Me pegaban palizas, me castigaban sin comer. Tenía que consumir drogas con mis clientes

El Ministerio del Interior estima que 1.180 personas son víctimas de la trata de blancas en España Liz es paraguaya, y tenía solo 17 años cuando llegó a España. Como muchas niñas de su edad, soñaba con dejar atrás la vida en el campo y buscar, lejos de la miseria, una oportunidad de prosperar. Sus amigas le hablaban de España como la tierra de las oportunidades: trabajo y dinero eran parte de una oferta demasiado tentadora como para decir que no, así que un día, su familia, sus amigos, su vida de siempre quedó atrás. Decidió dejarlo todo para, a través de un amigo, ponerse en contacto con una agencia que la ayudaría a cumplir su sueño de llegar a España. Le prometieron un trabajo, le compraron ropa nueva, le dieron 500 euros y le dijeron qué debía decir al cruzar la frontera para pasar como simple turista. El plan era perfecto y la posibilidad de cambio estaba al alcance de su mano. De este modo, Liz, y diez chicas más, llegaron primero a Roma y unos días más tarde a España, donde fueron recogidas y llevadas al que sería su nuevo «hogar». Pero lo que parecía un cuento de hadas pronto se volvió la peor de sus pesadillas. Cuenta Liz que una mujer muy maquillada y borracha les dio ropa a ella y a sus compañeras para empezar con los primeros servicios casi nada más llegar. «Pónganse guapas para trabajar», les dijo su nueva «madame». Esas palabras marcaron el inicio de ocho largos meses de auténtico calvario en los que Liz se vio obligada a acostarse con cientos de hombres y a realizar prácticas sexuales que ni siquiera había imaginado. Estaba decidida a escapar, pero ¿cómo hacerlo?. «Pasaba todo el día controlada, cada vez que me negaba a algo, me pegaban palizas, me castigaban aislada y sin comer. Tenía que consumir alcohol y drogas con los clientes. A veces sentía ganas de llorar con ellos, quería contarles, pero no me atrevía» asegura Liz. Por desgracia, el de Liz no es un caso aislado. En España, según datos del Ministerio del Interior, sólo el año pasado se identificaron a 1.180 víctimas derivadas de la trata de seres humanos, principalmente llegadas de Rumania, Nigeria o Paraguay. Casi la mayoría, 916, eran mujeres obligadas a ejercer la prostitución. Pero hay más. La Policía identificó a 16 menores de edad, de las que cuatro de ellas fueron sometidas a explotación sexual. Según la UNODC (oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito), el número de niñas víctimas de trata detectadas aumentó en el período 2007-2010, último periodo contabilizado, durante el cual constituyeron entre el 15% y el 20% del total de víctimas detectadas. Un día todo cambió Salir de esta situación no es fácil. El miedo a que puedan hacer daño a sus familias, a ellas mismas, o a ser deportadas, son las principales razones para no acudir a la policía. Por suerte para Liz, cuando fue detenida por no tener papeles y la llevaron a comisaría, tuvo el arrojo suficiente de denunciar los terribles hechos por los que había pasado. Con la ayuda de la policía contactó con APRAMP (Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención de la Mujer Prostituida) y ahora sí, la oportunidad de empezar una vida mejor era real. Tras el juicio dejaba atrás una vida que ella no había elegido y comenzaba a trabajar ayudando a mujeres en su misma situación. Con motivo del día internacional contra la trata de seres humanos, celebrado el pasado miércoles, Naciones Unidas emitió un informe escalofriante. Cerca de 2,5 millones de niños, mujeres y hombres se encuentran en situación de trata en el mundo, un delito que afecta a todos los países. UNODC calculó que entre el año 2007-2010, el 73% de las víctimas de este tipo de esclavitud, era mayores de edad. Sin embargo, en África y Oriente Medio el 68% de las víctimas son niños. Por desgracia esto es solo la punta del iceberg de un negocio que, según Yuri Fedotov, director ejecutivo de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), mueve 24.000 millones de euros anuales. La ONUDD reclama continuamente la implicación de los gobiernos en esta lacra social que puede afectar a cualquiera, independientemente de su procedencia, su estrato social o su sexo. En España, la Policía detuvo el año pasado a un total de 753 personas relacionadas con el tráfico de seres humanos, 408 de las cuales estaban implicadas en casos de explotación sexual. Españoles, rumanos, nigerianos o chinos son los principales promotores de estas tramas en España. Pese al trabajo de la Policía, el Ministerio del Interior detectó un aumento del 8% en los grupos dedicados a la trata de seres humanos con fines de explotación sexual. La nota positiva fue el leve descenso (2%) de las actividades delictivas vinculadas a la trata de seres humanos con fines de explotación laboral. Los datos españoles están en consonancia con los mundiales expuestos por la UNDOC, que observó en su último informe que casos como el de Liz son más frecuentes que la trata con fines de trabajo forzoso.