Cuando Solón, el gran legislador de Atenas logró la aprobación de sus leyes, un cínico llamado Anacarsis llamó su atención diciéndole: “Tus leyes son como las telas de araña que atrapan a los mosquitos y dejan escapar a las aves”.
Los dominicanos estamos viviendo ese gran dilema con el funcionamiento de nuestro Poder Judicial: caen presos los mosquitos y se libran de la cárcel los pájaros más grandes.
Pero no es culpa del Poder Judicial, sino de un sistema de impunidad creado alrededor del poder político que mantiene a lo judicial en estado de postración y que ha constituido una casta política que está por encima del bien y del mal.
Esa casta participa en todos los negocios que hace el Estado y se ha convertido en una especie de corporación político-empresarial de la que forman parte dirigentes de partidos y funcionarios sin importar la bandera que enarbolen y que los coaliga en un intocable emporio de impunidad.
Los políticos han metido preso a quien le convino en un momento determinado, sin importar los beneficios que le sacaron en el pasado, pero se han asegurado que ninguno de ellos vaya a la cárcel, a pesar de los niveles de corrupción en que estén involucrados.
No les importa que las instituciones de arbitraje social mueran en el intento. Ellos piensan que pueden sobrevivir porque siempre habrá tontos que sigan el juego.
Es por ello, que ante el control de todos los estamentos del Estado, lo único que puede salvar a este país es la sanción moral. Que esos “intocables” sientan el desprecio de la gente seria. Eso les dolerá más que la cárcel.
atejada@diariolibre.com
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