Aunque nadie se lo creyó, en enero del 1938, hace 80 años, Rafael L. Trujillo anunció sus firmes propósitos de no aceptar un tercer periodo, a pesar del “insistente reclamo popular”.
El futuro dictador (que se había insdtalado en el poder en 1930), propuso, en cambio, la formula Jacinto Peynado, presidente y Manuel de Js. Troncoso de La Concha, vicepresidente.
Calurosas manifestaciones pidiendo que el Jefe desistiera de esta idea se efectuaron en todo el país, sin lograr materializar las aspiraciones de los organizadores, ya que Trujillo ratificó públicamente su “inquebrantable decisión de entregar el poder”.
El Partido Dominicano (PD), brazo político del generalísimo, en medio de la “mayor tristeza”, dando pruebas de “organización disciplinada”, acató al fin la postura de Trujillo, y en una convención efectuada a fines de febrero del mismo año, proclamó el binomio Peynado-Troncoso.
En las elecciones del 16 de mayo los resultados finales fueron arrolladores para el PD, al obtener 319,000 votos contra ninguno, declarándose automáticamente el triunfo de Peynado. Al vencer el plazo establecido y haciendo galas de “hombre apegado a los principios constitucionales”, el Jefe entregó “humildemente”, el mando haciendo la transmisión pacifica. A su vez, Peynado, para corresponder a las bondades del hombre fuerte, le confirió los mismos privilegios que le corresponderían si fuera el titular de la Presidencia de la Republica.
A la madre de Trujillo (Mamá Julia) y a su esposa (Doña María), el nuevo presidente les otorgó el tratamiento de Primera Dama de la Republica, y en tal sentido, hubo tres primeras damas en el país, una de ellas la del propio Peynado.
Además, ninguna novedad ocurrió en el Palacio Nacional, ya que el generalísimo siguió como de costumbre, dando órdenes y disposiciones.
Cuatro años después, en marzo de 1940, poco antes de cumplir dos años de ejercicio presidencial, Peynado falleció, convirtiéndose en el primer presidente que muere por causa natural en plena función. Le sustituyó el vice Troncoso de la Concha, que continuó la línea de su antecesor, dejando todas las atribuciones que pudieran corresponder en manos de Trujillo.
Para que el Jefe “realizara” con mayor eficiencia sus responsabilidades le fue creada una nueva cartera dentro del gabinete: la Secretaria de Estado del Despacho del Generalísimo. Además, el presidente promulgo una ley que dispuso que en las escuelas y oficinas públicas se colocara el retrato del Jefe al lado de los de los Padres de la Paria y que siempre que se imprimiera o grabara la foto de los próceres se pusiera junto a ellos la efigie de Trujillo.
Más adelante, en el año 1942, el Congreso acogió la sugerencia del Jefe para que las mujeres quedaran en condiciones de concurrir a las urnas en las elecciones del año siguiente. La misma reforma suprimió la vicepresidencia de la Republica y extendió el mandato presidencial a 5 años.
Trujillo concurrió como candidato único y obtuvo un total de 581 mil votos, lo que aumentó considerablemente, como se esperaba, con el foto femenino.
El presidente de la Cámara de Diputados, Lic. Manuel A. Peña Batlle, propuso que se entregara inmediatamente el poder a Trujillo después de las elecciones, propuesta que fue secundada en todos los rincones del país. El Presidente Troncoso accedió a tan “patriótica iniciativa” y renunció a la primera magistratura del Estado el 17 de mayo (al otro día de las elecciones) . Acto seguido Trujillo asumió la alta posición.
La decisión del Jefe de rechazar optar por un nuevo periodo, nadie se la creyó, pero sus áulicos la atribuyeron “a la inquietud de Trujillo por el fortalecimiento institucional del país”. En realidad la declinación obedeció al escándalo internacional que provocó la matanza masiva de haitianos en la zona fronteriza).
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