Editorial del diario libre.
La definición que me parece más apropiada para la democracia dominicana es que es “infantil”, por caprichosa, porque solo acepta como válido lo que le gusta y en lo que la complacen y porque siempre necesita un “papá o mamá” que se ocupen de las cuestiones serias.
Además, le encantan los “cumpleaños” (siempre va a la fiesta electoral buscando sus regalos) y entiende que tiene derecho a todo sin cumplir deber alguno.
A este niño democrático no hay forma de convencerlo de lo que le conviene a largo plazo: lo suyo es ahora sin importar cuánto nos puede costar. No tiene pasado ni le importa el futuro. Lo suyo es el presente.
Ya lo dijo Américo Lugo: “no hay que forjarse ilusiones sobre el valer moral del pueblo dominicano. El valer moral alcanza siempre el límite de la capacidad intelectual, y nuestra capacidad intelectual es casi nula. Una inmensa mayoría de ciudadanos... para quienes no existen verdaderas necesidades, sino caprichos y pasiones; bárbaros, en fin, que no conocen más ley que el instinto, más derecho que la fuerza, más hogar que el rancho, más familia que la hembra del fandango, más escuelas que las galleras…”
Es tan infantil nuestra democracia que todavía cree en el cuento de la ley como solución de sus problemas cuando es la conducta ante la ley y el sistema de recompensas y castigos lo que forma el conjunto de valores que crea al ciudadano.
La pena es que hacemos muy poco para que el niño democrático crezca.
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El mismo día de conformado el Gobierno restaurador de la Segunda República en Santiago de los Caballeros la primera medida del presidente Pepillo Salcedo fue decretar la pena de muerte de Pedro Santana por traidor a la Patria, al convertir la Nación en una simple provincia española.
Al otro día, 15 de septiembre de 1863, salió de Santo Domingo para el Cibao, vía Monte Plata, el impetuoso general Santana, a fin de sofocar la rebelión y dar un escarmiento a los insurrectos. Llevaba una tropa de 2,500 hombres, entre españoles y dominicanos. Pero desconocía que también los revolucionarios enviaron desde Santiago en la misma dirección a un general muy joven (24 años) y desconocido hasta ese momento, pero valiente y astuto, Gregorio Luperón.
Luperón tuvo su primer choque y derrotó una avanzada española en un lugar en la cordillera central conocido como el Sillón de la Viuda. Alertado Santana sobre lo ocurrido, marchó hacia ese lugar acompañado de sus tropas. Al cruzar el arroyo Bermejo ya Luperón venía en su encuentro. Esto fue el 30 de septiembre.
Entraron inmediatamente en batalla. El viejo caudillo fue derrotado. Se tuvo que devolver al campamento de Guanuma. “Los resultados de El Bermejo indicaban que los vientos triunfales habían abandonado al general Santana al colocarse de espalda a la razón de la historia. Su estrella dejó de brillar. De aquí en lo adelante un torrente de dificultades y fracasos se cruzaron en su camino”, explica el historiador Franklin Franco.
Las frecuentes deserciones de sus tropas desmoralizadas convirtieron al caudillo, de por si violento, en un ser amargado e irritable, lo que le ocasionó problemas con los soldados y el gobierno español. Incluso los españoles cometieron varias humillaciones contra él, que según varias fuentes históricas, le aceleró la muerte.
Murió desprestigiado, con la repulsa popular, el 14 de junio de 1864. Para evitar que las masas profanaran su cadáver sus familiares pidieron que se le enterrase en un recinto militar, en la fortaleza Ozama.
Lo de Balaguer
De los políticos y escritores dominicanos es el ex presidente Joaquín Balaguer el más indescifrable: Decía una cosa en sus obras y hacía otra absolutamente opuesta. En su libro “Historia de la Literatura Dominicana” se burla y critica con ironía al conquistador de la isla Cristóbal Colón. Pero le construyó el Faro a Colón para que sea venerado mientras vida tenga el pueblo dominicano.
Pocos escritores, como Balaguer, critican la anexión a España y narran la crudeza de como Santana persiguió a Antonio Duvergé, María Trinidad Sánchez y demás patriotas. Pero ordenó que los restos de Santana fuesen llevados al Panteón Nacional, justo al lado de Trinidad Sánchez. Como ejemplo sarcástico de maldad santanista, la ilustre dama fue fusiladael 27 de febrero de 1845, al cumplirse el primer año de la independencia que ella ayudó a forjar.
Balaguer escribió un libro, “El Centinela de la Frontera”, dedicado exclusivamente a inmortalizar a Duvergé (héroe de la Batalla 19 de Marzo) y a empequeñecer la figura histórica de Santana. Sostiene que era un resentido que desde un primer momento tenía envidia del liderazgo militar de Duvergé, haciéndole todos tipos de maldades: Hasta confinarlo en El Seibo, para mantener una vigilancia constante sobre él.
Narra que cuando el presidente seibano ordenó el fusilamiento de Duvergé y su hijo, el héroe tuvo un último deseo: Que ejecutaran primero a su hijo, el capitán Alcides, para que no pasara por la pena de ver morir a su padre. Cuando vio caer a su hijo, con lágrimas en los ojos se colocó frente al pelotón de fusilamiento. Esto fue en el cementerio de El Seibo.
El decreto de muerte abarcaba al hijo adolescente de Duvergé, Daniel, pero con la reserva que la condena fuese cumplida cuando alcanzare la mayoría de edad, 21 años. “Tan pronto los fusiles cesaron, y cuando todavía los cadáveres brotaban sangre, se presentó al lugar Santana para verificar el cumplimiento de su orden, y al acercarse al del general Duvergé, bajó impulsivamente de su montura para dar un puntapié a su cadáver”, apunta Balaguer.
¿Santana era haitiano?
Al conmemorarse el 151 aniversario de la Guerra Restauradora, el señor Miguel Ángel Severino puso un comentario en las redes sociales que reproducimos textualmente: “Me pregunta la inocencia rota si a Pedro Santana, natural de la región fronteriza, en una comunidad llamada Hincha, que para entonces pertenecía a la Colonia de Santo Domingo, actualmente pertenece a Haití, (la Junta Central Electoral) le va a otorgar, en su condición de haitiano, póstuma cédula de identidad nacional, pues la comunidad de Hincha donde tuvo a bien o mal nacer es una ciudad cualquiera haitiana”. Se están haciendo operativos de cedulación de los haitianos residentes en el país.