Soy ingeniero de sonido y llevo toda mi edad adulta ganándome la vida como buenamente puedo. Igual que todo hijo de vecino.Me considero una persona totalmente normal y uno de los temas que más me preocupan en esta vida, es la violencia de género. Como músico que soy, he organizado festivales benéficos destinados a esta causa. Por lo tanto, comprenderán lo duro que resulta para mí que el Día Internacional contra la Violencia a la Mujer se conmemore por ser la fecha en que mi bisabuelo, Rafael Leónidas Trujillo, ordenó asesinar a las hermanas Mirabal.
Mi madre, Aída Trujillo, siempre me enseñó a separar al abuelo y al bisabuelo del tirano y el torturador. Si mi abuelo Ramfis estuviera hoy vivo, supongo que le querría, pero también le hubiera reprochado las torturas y asesinatos de tantas personas. Por todo esto, me chirría, me da náuseas, que Luis José Domínguez Trujillo, quien se hace llamar Ramfis por mi abuelo -al que nunca conoció-, quiera revivir lo peor de la dictadura para beneficio y alimento del propio ego. Individuo sin carrera universitaria ni profesional, que lleva viviendo del cuento los 48 años que va a cumplir.
Personaje que convive con el ejemplo de su madre, Angelita Trujillo, quien ha logrado vivir toda su vida sin trabajar, con su esposo desertor, pese a haber procreado siete hijos. La misma de quien mi madre cuenta en su libro “El otro Ramfis Trujillo” la forma en que mi abuelo le afectó las muertes de Pilar Báez y Jean Awad Canaán.
Entiendo la desesperación del pueblo dominicano. A diferencia del Ramfito de segunda mano, yo sí he residido aquí. Pero la corrupción y el problema haitiano no nos pueden empujar a salir de Guatemala para adentrarnos en Guatepeor. Entre los candidatos a la presidencia, afortunadamente existe gente decente y trabajadora, sin tanta repercusión por ausencia de apellidos sonoros. Como descendiente directo de Rafael Leónidas y Ramfis Trujillo, quiero detener esta sinrazón. La situación actual de la República Dominicana no puede llevar al pueblo nunca, jamás, en la vida, a seguir a un ente que no posee ningún mérito demostrable y sí muchas sombras en su recorrido vital. Hablar bien y decir lo que la gente quiere escuchar, sabemos todos. Aunque sea completamente opuesto a sus brutales afirmaciones de 2010, año en que apareció por primera vez en los medios bajo el falso pretexto de haber recibido amenazas de muerte por la abortada puesta en circulación del libelo de Angelita. ¡Si nadie lo conocía hasta entonces! ¿Cómo amenazarlo? ¿Quería, además, burlarse del dolor de toda esa gente? En 2013, Pilar Awad y la criminóloga Eva Álvarez advirtieron en “La verdad de la sangre” sobre las intenciones políticas de este sujeto. Cinco años después, amenaza con gobernarnos. Si lo consigue, lloraremos sangre.
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