Nemen Hazzin Bassa
Comentarios al capítulo VII del libro “Trujillo, mi padre en mis memorias”, de Angelita Trujillo/“Trujillo debe permanecer al lado de Satanás”
Comentarios al capítulo VII
“…Sin embargo, podemos suponer que si hoy en día, a pesar de todos los adelantos tecnológicos, aun resulta difícil detectar las manzanas podridas de un barril, mucho más difícil (resultaba, NH) por aquellos años, con técnicas primitivas, poco refinadas y poco eficientes” (Angelita Trujillo, Trujillo, mi padre en mis memorias, Pág. 340, Cap. VII, 1ra Edición, 2009). Con estas palabras pretende Angelita Trujillo justificar la dificultad del régimen en depurar a los “comunistas”; se embarca en la tarea de validar los muertos que se producirían por la “decapitación de la hidra comunista que amenazaba el orden establecido”. Su padre, Rafael L. Trujillo, “…por convicción personal y deber constitucional tenía que actuar en defensa de los ideales patrios” (Pág. 341). Es el argumento para disculpar las monstruosidades del tirano; intenta encubrir la matanza que se desató en los últimos años de la dictadura contra una juventud que comprendió que había llegado el momento de poner punto final al terror, al miedo y a los asesinatos.
Incapaz de razonar, dice en la página 343 que República Dominicana era gobernada por “un régimen autocrático”. Según la Real Academia Española (RAE) “régimen autocrático” es un “sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley”, definición que es diametralmente opuesta a lo que la Sra. Trujillo consigna: “Constitucionalmente nuestro sistema de gobierno está llamado a ser democrático y mi papá era firme creyente de que era el sistema o forma de gobierno más conveniente para el pueblo dominicano, no porque fuera perfecto, pero era la mejor opción (sic)”.
Comunismo es, para ella, sinónimo de desgracia; y es entendible: primero por sus orígenes y segundo por el lugar en el que reside, que no es más que el punto de concentración de la derecha fascista y la ignorancia funcional de toda América. Expresa, con palabras que buscan protagonismo, que: “En cuanto a nosotros en 1946 mi papá le había escrito al secretario de Interior recomendándole tomar todas las providencias de lugar para permitir y garantizar a los componentes de los grupos comunistas la libre realización de cuantas actividades lícitas estimaran útiles para formar un partido político que pueda ser legalmente reconocido (sic)” (Pág. 346), ocultando las verdaderas intenciones de Trujillo: crear el ambiente para que los comunistas dominicanos se descubrieran y fueran asesinados. Y fue exactamente lo que ocurrió: “Fiel a sí mismo, Trujillo se sobrepasó, elogió públicamente a Stalin, solicitó, en carta abierta, la legalización del Partido Comunista; y pocos meses después, cuando vio que el pueblo acudía a los mítines que celebraban los comunistas enarboló el sable y volvió a ser el despiadado perseguidor de siempre. Centenares de hombres fueron asesinados, colgados en los caminos, echados a los presidios. El tirano desató el terror en todo el país. Las embajadas y legaciones latinoamericanas se llenaron de refugiados. A seguidas se proclamó campeón del anticomunismo… ”. (Juan Bosch, Póker de espanto en el Caribe, Págs. 56-57, 1ra Edición, 1988, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).
“Particularmente me han contado y me alegra saber que muchos de los inflamados con esa locura de juventud hoy son personas superadas, gente de bien, con familias muy lindas y sirviéndoles al país en los diversos campos de carrera con que abonan el ambiente democrático, legado incuestionable de mi padre… Los predicamentos del régimen de Trujillo eran la paz y la tranquilidad que disfrutaba el pueblo dominicano” (Pág. 348). ¿No es una desvergüenza señalar que el ambiente democrático es un “legado incuestionable” de Trujillo? Con tan irracionales palabras busca tirar por la borda la entrega y el sacrificio de las hermanas Mirabal, del coronel Rafael Fernández Domínguez, de Manolo Tavárez Justo, del coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, de Juan Bosch, de José Francisco Peña Gómez, de Juan Miguel Román, del coronel Juan María Lora Fernández, de Otto Morales, de Amín Abel Hasbun, de Maximiliano Gómez, de Guido Gil y de miles más -puros e íntegros dominicanos- que lucharon contra Trujillo, el Consejo de Estado, el Triunvirato y Balaguer para, a partir de 1978, establecer la democracia en la República Dominicana.
