Aunque los resultados preliminares, aún sin confirmar de manera oficial, indican que se debió a que el combustible estaba contaminado con agua, nadie pagó por lo que pudo ser el “error humano” o un sabotaje al avión DC-9 de la desaparecida Compañía Dominicana de Aviación (CDA), que cayó en el mar Caribe con 102 personas, el 15 de febrero de 1970, en Caucedo, Boca Chica, de cuyo hecho se cumplen hoy 45 años.
Los resultados preliminares, aún sin confirmar por las autoridades, indican que el “accidente” del aparato se debió a que el combustible estaba contaminado con agua.
En la memoria de los que presenciaron el hecho solo quedan los recuerdos de una noche lúgubre y enrarecida, tras la precipitación al mar Caribe de la nave, que se dirigía a San Juan, Puerto Rico, con 97 pasajeros y 5 tripulantes.
El hecho se produjo a las 7:18 minutos de la noche, frente a las costas de Mancha Nueva, a escasos metros de la autopista de donde salió la aeronave, sitio donde residían solo 3 familias que presenciaron el accidente.
La tragedia, según cuentan los testigos consultados para la elaboración de este reportaje, cambió la vida del entorno. En Mancha Nueva ya nada era igual. El campo pasó de ser de un lugar densamente oscuro que solo era iluminado por cocuyos a un lugar intensamente iluminado por bengalas lanzadas al aire por lanchas del Club Náutico de Boca Chica, enviadas al lugar para las labores de rescate.
Los testigos
Virgilio Díaz y su esposa Lucia Jiménez, testigos presenciales del hecho, quienes para ese entonces vivían en Mancha Nueva y en la actualidad en Puerto Rico, recuerdan que era aproximadamente las 7:00 de la noche cuando escucharon la nave que salía del Aeropuerto Internacional de Las Américas con unos ruidos no comunes.
“Desde que despegó iba tirando tiros y todos salimos a ver, porque creíamos que se iba a caer sobre la casa, y de repente oímos varios tiros de un motor que se le cayó, giró hacia la derecha y cayó al mar en picada y cuando cayó hizo de nuevo una explosión fuerte”, narró Díaz, con un rostro todavía apesadumbrado por la tragedia.
Contó que la nave duró varios minutos a flote y que se hundió luego de que se le desprendiera un pedazo de la parte trasera. “Para mi que muchos pasajeros cayeron vivos, pero fueron destrozados por los tiburones que entraron por esa parte del avión”, precisó Díaz.
El hecho es recordado de forma similar por su esposa Lucía Jiménez, quien narró que en ese entonces estaba embarazada de su hijo Arizmendi Díaz Jiménez, y que el hecho prácticamente le provocó el adelantamiento del parto.
“Estaba tirando tiros, pou, pou, pou, de manera repetida, desde que estaba en el suelo y subió tirando tiros y el piloto se empeñó en subirlo en picada hacia arriba, pero se le prendió el motor derecho, giró hacia la derecha y cayó y luego se escuchó otra explosión”, recuerda Jiménez.
De forma similar recordaron la tragedia los hermanos Francisco, Rafael y Bienvenido Toledo Cabrera, quienes narraron que al avión se le incendió el motor o la turbina derecha y que giró en esa misma dirección y luego cayó en picada.
“Para mi, la turbina derecha explotó y al explotar, parece ser que el piloto no la pudo levantar, giró hacia la derecha y cayó en picada, dando la vuelta hacia la derecha. Fue un día horrible y al otro día fue igual. Hasta el cielo se puso raro”, sostuvo Francisco.
Otros testigos que también fueron interrogados en ese entonces fueron los esposos Pedro Toledo Campusano y Julia Cabrera Toledo, ambos fallecidos, padres de este redactor.
Investigación
A pesar de que el caso fue investigado por tres comisiones, hasta la fecha no se sabe a ciencia cierta cuál fue la causa real del accidente o sabotaje de la nave.
Aunque extraoficialmente se informó que el accidente se produjo porque el combustible estaba contaminado con agua, El Nacional no pudo tener acceso a los resultados de las investigaciones oficiales.
En principio, se trató de obtener los resultados de la investigación en el Instituto Dominicano de Aviación Civil (Idac), pero en esa institución remitieron a este redactor a la Junta de Aviación Civil.
