Generaciones Castradas

Adriano Miguel Tejada.
Uno de los efectos más perniciosos de los gobiernos de fuerza, sean dictaduras o cuasi dictaduras, es que castran a generaciones enteras, ya sea por envilecimiento, o porque las convencen de que no hay otra opción posible que no sea someterse al gobernante de turno. La castración de generaciones no sólo se da durante el período del gobernante, sino que su efecto sobre la conciencia ciudadana se proyecta en el tiempo. Así vemos como la cultura política de los gobiernos de fuerza se mantiene muchos años después de la desaparición del régimen. Esa castración ideológica se manifiesta de muchas maneras: sólo se acepta al hombre fuerte como amo del destino del pueblo; se desprecia la opinión del pueblo. El amo lo sabe todo, y lo puede todo. Nada puede hacerse sin él o contra él. Por tanto, lo sensato es unirse y colaborar. Y luego de pasado el período, la añoranza de la “paz y el orden” del ancien régime se convierte en ideología conservadora que permea todas las acciones de la ciudadanía. Trujillo castró varias generaciones, y Balaguer también. Este último castró de tal manera a los miembros de su partido, que nadie pudo levantar cabeza, sin ser aniquilado política o moralmente por el régimen. Con el Partido de la Liberación Dominicana parece estar ocurriendo otro tanto. La nomenklatura morada se ha convertido en comparsa, que sólo busca que le permitan seguir enriqueciéndose, y disfrutar del espectáculo desde las gradas. Ya ni siquiera se molestan en defender su forma de gobernar.