Debemos inferir –para fortalecer sus malsanos juicios- que los regímenes de Adolfo Hitler, Joseph Stalin, Jorge Ubico, Francisco Franco, Fulgencio Batista, Idi Amin Dada, Marcos Pérez Jiménez, Mao Tse-tung, Anastacio Somoza, Augusto Pinochet, Alfredo Stroessner y Jorge Videla, para citar algunos, brindaban “la paz y la tranquilidad” que disfrutaban los pueblos de Alemania, Unión Soviética, Guatemala, España, Cuba, Uganda, Venezuela, China, Nicaragua, Chile, Paraguay y Argentina respectivamente. Evidentemente que había “paz y tranquilidad” en esos países, igual que en República Dominicana, pero, para establecerlas, las dictaduras que dichos personajes encabezaron asesinaron más de 35 millones de personas. ¿Qué significan esas muertes para Angelita Trujillo? Si por lo elevada de la cifra no puede procesarla, tendríamos que preguntarle entonces, con relación a su propio lar, si tienen algún significado los más de 20 mil muertos que hubo bajo el régimen de terror que encabezó su padre “para que el pueblo dominicano disfrutara de paz y tranquilidad”.
Respecto a los luchadores que desde el exilio combatieron la tiranía de su padre, y a los líderes y gobiernos que apoyaron las causas libertarias, se expresa en forma malintencionada y deshonesta
Es asombroso el irrespeto a la memoria de quienes combatieron la dictadura. Señala, en el mamotreto repleto de mentiras y fábulas -mal redactado y tendencioso, con muy pocos argumentos de categoría histórica en el que se hace evidente la colaboración de otros con sus mismas deficiencias intelectuales, “capaces” de mostrar ridículas contradicciones, en ocasiones hasta en la misma página, con la mayor desconsideración a quien la Historia habrá de hacer merecido reconocimiento por su desprendimiento, tenacidad, valor y entrega por la causa libertaria del pueblo dominicano-, que “El General Juan Rodríguez (era un, NH) acaudalado hacendado muy conocido por su contumaz lucha contra el Gobierno de mi padre y principal organizador de las fracasadas expediciones de Cayo Confites, Luperón y cuantas travesuras más pudieron ocurrírsele (sic)” (Pág. 356).
Ese insensato proceder que acabamos de describir lo vemos en toda la obra. En la pretensión de justificar la fortuna de su padre habla de la no existencia de dinero en el exterior al mismo tiempo que valida lo que señala Euclides Gutiérrez Félix: “a la muerte de mi papá… teníamos en el exterior un balance aproximado de sesenta o setenta millones de dólares”, cantidad a la que se refiere como “suma irrisoria si se compara con lo que en pocos años acumula cualquier funcionario público hoy en día”. (¡Sin comentarios!).
“Trujillo se enriquecía a sí mismo…”. Puso en ejecución, valiéndose de los vicios que le proporcionó la deformación social dominicana, métodos de acumulación originaria desconocidos hasta ese momento. “Uno de ellos era mandar un emisario a las casas de comercio más importantes para que le enviaran dinero en cantidades que a veces alcanzaban a ser más del 25 por ciento de los beneficios anuales de esas firmas… Compraba terrenos y negocios que le vendía al Estado por varias veces lo que le habían costado, monopolizó la venta de carne de res en la capital de la República y acabó siendo el propietario monopolista de muchas industrias, como por ejemplo la de cigarrillos, y durante una época, a través del llamado Banquito de María Martínez, monopolizó también los préstamos -con intereses altísimos- a los empleados públicos, que debido a la escasa circulación de dinero en los años 1930 a 1940 y tantos, tenían que acudir a prestamistas usureros para terminar cada mes con un desahogo engañoso. Ese monopolio fue creado valiéndose de una ley que declaraba prohibida la usura ejercida por particulares”. (Citas: Juan Bosch, El PLD, colección de estudios sociales, Págs. 190-191, 3ra Edición, 1998, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).