En dicha Junta, el coronel Enmanuel Souffront Tamayo, director de la Comisión de Investigación de Accidentes de Aviación (CIAA) remitió de nuevo a este redactor al Idac, en vista de que, según dijo, las investigaciones que están en su poder corresponden a las del 2006 hasta la fecha.
Precisó que lo poco que se tiene de la investigación indica que con relación al hecho hubo cuatro mecánicos presos en Nueva York y que se tiene la versión de que el combustible estaba contaminado con agua.
Piloto Affe Gutiérrez
Para algunos expertos en la materia, la versión de la contaminación del combustible con agua es poco creíble, en razón de que la nave acababa de hacer el procedimiento de chequeo de combustible, encendido de motor, rodaje y despegue.
La apreciación es del piloto Affe Gutiérrez, quien explicó que generalmente, la contaminación de combustible con agua se produce por la condensación del aire fruto de los cambios de temperatura.
“A las alturas que vuelan los aviones, en ocasiones se produce mucho frío, y entonces cuando los aviones descienden a superficie a nivel del mar, vienen con ese frío, y cuando no son recargados con combustible de inmediato, entonces se produce que esa condensación se convierte en agua dentro del tanque de combustible y se produce la contaminación”, precisó Gutiérrez, veterano piloto domínico-americano.
Detalló que para esos aviones, que por lo visto no era el caso de Dominicana de Aviación, existe un sistema de drenaje del combustible al que se le somete antes de volver a volar.
“Se trata de un mecanismo mediante el cual se le completa el combustible a la nave y el agua que tiene y la que pueda entrar en ese momento baja por gravedad y se expulsa por el drenaje del tanque de combustible. Esto hace para también expulsar cualquier tipo de contaminación que haya llevado el camión que suministró el combustible”, declaró Gutiérrez.
Para el veterano piloto, además de la posible falla mecánica, el accidente pudo haber sido originado por un error humano, debido a que el giro que hizo la aeronave fue hacia el lado derecho, lugar donde se encontraba el motor número dos, que fue el que falló.
Dijo que el procedimiento aconsejable es que cuando colapsa un motor, el piloto gire en dirección contraria al motor dañado, lo que por lo visto no ocurrió en el caso de Dominicana de Aviación.
Los muertos
Entre los fallecidos en el fatal accidente figuran el entonces campeón de boxeo dominicano, Carlos Teo Cruz, su esposa Mildred Ortiz y sus dos hijos Carlitín y Herminia, de 7 y 5 años, respectivamente.
También perecieron la karateca Leslie Imbert, hija de Antonio Imbert Barreras, militar sobreviviente del complot donde fue asesinado el dictador Rafael Leonidas Truijllo; el golfista Julio Manuel Cohén y los hermanos ajedrecistas Hugo y Rosa Myers, entre otros.
También murieron los integrantes del equipo olímpico de Puerto Rico, quienes estuvieron en el país en un intercambio con sus homólogos dominicanos con miras a la participación en los XI Juegos Deportivos Centroamericanos y del Caribe de Panamá 70.
Ese equipo estaba integrado por las jugadoras Maritza Bernal, Rosa Bernal, Naida Cardona, Iris Rodríguez, Dolores Villegas, María de Lourdes Sánchez, Catalina Rodríguez, Hortensia Otero, Belinda Correa, Zoraida Figueroa, Rosa Rivera y Judith Peña, bajo la dirección del coach Juan Ramón Loubriel y Fernando Jiménez como asistente.
Estuvieron acompañando la delegación Carmen Rodríguez, Víctor Rivera padre, Víctor Rivera hijo y la esposa Mercedes Martínez de Rivera; Marilyn Santerson, José Oriol Carrión padre y José Oriol Carrión hijo y Lucy Armaiz de Carrión; David Armaiz, German Otero padre y German Otero hijo; Basilisa Craterote de Sánchez y Virginia Vera de Bernal (la madre de las dos primeras).
La tripulación
La tripulación de mando de la nave estaba integrada por los cubanos, capitán Eduardo Guillermo Tomen y por el copiloto José Pepe Núñez, mientras que la tripulación de cabina la completaban Carlos Antonio Pepén, Deisy Peña y Sandra García.
Comentarios de técnicos en la materia contenidos en recortes periodísticos de la época indican que los dos pilotos cubanos no eran expertos en el pilotaje de una nave de esa naturaleza y que por tal razón, jamás debieron poner la conducción de ese avión en sus manos. Del piloto principal, incluso se dijo, que era un hombre de una avanzada edad no acto para pilotar ese avión.
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