sin interrupción en elecciones fraudulentas hasta que a principios de 2011, las protestas ciudadanas le llevaron a paralizar sus planes de reforma destinados a perpetuarse aún más en el poder. Atacado en su propio palacio, Saleh decidió poner fin pacíficamente a su gobierno autocrático, no sin antes asegurarse parlamentariamente la inmunidad por todos los desmanes cometidos en más de tres décadas de poder.
Mobutu Sese Seko. Dictador del Zaire, actual República del Congo, entre 1965 y 1997, Mobutu pasó 32 años en el poder. En su juventud participó en la independencia del Zaire a las órdenes de Patrice Lumumba, que lo nombró jefe del Ejército, cargo que aprovechó para deshacerse de Lumumba y acceder al poder. ‘El leopardo’, como solían llamarle por sus habituales gorros de piel moteada, se convirtió en el más fiel aliado de occidente en plena guerra fría, cortafuegos del comunismo en África. Mientras, su país se convertía en uno de los más pobres de África y su régimen, corrupto y represor, en una obra de culto a su personalidad. En 1997, poco antes de su muerte, Laurent Kabila le derrocaría y le enviaría al exilio, donde moriría meses después.
Paul Biya. Presidente de Camerún desde 1982, lleva 32 años en el poder y llegará, seguro a los 36, porque fue reelegido en 2011 por otros siete años. Biya llevaba una larga carrera como político cuando tuvo oportunidad de gobernar tras la dimisión de Ahmadou Ahidjo, que alegó problemas de salud. Entonces tomó las riendas del poder y ya no lo dejaría, formando un partido único que mantuvo hasta la década de los noventa, cuando permitió la formación de partidos opositores. De hecho, en 1992 perdió las elecciones pero el Tribunal Supremo de Camerún le proclamó ganador. De forma más o menos turbia, lleva imponiéndose desde entonces en todas las elecciones, en las que cada vez participa menos gente.
Hosni Mubarak. El dictador de Egipto recientemente derrocado permaneció 30 años en el poder, entre 1981 y 2011. Renunció a su cargo en 2011 por la protestas de la Primavera Árabe y un año después fue condenado a cadena perpetua por la represión de la Plaza de Tahir, donde murieron más de 800 personas, aunque la pena fue anulada por la corte de apelación por falta de pruebas concluyentes sobre su responsabilidad directa. Hace unos meses, era condenado a otros tres años por malversar fondos públicos en sus palacetes privados. Amasó una fortuna de 70.000 millones mientras la mitad de los egipcios vivían con 2 dólares al día.
Habib Burguiba. Presidente de Túnez durante 30 años – entre 1957 y 1987 – hasta que fue derrocado por Zine El Abidine Ben Ali, que pasó otros 24 años en el poder y hubiera superado a su antecesor de no ser depuesto recientemente en la Primavera Árabe. El Abidine derrocó a Burguiba sin derramamiento de sangre, en un golpe de estado palaciego, en el que aprovechó el mal estado de salud de Burguiba y la confianza que este le dispensaba. En plena guerra fría, Burguiba impuso al inicio de su mandato un sistema colectivo de control estatal, aunque su fracasó le llevó a liberalizar la economía, manteniendo cierto intervencionismo.
Yoweri Museveni. El presidente de Uganda encabezó una rebelión en 1986 bajo el lema de que ningún presidente debía permanecer más de una década en el poder. Así, participó en la rebelión que derrocó a Idi Amin y después encabezó la que depuso a Tiko Okello, aunque ninguno de ellos llegó a los diez años y Museveni lleva ya 28. Fue reelegido en 2011 así que llegará, al menos, a los 30. Autoritario y corrupto, Museveni gana las elecciones con porcentajes cercanos al 100%, aunque hay que reconocerle ciertos méritos en su lucha contra el sida y la pacificación de buena parte del país. No se puede decir lo mismo de su Ministerio de Ética e Integridad, que prohíbe la minifalda y promueve el castigo de la homosexualidad.
Blaise Compaoré. Lleva 26 años en el poder en Burkina Faso tras un golpe de estado que terminó con la muerte de su antecesor, Thomas Sankara, en 1987. Su único objetivo es perpetuarse en el poder, para lo que no duda en deshacerse del que se ponga en su camino, desde su antiguo aliado Sankara hasta los líderes revolucionarios Henri Zongo y Jean Baptiste Boukary Lingani, pasando por el periodista Norbert Zongo, cuyo asesinato cuestionó duramente y por primera vez el régimen de Campaoré. Un régimen que no difiere mucho de otros modelos africanos repletos de corrupción, nepotismo y saqueo de los recursos naturales.
Leer más: Obiang, el cuarto dictador más longevo de África http://www.teinteresa.es/mundo/Obiang-cuarto-dictador-longevo-Africa_0_1185483228.html#WaQ1UUCHs0WkpYpF
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