La madera era una riqueza extraordinaria que existía en la Cordillera Central. La explotación de los pinos quien la inició fue el hermano de Trujillo, José Arismendi (Petán), quien “desde 1931 ó 1932 estableció un impuesto de un peso que había que pagársele por cada tronco de pino que los dueños de aserraderos cortaban… Ahora bien, el que se enriqueció en varios millones de pesos poniendo en práctica y ampliando mediante el uso del poder del Estado el impuesto creado por su hermano, fue el dictador, que puso los ojos en esa fuente de acumulación originaria especialmente después que empezó en Europa la guerra de 1939” (Ibíd. Pág. 194).
Los recursos económicos obtenidos por Trujillo en esta forma de acumulación originaria eran extraordinarios: Trujillo compraba a precios irrisorios porciones enormes de terreno en las cordilleras sembradas de pino debido a que no había vías de comunicación y se hacía imposible el acceso a las mismas. El Estado le proporcionaba las carreteras sin que él invirtiera un centavo; se hacía muy lucrativo el negocio de la madera. “El pago destinado a Trujillo se hacía en efectivo en la llamada Oficina Particular del generalísimo, que estaba bajo la dirección de la misma persona que rindió el informe del cual hemos copiado los datos sobre el sector maderero de la fortuna de Trujillo”. El tirano se apoyaba en el poder del Estado, y ese poder le sirvió para monopolizar el “mercado de la carne y la leche de la capital del país, que era donde estaba concentrada la mayor cantidad de población urbana; la fabricación y venta de cemento, la de harina de trigo, la de pinturas, la de cigarrillos, la navegación marítima de altura. En un tercio de siglo, la República Dominicana padeció las consecuencias de la implantación de dos tipos de acumulación diferentes, aunque estrechamente vinculados, que en buena lógica debieron haberse producido en un tiempo de dos, de tres siglos, y que para darse revueltos tenían que presentarse guiados por una mano más dura e implacable que el acero: A eso se debió que la dictadura de Rafael L. Trujillo fuera excepcionalmente dura e implacable”. (Ibíd. Pág. 198).
Así se hizo la fortuna de Rafael Leónidas Trujillo Molina. La obra concebida por su hija parece estar destinada a niños que aún no han desarrollado la capacidad de discernir o a los que muy bien podrían enmarcarse en el dominio de los inhabilitados. “La economía de la nación ha sido puesta al servicio de los negocios personales de Trujillo, a tal extremo que cuando alguna de sus empresas arroja pérdidas se la hace comprar por el Estado a precios altos y a seguidas el Estado se la vende a precios bajos. En este sentido, además de ser el productor y el consumidor obligado de sus negocios, el pueblo dominicano es la garantía última de todas las empresas financieras, industriales y comerciales del dictador. Como jefe político, jefe militar y amo de la economía dominicana, Rafael Leonidas Trujillo tiene un poder casi omnímodo. Puede asegurarse que lo único en que su voluntad no es determinante en el país es en dar la vida, puesto que da la muerte, la riqueza y la miseria. Esta situación de señor único en el campo militar, en el político y en el económico, le confiere potestad absoluta sobre el pueblo dominicano… El atraso social, cultural, económico y político del pueblo dominicano ha aumentado durante los treinta años de régimen trujillista, si bien el país ha progresado como hacienda personal del dictador (sic)”. (Juan Bosch, La fortuna de Trujillo, Págs. 58-59, 1ra Edición, 1985, Editora Alfa y Omega, Santo Domingo, RD).
Respecto a los luchadores que desde el exilio combatieron la tiranía de su padre, y a los líderes y gobiernos que apoyaron las causas libertarias, se expresa en forma malintencionada y deshonesta. Conforma ridículas y desconsideradas teorías acerca de Fidel Castro, la Unión Soviética y el comunismo, procurando ubicar en el radicalismo ideológico a los héroes de la Raza Inmortal (que ofrendaron sus vidas en la invasión del 14 de junio de 1959), íntegros combatientes ajenos a ideologías que sólo luchaban por la eliminación de la dictadura y la implementación de un régimen democrático con libertades plenas y justicia social.
Sin el mayor reparo refiere que “la finalidad de la Legión del Caribe (ver comentarios al capítulo VI), además de catapultar a sus dirigentes políticamente, era impulsar regímenes de izquierda en América Latina, pensamiento que chocaba frontalmente con el gobierno autocrático derechista de mi papá (anteriormente había dicho que era democrático, NH). Ellos, sostenían y daban franco apoyo a los enemigos del gobierno de mi papá en el exterior, promoviendo insolentemente el derrocamiento del gobierno dominicano. En 1947, entre Betancourt de Venezuela, Arévalo de Guatemala, Figueres de Costa Rica, Grau de San Martín de Cuba junto a Elie Lescot y Dumarsais Estimé de Haití, concertaron un estrecho pacto de agresión contra la República Dominicana. De manera que lo que hacía mi papá era, pagarle con la misma moneda. El señor Betancourt, al asumir el poder en Venezuela con más vigor maquinaba maldades contra el gobierno de mi padre (sic)”. (Pág. 396).
Despacha con soberbia torpeza los intentos de su padre por matar a Rómulo Betancourt, José Figueres y Juan José Arévalo e ignora a la persona que los agrupaba en la lucha por la implementación en la República Dominicana de un régimen democrático que proporcionara a sus aterrorizados habitantes libertades plenas y justa distribución de la riqueza: nos referimos al profesor Juan Bosch, figura que con su formación democrática, intelecto y capacidad política propiciaba, junto a Víctor Raúl Haya de la Torre y Luis Muñoz Marín (además de Figueres y Betancourt), un frente democrático para combatir las dictaduras y apoyar a los que luchaban por deponerlas. Decía Fidel Castro, sobre Juan Bosch, que era un “prominente líder dominicano” al que conoció en Cayo Confites “, donde nos entrenamos, y pude conversar mucho con él. No era el jefe de la expedición, pero sí la más prestigiosa personalidad entre los dominicanos…” (Fidel Castro, La historia real y el desafío de los periodistas cubanos, 3 de julio de 2008).
La “escritora” Angelita Trujillo ignora a Bosch, pero lo hace útil para lo que sirve a sus intereses. Emite juicios risibles sobre Rómulo Betancourt; define el atentado del que fue objeto por orden de su papá (al explotar una bomba en el carro en el que circulaba) como un “simple” -y sin mayores consecuencias- “conflicto” (Pág. 403). Que desdeñe a Bosch no sorprende; es parte de la agenda en la que se embarcan ella y los voceros remunerados que intentan manchar su nombre, “sus más avezados discípulos” entre ellos. Con Minerva Mirabal hace lo mismo que con Bosch; en la página 424 muestra un párrafo de un discurso, “escrito en letra de María Teresa” que se estima “fue leído por Minerva el 24 de octubre de 1953, en Salcedo, con motivo de un acto trujillista que se realizó allí, al conmemorarse, como en todo el país, el natalicio del tirano” (William Galván, “Minerva Mirabal: Historia de una heroína“, Pág. 191, 5ta Edición, 2011, Editora Búho, Santo Domingo, RD).
Expone las expresiones de Minerva Mirabal, elogiando la tiranía exclusivamente para salvar su vida y la de su familia, y lo hace con el convencimiento de que esas palabras “salían del corazón“: “Que fatigada y sedienta por una lucha de siglos, esta Patria de nuestros amores había sido víctima de todas las traiciones y había recorrido toda una larga calle de amarguras, con la pesada cruz de muchas ingratitudes a cuestas. La época luctuosa que siguió a su nacimiento rosado de ideales, retrasó su crecimiento, aniquiló su infancia y destrozó su corazón en las guerras fratricidas. Hoy puede, al fin, levantar la frente con orgullo y proclamar ante el mundo libre, que ha alcanzado la felicidad que tanto anhelara para ella el padre augusto Juan Pablo Duarte. ¡Contemplad el hermoso panorama del bienestar nacional! Trujillo, cual surtidor inagotable, ha colmado esas ansias de felicidad y, adelantándose a su época como los grandes predestinados, realiza en veinte años el sueño de un siglo” (Pág. 424).
Debemos imaginar que está plenamente convencida de que por ese reconocimiento a la “magnánima obra de su padre” permanecen aún vivas Minerva y sus hermanas Patria y María Teresa (“Las Mirabal, el mayor y más doloroso símbolo de la resistencia“, conocidas también como Las Mariposas). ¿Tendrá noción de lo que sucedió el 25 de noviembre de 1960, fecha que alumbró -por tan valientes mujeres vilmente asesinadas por el sátrapa- el ‘Día Internacional de la No Violencia Contra la Mujer’?
Confiamos que los detractores de Juan Bosch no procedan de igual forma con Minerva Mirabal; la agenda que está en curso es una bien definida por el núcleo Trujillo, encabezado por Angelita y secundado por los que se adhieren a las causas más oscuras de nuestra historia, ya sea por simpatías propias, producto de la ignorancia y el desconocimiento, o por la venta de la poca conciencia que albergan, prestándose a nutrir los “mal haberes” de la oligarquía y el caliesaje.
Ha sido ardua la tarea de concluir la lectura de este ignominioso libro. El último capítulo es encubridor, fabulador, irresponsable, nauseabundo y disparatoso -en niveles superiores a los anteriores-; a fin de cuentas lo que persigue la autora es lavar la imagen de Trujillo lanzando fango a figuras como el profesor Bosch y Minerva Mirabal. De las pocas cosas ciertas que hay en él, una la podemos encontrar en la página 429, en la que manifiesta que “vivía en un mundo de fantasías”. Indudablemente; es el mundo en el que se desarrolló. Ya lo habíamos expresado en los comentarios del capítulo VI: “…Su vida transcurrió en barcos, yates, aviones, caballos, carros de lujo y alfombras rojas, desde donde todo se ve color de rosa”. (El lector no debe confundir la aristocrática vida de la que disfrutó con los malsanos vicios que prohijó de su origen pequeñoburgués).
Trujillo fue muerto a balazos el 30 de mayo del 1961 mientras circulaba por la Avenida George Washington. Los actores principales de la gesta heroica fueron Antonio de la Maza, Juan Tomás Díaz, Modesto Díaz, Luis Manuel Cáceres (Tunti), Roberto Pastoriza, Huáscar Tejeda, teniente Amado García Guerrero, Salvador Estrella Sadhalá, Pedro Livio Cedeño, Antonio Imbert Barreras, Luís Amiama Tió y otros. “La gesta fue heroica pues mucho valor y determinación había que tener para llevarla a cabo, aunque dos de sus actores, los únicos sobrevivientes, no merezcan ser llamados “próceres”, debido a su participación directa en el derrocamiento de Juan Bosch en 1963 y al apoyo incondicional que brindaron a la invasión norteamericana del 1965, presidiendo, uno de ellos, el llamado Gobierno de Reconstrucción Nacional, que, además de oponerse a la restauración de la institucionalidad con el retorno del profesor Juan Bosch al poder, se enfrentó a los constitucionalistas y accionó en su contra aliado a las tropas invasoras” (NH, El Día de la Libertad, 31 de mayo de 2008). ¡Gloria eterna a nuestros próceres que llevaron a cabo tan heroica gesta!
El nombre de Trujillo debe permanecer junto al de Satanás, que debe estar sufriendo con el monstruo que le hace compañía. Es necesario anular todos los intentos de Angelita Trujillo y sus secuaces de santificar a su padre. Trujillo asesinó más de veinte mil seres humanos, y ella es tan cómplice como sus hijos y otros familiares que han disfrutado, con el dinero del pueblo dominicano, de vidas propias de la más distinguida aristocracia de la época medieval.
Además de analizar la obra de Angelita Trujillo nos propusimos honrar la memoria de Juan Bosch usando cuanto escribió en su lucha contra la tiranía. Las citas abarcan los 31 años de dictadura y ponen de relieve el papel protagónico que ejerció en el exilio combatiendo al déspota de Rafael Leónidas Trujillo Molina. El boschismo ha sido la herramienta con la que analizamos las clases que sustentaron la tiranía y definimos las inclinaciones del tirano en una sociedad en la que implementó, a sangre y fuego, el desarrollo capitalista.
ÚLTIMO DE LOS COMENTARIOS (EL PRÓXIMO LUNES 2 DE ABRIL, Y PARA CONCLUIR, PUBLICAREMOS LAS OPINIONES DE AÍDA TRUJILLO, NIETA DEL TIRANO)
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Ing. Nemen Hazim
San Juan, Puerto Rico
4 de julio de 2010 (Revisado para Acento el 24 de marzo de 2018)
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